LIBERAR EL IMAGINARIO SOCIAL
PARA LIBERAR NUESTRAS COMUNIDADES
Discurso de Miguel Valencia, el 9 de diciembre de 2009, en el seminario de descrecimiento del Klimaforum09 de Copenhague, durante la COP-15 de la ONU. Seminario “De la Globalización a la Localización”, con la participación, además, de Tim Jackson (UK, Sustainable Development Commision), Sophie Banks (Transition Towns)
Traducción del texto original en ingles.
Mueren nuestros pueblos y ciudades a causa del intenso desarrollo
En México, en todas partes opera una misma fuerza que debilita a nuestros pueblos, enferma y mata a sus habitantes, destruye nuestras comunidades y burla nuestros bienes comunes tradicionales. Ocasiona año tras año la pérdida de los fundamentos de su vida: acuíferos, bosques, ríos, lagos, mares. Constantemente empobrece la fauna y la flora de nuestro país. Esta fuerza es la modernización. Se trata de una guerra no declarada contra la naturaleza y los bienes comunes de los pueblos. En su nombre, los paisajes se empobrecen por los monocultivos de maíz, cebada, palmeras, y también, por la urbanización dispersa, canales, torres de alta tensión. Nuestros pueblos están cada día más invadidos por pavimento, tuberías, autos, ruidos, anuncios, franquicias comerciales, tiendas Wal Mart. Los campesinos y la gente de los pueblos observan impotentes cómo se construyen en pocos meses pasos a desnivel, vías rápidas, grandes estacionamientos, enormes centros comerciales, casas industrializadas (tipo ARA, GEO). Ven llenarse de botellas o bolsas de plástico usadas o botes de aluminio, de impresos, de piezas metálicas o de plástico usadas, sus plazas, banquetas, parques públicos, en pocas horas.
Los pueblos y ciudades de México están perdiendo rápidamente sus campesinos, sus artesanos y sus sabios, pero, al mismo tiempo resienten un rápido aumento en sus niveles de violencia, pobreza y desempleo, debido al aumento desmedido de los monocultivos, la migración, el cultivo y el tráfico de drogas, las maquiladoras y los nuevos estilos de vida. Nuestros pueblos se convierten en territorios sin poder, sujetos a poderes sin territorio. La economía mundial domina ahora la vida y la economía de nuestros pueblos y comunidades, las que han perdido la capacidad de sostenerse por sí mismas.
La confrontación y el disenso social con la globalización: la crónica de una guerra sangrienta de baja intensidad.
El disenso social emerge con fuerza a principios de los 90, pero, desde el principio de este siglo, más de 1500 movimientos locales de resistencia se han dado en México: campesinos, indígenas, mujeres, trabajadores, vecinos, ciudadanos de todos los estratos sociales, han rechazado la construcción de aeropuertos, grandes presas, carreteras, instalaciones petroleras, confinamientos de residuos tóxicos, operaciones mineras, extracciones de agua, vialidades en segundos pisos, líneas de Metro. Entre los movimientos de mayor relevancia están: el pueblo de San Francisco Atenco que detuvo la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México; Ignacio del Valle, el dirigente campesino de este movimiento se encuentra en una prisión de alta seguridad condenado a 112 años de prisión; el pueblo de Zimapan detuvo el confinamiento de residuos peligrosos; el pueblo de la ciudad de San Luis Potosí, ha detenido las operaciones en San Xavier de una empresa minera canadiense; campesinos de las comunidades de La Parota, en Acapulco, han detenido el proyecto de una gran presa; pueblos cercanos a Cuatro Ciénagas se oponen continuamente a la extracción de agua en la reserva ecológica del desierto; el movimiento de los trece pueblos de Morelos contra la urbanización de sus campos de cultivo de caña y arroz; los campesinos de Tlahuac contra la construcción de la Línea 12 el Metro, en los humedales y tierras de cultivo de esa zona en la Ciudad de México. En los últimos años, la mayor parte de los dirigentes de los movimientos locales han sufrido órdenes de aprensión. Cuando menos cada quince días desaparece misteriosamente un dirigente local o es encontrado torturado y asesinado por personas desconocidas.
La manipulación del imaginario social por medio de los programas de desarrollo y la globalización han sido trágicas.
Por muchas décadas, las imágenes de autos nuevos, supercarreteras, grandes presas, puentes, torres, pasos a desnivel, casas en los suburbios, han devastado la mente de la mayor parte del pueblo mexicano, sin embargo, con la llegada de la globalización, fueron introducidas nuevas imágenes de “clase mundial”, de armamento, viajes en cruceros, casas contemporáneas y muchas otras que colonizaron la mente de buena parte de las clases populares, media y alta. El “sueño americano” y el estilo de vida de los europeos se ha convertido en parte integral del imaginario de la mayoría de los mexicanos. Sin embargo, estas imágenes están detrás del impulso que destruye a los pueblos de México y sus tesoros naturales. A partir del espectáculo de la riqueza, nacen varias fes o credos modernos que invaden no sólo a México, sino a la mayor parte de las personas en todos los países. Estos nuevos credos pueden ser resumidos en los siguientes: Fe en el progreso, en el desarrollo y en la modernización; Fe en la ciencia y la tecnología; Fe en el crecimiento económico; Fe en el Estado moderno y en las instituciones democráticas. Como consecuencia de estos credos modernos, la mayor parte de la gente cree que no existe vida digna en la Tierra sin celulares, lap tops, agua embotellada, autos, trenes rápidos, aviones… y que los periódicos internacionales, las estaciones de radio y las transmisiones de TV son esenciales para vivir bien. Y que no puede haber una sociedad próspera sin abundantes certificados escolares, grados universitarios y doctorados.
Con la aparición del pensamiento económico, durante la revolución epistémica del siglo 18, nacieron estos credos contemporáneos.
Las ideas económicas introdujeron la idea de un mundo sin límites, sin fronteras, de explotación ilimitada de la naturaleza y de legitimización de las actividades de alto riesgo; en esos días, los estados modernos perdieron las nociones de la escala, del tamaño, de la proporción, de los limites y comenzaron a subsidiar y proteger las actividades industriales y el comercio internacional. En ese siglo, se crearon las bases de nuestro sistema legal, con el propósito de proteger a los piratas, los banqueros, las corporaciones; y luego, la ciencia y la tecnología se convirtieron en los socios más importantes de la economía. Nuestro pensamiento moderno y estos credos contemporáneos nacen de esta revolución epistémica. En nuestros días, casi todo el mundo está involucrado en sólo una dimensión de la vida: la dimensión económica: El Hombre Unidimensional, denunciado por Herbert Marcuse en los años 60, está presente hoy en día en todas partes, en todo el mundo. Los tecnocientíficos realizan en estos días experimentos de muy alto riesgo, utilizando energía nuclear, ingeniería genética, nanotecnología, robótica, de forma tal que “convierten a los seres humanos en una especie en peligro de extinción”, de acuerdo con Billy Joy, el gran científico americano de la computación. La economía ha conquistado la mente del hombre moderno y manda el sentido de su vida, sus necesidades, deseos, creencias. La idea de la escasez, esencial para el pensamiento económico, satura el pensamiento moderno. En nuestros días, debido al pensamiento económico, los estados y las multinacionales enfrentan un dilema shakespeariano “crecer o no ser”. La economía está detrás de la fealdad, el gigantismo, el cambio acelerado que ahora domina al mundo moderno.
La economía funciona por medio de diferentes sistemas e instrumentos diseñados por tecnocientíficos.
Sistemas como: los estados, organizaciones mundiales, bancos centrales, operaciones financieras, empleos, escuelas, universidades, hospitales, medios, negocios agrícolas, turismo, transporte; instrumentos como: autos, aviones, internet, celulares, perturban la conducta humana y producen profundos cambios en los valores, creencias, deseos, necesidades; en este proceso, ciertos cambios en la mente humana cambian la percepción de la realidad: una extrañamiento del individuo frente a su comunidad, sociedad o mundo. Los individuos alienados por los sistemas y los instrumentos desean tener más cosas, mas grandes y más rápido, y son los más influyentes. Los sistemas facilitan, desde luego, la “libre elección”, pero, en un mundo sin gente; inculcan el espíritu competitivo, la búsqueda del provecho propio, el gusto por los tecnicismos. Estimulan el anonimato, el conformismo, las adicciones, el consumismo, el servilismo, la subordinación, el desarraigo, el desencanto. Inducen el alejamiento de la naturaleza, la vida dispendiosa, los intercambios sórdidos, el desprecio por el trabajo manual, el amor por las jerarquías, el desdén por la espontaneidad. Convierten el trabajo en una adicción y el consumo en el fundamento de la vida. Los tecnosistemas potencian al sistema dominante y degradan las mentes de la gente. La colonización del imaginario social moderno es sistémica. Evidentemente, estos sistemas económicos están en contra del orden natural y de la convivencia humana; convierten a la pobreza en miseria y producen la terrible violencia que invade al mundo; impulsan la destrucción de la naturaleza.
Las escuelas enseñan las grandes ventajas de la productividad y cómo volverse un consumidor disciplinado; enseñan cómo vivir en permanente servidumbre e insatisfacción. No sólo la Coca Cola o el automóvil son adictivos, también las escuelas y las clínicas pueden volverse una droga. Como dijo alguna vez Iván Illich “El opio de las escuelas es más poderoso que aquel de las viejas religiones”. Los medios masivos sistemáticamente desinforman a la población por medio de la información en exceso; la combinación de la desinformación con la publicidad política y comercial produce deformación, propaganda y manipulación. Como el virus del SIDA, la escuela destruye las defensas inmunitarias; tal como lo hacen los traficantes de droga, la publicidad crea nuevas necesidades. El trabajo cotidiano es cada día más abstracto y requiere más horas: coloniza intensamente el imaginario. El desempleo es percibido como una culpa personal, no como una falla del sistema, lo que conduce a la parálisis y a la destrucción individual y social. En la nueva sociedad de consumo, tal como lo refiere Zygmut Baumann, “los individuos promueven un producto simultáneamente, cuando ellos mismos son el producto que promueven; ellos son el consumidor, el gerente de ventas, el vendedor y el articulo en venta. Los exámenes que deben aprobar las personas hoy en día para tener acceso a las posiciones sociales de mayor reconocimiento exigen que el individuo se recicle en un objeto o propiedad preciosa, en un producto capaz de llamar la atención, atraer clientes y generar demanda”.
Los sistemas modernos producen uniformidad en todo el mundo; las diferencias desaparecen entre las ciudades, suburbios, pueblos, viviendas, paisajes, generaciones, géneros; en este ambiente de uniformidad, la personalidad humana pierde identidad y referencias culturales que le permitan orientar su vida; y así, proliferan las conductas individuales de alto riesgo en el mundo: aumenta, el consumo de drogas, el crimen, los deportes extremos, ciertas formas de sexualidad; el pánico, la vaciedad persiguen a todas las actividades humanas; mientras más aumentan las disfunciones sociales, los políticos y los capitalistas se sienten más poderosos. La tragedia está en que cada día más gente en el mundo desea la creación de más empleos; quieren más inversiones en infraestructura, vivienda, hospitales, experimentos científicos y avances tecnológicos. La gente confía en los sistemas modernos y en las economías en crecimiento; la gente confía en los mismos instrumentos e instituciones que destruyen su vida y su futuro.
La liberación del imaginario social es esencial para relocalizar la vida y la economía.
Es imposible liberar el imaginario social sin una crítica severa al sistema dominante. Esta liberación implica estudios, investigaciones, reflexiones, trabajo sobre sí mismo; implica empeños filosóficos; entraña el deseo de ser libre, la voluntad de cambiar nuestro modo de vida y la construcción de una praxis personal pertinente; requiere una desintoxicación y una educación en los caminos del descrecimiento. “Sin el abandono de la droga del crecimiento, dice Serge Latouche, no podemos cambiar nuestro propio imaginario, mucho menos el imaginario de los otros. No es posible cambiar el mundo con leyes y decretos… La clave está en la auto transformación….Puesto que nuestro imaginario ha sido colonizado, el enemigo se esconde en nuestras mentes…. Sin embargo, debido al carácter sistémico de los valores dominantes…nadie es responsable…; el proceso es anónimo… En consecuencia, el adversario son los otros y nos sentimos incapaces de cambiar nosotros mismos”. Y cita a Baumann “existe un mundo común en la sociedad globalizada y este es el mundo del pensamiento único”. Latouche señala “más allá de la élite, el conjunto de valores y creencias compartido por la gente en el mundo es considerable”. Para liberar a nuestros pueblos, muchos individuos deben abandonar bastantes sueños e ideas, como: tener un auto, una casa en los suburbios o un título universitario; deben abandonar la idea de que tener un empleo es bueno para su salud y su futuro. Los activistas del descrecimiento tenemos que demostrar que podemos vivir con menos infraestructuras, equipos y objetos, y con una mínima dependencia de los gobiernos, los partidos y las grandes empresas.
Pero, la liberación del imaginario social implica, también, la defensa voluntaria de territorios, animales, bosques, ríos, mares, culturas campesinas, bienes comunes, saberes tradicionales, especies en peligro de extinción; entraña la defensa del aire limpio, del espacio público, de los derechos humanos. También, implica el rechazo a los cultivos de organismos genéticamente modificados o transgénicos, al desarrollo de la energía nuclear, de los agronegocios, de las operaciones mineras y petroleras; rechazo a la construcción de confinamientos de residuos peligrosos, de presas, de grandes granjas y establos, de las casas producidas en serie; repudio al uso del automóvil, al “desarrollo local”. La liberación del imaginario social implica, también, la denuncia del llamado desarrollo sustentable; entraña revitalizar el pueblo por medio de la producción hecha para las necesidades locales y el consumo de los productos locales; organizar micro cooperativas y micro sindicatos; reducir voluntariamente el tiempo de trabajo y el consumo; construir nuevas comunidades ecológicas con reglas rigurosas. Además, significa cultivar verduras en nuestras propias viviendas o en nuestra eco región; caminar o andar en bicicleta en nuestra movilidad cotidiana; modificar los excusados y las instalaciones de agua de nuestras casas; separar los residuos; apoyar la moneda, los ahorros y los prestamos locales; el uso o la producción de productos hechos artesanalmente. Abandonar el uso del auto, el consumo de agua embotellada y de carne roja. Por otra parte, la liberación del imaginario social implica el fortalecimiento de nuestro compromiso político y social con los problemas de nuestro pueblo o colonia; colaborar con las iniciativas ciudadanas; trabajar voluntariamente en los asuntos ambientales y sociales sin el apoyo de gobiernos, fundaciones o empresas nacionales o internacionales; experimentar formas de sobrevivir la crisis económica, el pico del petróleo, el cambio climático; rechazar el empoderamiento del Estado y del Libre Comercio; romper con el sistema simbólico de la globalización. Finalmente, y no menos importante, poner arte en nuestras vidas.
Una revolución cultural aparece en la Tierra cuando mujeres y hombres trabajan juntos en el renacimiento de su pueblo, colonia o comunidad, cuando amplían el reino de la gratuidad y la solidaridad, cuando los bendice el amor por la naturaleza, el altruismo, la cooperación, el ludismo, la autonomía y la belleza.
Esta revolución cultural empieza en nuestras mentes, en el momento que somos conscientes, como lo fue Baruch Spinoza, que la vida simple y pobre constituye en sí misma una fuente de luz que nos inspira el entendimiento de las diferentes dimensiones de la pobreza y de nuestra propia potencialidad; que las alegrías de la vida frugal y pobre nos permite liberar el deseo de ser libres hasta nuestros límites naturales y evitar el dominio de las afecciones externas o fantasías que disminuyen o inhiben este deseo y nuestras capacidades. Como lo dijo Spinoza, permitamos que la realidad nos enseñe sus verdades, con el fin de comprender el mundo como es, aquí y ahora; en esta forma podemos liberarnos de toda forma de servidumbre y adquirir una libertad arraigada en la Necesidad; así podremos encontrar buenas respuestas a preguntas muy difíciles. Tenemos que descubrir y respetar la liga esencial que existe entre el Deseo y la Razón, para el buen despliegue de nuestro potencial y para facilitar la creación de sociedades basadas en la libertad y en el respeto a la singularidad de cada quien. Spinoza dijo que “la debilidad consiste únicamente en dejar que las cosas externas conduzcan nuestra vida e ignorar lo que exige nuestra propia naturaleza por sí misma. Siglos después, Gandhi nos dice “Podemos conseguir la libertad a través de la soberanía interna”.
El cambio climático, el pico del petróleo, las tecnologías de alto riesgo pueden traernos fácilmente duros cambios en los años venideros, en nuestros pueblos y comunidades, pero, las transformaciones felices sólo vendrán del descubrimiento de nuestra fuerza interior o potencialidad, mientras adoptamos voluntariamente una vida frugal, pobre, simple y lenta.
El descrecimiento es la punta de lanza de un importante número de propuestas que apuntan a un cambio en la forma de vivir de todos los habitantes del planeta ante la actual incertidumbre social, económica y medio ambiental. El objetivo de este blog es abrir un espacio a los comentarios y a la difusión de propuestas que permitan comprender algo elemental: no se puede ya crecer en un mundo finito, y con ello derribar el fetichismo del crecimiento.
28 de diciembre de 2009
22 de diciembre de 2009
Condenados a muerte prematura por hambre y sed más de 3 mil millones de personas en el mundo
Condenados a muerte prematura por hambre y sed más de 3 mil millones de personas en el mundo
No se trata de una cifra exagerada; es más bien cautelosa. En eso he meditado bastante después de la reunión del presidente Bush con los fabricantes norteamericanos de automóviles.
La idea siniestra de convertir los alimentos en combustible quedó definitivamente establecida como línea económica de la política exterior de Estados Unidos el pasado lunes 26 de marzo.
Un cable de la AP, agencia de información norteamericana que llega a todos los rincones del mundo, dice textualmente:
"WASHINGTON, 26 de marzo (AP). El presidente George W. Bush elogió el lunes los beneficios de los automóviles que funcionan con etanol y biodiesel, durante una reunión con fabricantes de vehículos, en la que buscó dar impulso a sus planes de combustibles alternativos.
"Bush dijo que un compromiso de los líderes de la industria automotriz nacional para duplicar su producción de vehículos a combustible alternativo ayudaría a que los automovilistas abandonen los motores que funcionan con gasolina y reduzcan la dependencia del país respecto del petróleo de importación.
"‘Este es un gran avance tecnológico para el país’, dijo Bush tras inspeccionar tres vehículos a combustible alternativo. Si la nación quiere reducir el consumo de gasolina, el consumidor debe estar en posibilidad de tomar una decisión racional.
"El Presidente instó al Congreso a avanzar rápido en una legislación que el gobierno propuso recientemente para ordenar el uso de 132 000 millones de litros (35 000 millones de galones) de combustibles alternativos para el 2017 y para imponer estándares más exigentes de ahorro de combustible en los automóviles.
"Bush se reunió con el presidente de consejo y director general de General Motors Corp, Rich Wagoner; el director general de Ford Motor Co., Alan Mulally y el director general del grupo Chrysler de Daimler Chrysler AG, Tom LaSorda.
"Los participantes en el encuentro discutieron medidas para apoyar la producción de vehículos a combustible alternativo, intentos para desarrollar el etanol a partir de fuentes como el césped o el serrín, y una propuesta para reducir en un 20% el consumo de gasolina en 10 años.
"Las discusiones se realizaron en un momento en que han subido los precios de la gasolina. El estudio más reciente de la organización Lundberg Survey señaló que el precio promedio nacional de la gasolina ha subido 6 centavos por galón (3,78 litros) en las últimas dos semanas, a 2,61 dólares."
Pienso que reducir y además reciclar todos los motores que consumen electricidad y combustible es una necesidad elemental y urgente de toda la humanidad. La tragedia no consiste en reducir esos gastos de energía, sino en la idea de convertir los alimentos en combustible.
Hoy se conoce con toda precisión que una tonelada de maíz sólo puede producir 413 litros de etanol como promedio, de acuerdo con densidades, lo que equivale a 109 galones.
El precio promedio del maíz en los puertos de Estados Unidos se eleva a 167 dólares la tonelada. Se requieren por tanto 320 millones de toneladas de maíz para producir 35 000 millones de galones de etanol.
Según datos de la FAO, la cosecha de maíz de Estados Unidos en el año 2005 se elevó a 280,2 millones de toneladas.
Aunque el Presidente hable de producir combustible a partir de césped o virutas de madera, cualquiera comprende que son frases carentes en absoluto de realismo. Entiéndase bien: ¡35 000 millones de galones significan un 35 seguido de nueve ceros!
Vendrán después bellos ejemplos de lo que en la productividad por hombre y por hectárea alcanzan los experimentados y bien organizados agricultores de Estados Unidos: el maíz convertido en etanol; los residuos de ese maíz convertidos en alimento animal con 26% de proteína; el excremento del ganado utilizado como materia prima para la producción de gas. Desde luego, esto es después de cuantiosas inversiones al alcance sólo de las empresas más poderosas, en las que todo se tiene que mover sobre la base de consumo de electricidad y combustible. Aplíquese esta receta a los países del Tercer Mundo y verán cuántas personas dejarán de consumir maíz entre las masas hambrientas de nuestro planeta. O algo peor: présteseles financiamiento a los países pobres para producir etanol del maíz o de cualquier otro tipo de alimento y no quedará un árbol para defender la humanidad del cambio climático.
Otros países del mundo rico tienen programado usar no sólo maíz, sino también trigo, semillas de girasol, de colza y otros alimentos para dedicarlos a la producción de combustible. Para los europeos, por ejemplo, sería negocio importar toda la soya del mundo a fin de reducir el gasto en combustible de sus automóviles y alimentar a sus animales con los residuos de esa leguminosa, especialmente rica en todos los tipos de aminoácidos esenciales.
En Cuba, los alcoholes se producían como subproducto de la industria azucarera, después de hacerle tres extracciones de azúcar al jugo de caña. El cambio de clima está afectando ya nuestra producción azucarera. Grandes sequías se vienen alternando con lluvias récord, que apenas permiten producir azúcar durante cien días con rendimientos adecuados en los meses de nuestro muy moderado invierno de modo que falta azúcar por tonelada de caña o falta caña por hectárea debido a las prolongadas sequías en los meses de siembra y cultivo.
En Venezuela, tengo entendido que usarían el alcohol no para exportar, sino para mejorar la calidad medioambiental de su propio combustible. Por ello, independientemente de la excelente tecnología brasileña para producir alcohol, en Cuba el empleo de tal tecnología para la producción directa de alcohol a partir del jugo de caña no constituye más que un sueño o un desvarío de los que se ilusionan con esa idea. En nuestro país, las tierras dedicadas a la producción directa de alcohol pueden ser mucho más útiles en la producción de alimentos para el pueblo y en la protección del medio ambiente.
Todos los países del mundo, ricos y pobres, sin excepción alguna, podrían ahorrarse millones de millones de dólares en inversión y combustible simplemente cambiando todos los bombillos incandescentes por bombillos fluorescentes, algo que Cuba ha llevado a cabo en todos los hogares del país. Eso significaría un respiro para resistir el cambio climático sin matar de hambre a las masas pobres del mundo.
Como puede observarse, no uso adjetivos para calificar al sistema y a los dueños del mundo. Esa tarea la saben hacer excelentemente bien los expertos en información y los hombres de ciencias socioeconómicas y políticas honestos que en el mundo abundan y que constantemente hurgan en el presente y el porvenir de nuestra especie. Basta una computadora y el creciente número de redes de Internet.
Hoy conocemos por primera vez una economía realmente globalizada y una potencia dominante en el terreno económico, político y militar, que en nada se parece a la Roma de los emperadores.
Algunos se preguntarán por qué hablo de hambre y sed. Respondo: no se trata de la otra cara de una moneda, sino de varias caras de otra pieza, como pueden ser un dado con seis caras, o un poliedro con muchas más caras.
Acudo en este caso a una agencia oficial de noticias, fundada en 1945 y generalmente bien informada sobre los problemas económicos y sociales del mundo: la TELAM. Textualmente, dijo:
"Cerca de 2 mil millones de personas habitarán dentro de apenas 18 años en países y regiones donde el agua sea un recuerdo lejano. Dos tercios de la población mundial podrían vivir en lugares donde esa escasez produzca tensiones sociales y económicas de tal magnitud que podrían llevar a los pueblos a guerras por el preciado ‘oro azul’.
"Durante los últimos 100 años, el uso del agua ha aumentado a un ritmo más de dos veces superior a la tasa de crecimiento de la población.
"Según las estadísticas del Consejo Mundial del Agua (WWC, por sus siglas en inglés), se estima que para el 2015 el número de habitantes afectados por esta grave situación se eleve a 3 500 millones de personas.
"La Organización de Naciones Unidas celebró el 23 de marzo el Día Mundial del Agua, llamando a enfrentar desde ese mismo día la escasez mundial del agua bajo la coordinación de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), con el objetivo de destacar la creciente importancia de la falta de agua a nivel mundial y la necesidad de una mayor integración y cooperación que permitan garantizar una gestión sostenida y eficiente de los recursos hídricos.
"Muchas regiones del planeta sufren una escasez severa de agua, viviendo con menos de 500 metros cúbicos por persona por año. Cada vez son más las regiones que padecen la falta crónica del vital elemento.
"Principales consecuencias de la escasez de agua son la insuficiente cantidad de ese precioso líquido para la producción de alimentos, la imposibilidad de desarrollo industrial, urbano y turístico y problemas de salud."
Hasta aquí el cable de TELAM.
Dejo de mencionar en este caso otros importantes hechos, como los hielos que se derriten en Groenlandia y en la Antártica, los daños en la capa de ozono y la creciente cantidad de mercurio en muchas especies de peces de consumo habitual.
Hay otros temas que pueden abordarse, pero simplemente pretendo con estas líneas hacer un comentario sobre la reunión del presidente Bush con los ejecutivos principales de compañías automotrices norteamericanas.
Marzo 28 del 2007
Fidel Castro
No se trata de una cifra exagerada; es más bien cautelosa. En eso he meditado bastante después de la reunión del presidente Bush con los fabricantes norteamericanos de automóviles.
La idea siniestra de convertir los alimentos en combustible quedó definitivamente establecida como línea económica de la política exterior de Estados Unidos el pasado lunes 26 de marzo.
Un cable de la AP, agencia de información norteamericana que llega a todos los rincones del mundo, dice textualmente:
"WASHINGTON, 26 de marzo (AP). El presidente George W. Bush elogió el lunes los beneficios de los automóviles que funcionan con etanol y biodiesel, durante una reunión con fabricantes de vehículos, en la que buscó dar impulso a sus planes de combustibles alternativos.
"Bush dijo que un compromiso de los líderes de la industria automotriz nacional para duplicar su producción de vehículos a combustible alternativo ayudaría a que los automovilistas abandonen los motores que funcionan con gasolina y reduzcan la dependencia del país respecto del petróleo de importación.
"‘Este es un gran avance tecnológico para el país’, dijo Bush tras inspeccionar tres vehículos a combustible alternativo. Si la nación quiere reducir el consumo de gasolina, el consumidor debe estar en posibilidad de tomar una decisión racional.
"El Presidente instó al Congreso a avanzar rápido en una legislación que el gobierno propuso recientemente para ordenar el uso de 132 000 millones de litros (35 000 millones de galones) de combustibles alternativos para el 2017 y para imponer estándares más exigentes de ahorro de combustible en los automóviles.
"Bush se reunió con el presidente de consejo y director general de General Motors Corp, Rich Wagoner; el director general de Ford Motor Co., Alan Mulally y el director general del grupo Chrysler de Daimler Chrysler AG, Tom LaSorda.
"Los participantes en el encuentro discutieron medidas para apoyar la producción de vehículos a combustible alternativo, intentos para desarrollar el etanol a partir de fuentes como el césped o el serrín, y una propuesta para reducir en un 20% el consumo de gasolina en 10 años.
"Las discusiones se realizaron en un momento en que han subido los precios de la gasolina. El estudio más reciente de la organización Lundberg Survey señaló que el precio promedio nacional de la gasolina ha subido 6 centavos por galón (3,78 litros) en las últimas dos semanas, a 2,61 dólares."
Pienso que reducir y además reciclar todos los motores que consumen electricidad y combustible es una necesidad elemental y urgente de toda la humanidad. La tragedia no consiste en reducir esos gastos de energía, sino en la idea de convertir los alimentos en combustible.
Hoy se conoce con toda precisión que una tonelada de maíz sólo puede producir 413 litros de etanol como promedio, de acuerdo con densidades, lo que equivale a 109 galones.
El precio promedio del maíz en los puertos de Estados Unidos se eleva a 167 dólares la tonelada. Se requieren por tanto 320 millones de toneladas de maíz para producir 35 000 millones de galones de etanol.
Según datos de la FAO, la cosecha de maíz de Estados Unidos en el año 2005 se elevó a 280,2 millones de toneladas.
Aunque el Presidente hable de producir combustible a partir de césped o virutas de madera, cualquiera comprende que son frases carentes en absoluto de realismo. Entiéndase bien: ¡35 000 millones de galones significan un 35 seguido de nueve ceros!
Vendrán después bellos ejemplos de lo que en la productividad por hombre y por hectárea alcanzan los experimentados y bien organizados agricultores de Estados Unidos: el maíz convertido en etanol; los residuos de ese maíz convertidos en alimento animal con 26% de proteína; el excremento del ganado utilizado como materia prima para la producción de gas. Desde luego, esto es después de cuantiosas inversiones al alcance sólo de las empresas más poderosas, en las que todo se tiene que mover sobre la base de consumo de electricidad y combustible. Aplíquese esta receta a los países del Tercer Mundo y verán cuántas personas dejarán de consumir maíz entre las masas hambrientas de nuestro planeta. O algo peor: présteseles financiamiento a los países pobres para producir etanol del maíz o de cualquier otro tipo de alimento y no quedará un árbol para defender la humanidad del cambio climático.
Otros países del mundo rico tienen programado usar no sólo maíz, sino también trigo, semillas de girasol, de colza y otros alimentos para dedicarlos a la producción de combustible. Para los europeos, por ejemplo, sería negocio importar toda la soya del mundo a fin de reducir el gasto en combustible de sus automóviles y alimentar a sus animales con los residuos de esa leguminosa, especialmente rica en todos los tipos de aminoácidos esenciales.
En Cuba, los alcoholes se producían como subproducto de la industria azucarera, después de hacerle tres extracciones de azúcar al jugo de caña. El cambio de clima está afectando ya nuestra producción azucarera. Grandes sequías se vienen alternando con lluvias récord, que apenas permiten producir azúcar durante cien días con rendimientos adecuados en los meses de nuestro muy moderado invierno de modo que falta azúcar por tonelada de caña o falta caña por hectárea debido a las prolongadas sequías en los meses de siembra y cultivo.
En Venezuela, tengo entendido que usarían el alcohol no para exportar, sino para mejorar la calidad medioambiental de su propio combustible. Por ello, independientemente de la excelente tecnología brasileña para producir alcohol, en Cuba el empleo de tal tecnología para la producción directa de alcohol a partir del jugo de caña no constituye más que un sueño o un desvarío de los que se ilusionan con esa idea. En nuestro país, las tierras dedicadas a la producción directa de alcohol pueden ser mucho más útiles en la producción de alimentos para el pueblo y en la protección del medio ambiente.
Todos los países del mundo, ricos y pobres, sin excepción alguna, podrían ahorrarse millones de millones de dólares en inversión y combustible simplemente cambiando todos los bombillos incandescentes por bombillos fluorescentes, algo que Cuba ha llevado a cabo en todos los hogares del país. Eso significaría un respiro para resistir el cambio climático sin matar de hambre a las masas pobres del mundo.
Como puede observarse, no uso adjetivos para calificar al sistema y a los dueños del mundo. Esa tarea la saben hacer excelentemente bien los expertos en información y los hombres de ciencias socioeconómicas y políticas honestos que en el mundo abundan y que constantemente hurgan en el presente y el porvenir de nuestra especie. Basta una computadora y el creciente número de redes de Internet.
Hoy conocemos por primera vez una economía realmente globalizada y una potencia dominante en el terreno económico, político y militar, que en nada se parece a la Roma de los emperadores.
Algunos se preguntarán por qué hablo de hambre y sed. Respondo: no se trata de la otra cara de una moneda, sino de varias caras de otra pieza, como pueden ser un dado con seis caras, o un poliedro con muchas más caras.
Acudo en este caso a una agencia oficial de noticias, fundada en 1945 y generalmente bien informada sobre los problemas económicos y sociales del mundo: la TELAM. Textualmente, dijo:
"Cerca de 2 mil millones de personas habitarán dentro de apenas 18 años en países y regiones donde el agua sea un recuerdo lejano. Dos tercios de la población mundial podrían vivir en lugares donde esa escasez produzca tensiones sociales y económicas de tal magnitud que podrían llevar a los pueblos a guerras por el preciado ‘oro azul’.
"Durante los últimos 100 años, el uso del agua ha aumentado a un ritmo más de dos veces superior a la tasa de crecimiento de la población.
"Según las estadísticas del Consejo Mundial del Agua (WWC, por sus siglas en inglés), se estima que para el 2015 el número de habitantes afectados por esta grave situación se eleve a 3 500 millones de personas.
"La Organización de Naciones Unidas celebró el 23 de marzo el Día Mundial del Agua, llamando a enfrentar desde ese mismo día la escasez mundial del agua bajo la coordinación de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), con el objetivo de destacar la creciente importancia de la falta de agua a nivel mundial y la necesidad de una mayor integración y cooperación que permitan garantizar una gestión sostenida y eficiente de los recursos hídricos.
"Muchas regiones del planeta sufren una escasez severa de agua, viviendo con menos de 500 metros cúbicos por persona por año. Cada vez son más las regiones que padecen la falta crónica del vital elemento.
"Principales consecuencias de la escasez de agua son la insuficiente cantidad de ese precioso líquido para la producción de alimentos, la imposibilidad de desarrollo industrial, urbano y turístico y problemas de salud."
Hasta aquí el cable de TELAM.
Dejo de mencionar en este caso otros importantes hechos, como los hielos que se derriten en Groenlandia y en la Antártica, los daños en la capa de ozono y la creciente cantidad de mercurio en muchas especies de peces de consumo habitual.
Hay otros temas que pueden abordarse, pero simplemente pretendo con estas líneas hacer un comentario sobre la reunión del presidente Bush con los ejecutivos principales de compañías automotrices norteamericanas.
Marzo 28 del 2007
Fidel Castro
15 de diciembre de 2009
La calidad de lo que comemos dependen de nosotros: Hay que evitar el consumo de alimentos transgénicos
La calidad de lo que comemos dependen de nosotros: Hay que evitar el consumo de alimentos transgénicos
Dulce Karina Fierros Barquera
Movimiento Descrecimiento UNAM
Desde hace ya varias semanas hemos escuchado por muchos medio de difusión el fuerte rechazo o apoyo a la compra, venta y producción en México de maíz transgénico, además de los daños que su consumo puede ocasionar no solo al cuerpo humano de quién lo come, sino a la economía de muchos campesinos, ya de por si desprotegido por una política agraria y alimentaria insuficiente y estúpida.
Pero considero que aún es insuficiente nuestro conocimiento no solo sobre que es el maíz transgénico, las leyes propuestas que lo apuntalan y las empresas que lo apoyan, sino en la práctica, en el momento de consumir, saber en realidad que estamos comiendo.
Es por esa razón que me pareció muy interesante encontrar y por ende difundir el presente documento emitido por la organización Greenpeace México, en el cual explican algunos de estos elementos.
Este documento emana de la MARCHA EN CONTRA DEL MAÍZ TRANSGENICO realizada en días pasados en el centro de la ciudad organizada por Greenpeace, bajo el lema “Transgénicos en mi mesa ¡NO!”.
En la cual explicaban que en México estamos comiendo transgénicos sin saberlo. A ello se suman múltiples productos con sustancias nocivas o que carecen de los atributos con que se anuncian. En contraste, en diversas regiones del país se están organizando redes de personas que buscan otras formas de consumo. Estos son los ámbitos en que dentro de la campaña de Transgénicos aborda el área de Consumidores de dicha organización.
De esta reunión se desprende un documento en el cual explican claramente que es el maíz transgénico y lo más importante, que alimentos los contienen.
Es por eso que exhorto a que revisen el documento, son 26 hojas que más que quitarles su tiempo, pueden no sólo salvar la salud de su cuerpo sino la de su familia, así como la soberanía alimentaria de nuestro país y la economía de muchos campesinos mexicanos.
Respondamos a la propuesta de …
¡Ejerce tu poder como consumidor! ¡La fuerza de tu bolsillo puede lograr una alimentación sana, confiable y segura para todos!
Para más información, pueden revisar
http://www.greenpeace.org/mexico/campaigns
Dulce Karina Fierros Barquera
Movimiento Descrecimiento UNAM
Desde hace ya varias semanas hemos escuchado por muchos medio de difusión el fuerte rechazo o apoyo a la compra, venta y producción en México de maíz transgénico, además de los daños que su consumo puede ocasionar no solo al cuerpo humano de quién lo come, sino a la economía de muchos campesinos, ya de por si desprotegido por una política agraria y alimentaria insuficiente y estúpida.
Pero considero que aún es insuficiente nuestro conocimiento no solo sobre que es el maíz transgénico, las leyes propuestas que lo apuntalan y las empresas que lo apoyan, sino en la práctica, en el momento de consumir, saber en realidad que estamos comiendo.
Es por esa razón que me pareció muy interesante encontrar y por ende difundir el presente documento emitido por la organización Greenpeace México, en el cual explican algunos de estos elementos.
Este documento emana de la MARCHA EN CONTRA DEL MAÍZ TRANSGENICO realizada en días pasados en el centro de la ciudad organizada por Greenpeace, bajo el lema “Transgénicos en mi mesa ¡NO!”.
En la cual explicaban que en México estamos comiendo transgénicos sin saberlo. A ello se suman múltiples productos con sustancias nocivas o que carecen de los atributos con que se anuncian. En contraste, en diversas regiones del país se están organizando redes de personas que buscan otras formas de consumo. Estos son los ámbitos en que dentro de la campaña de Transgénicos aborda el área de Consumidores de dicha organización.
De esta reunión se desprende un documento en el cual explican claramente que es el maíz transgénico y lo más importante, que alimentos los contienen.
Es por eso que exhorto a que revisen el documento, son 26 hojas que más que quitarles su tiempo, pueden no sólo salvar la salud de su cuerpo sino la de su familia, así como la soberanía alimentaria de nuestro país y la economía de muchos campesinos mexicanos.
Respondamos a la propuesta de …
¡Ejerce tu poder como consumidor! ¡La fuerza de tu bolsillo puede lograr una alimentación sana, confiable y segura para todos!
Para más información, pueden revisar
http://www.greenpeace.org/mexico/campaigns
11 de diciembre de 2009
Necesidades
MARZO DE 2002
LETRAS LIBRES
NECESIDADES
POR IVAN ILLICH
Un mundo adicto al progreso es un mundo esencialmente insatisfecho al que definen sus carencias, sus necesidades, afirma Iván Illich en este ensayo. Su obra, que incluye libros como el Diccionario del desarrollo (Wolfgang Sachs, 1992), será próximamente publicada por el F.C.E.
Independientemente del lugar por donde Ud. viaje, el paisaje es reconocible. Todos los lugares del mundo están abarrotados de torres de enfriamiento y parques de estacionamiento, agronegocios y megaciudades. Pero ahora que el desarrollo está terminando —la Tierra era el planeta equivocado para esta clase de construcción— los proyectos de crecimiento se están transformando rápidamente en ruinas, en basura, entre las cuales tenemos que aprender a vivir. Hace veinte años las consecuencias del culto al crecimiento parecían ya "contrarias a la intuición". Hoy la revista Time las publicita en sus artículos centrales con historias apocalípticas. Pero nadie sabe cómo vivir con estos espantosos nuevos jinetes del Apocalipsis, muchos más de cuatro —clima cambiante, agotamiento genético, contaminación, ruptura de varias inmunidades, niveles crecientes del mar y millones de desplazados. Aun para tratar estos asuntos queda uno atrapado entre el dilema imposible de fomentar el pánico o el cinismo. Pero aún más difícil que sobrevivir con estos cambios en el ambiente es el horror de vivir con los hábitos de necesitar que, por décadas, ha establecido el desarrollo. Las necesidades que la danza de la lluvia del desarrollo provocó no sólo justificaron la expoliación y el envenenamiento de la Tierra: también actuaron en un nivel más profundo. Transformaron la naturaleza humana. Convirtieron la mente y los sentidos del homo sapiens en los del homo miserabilis. Las "necesidades básicas" pueden ser el legado más insidioso que deja el desarrollo.
La transformación ocurrió en un par de centurias. Durante este tiempo la certidumbre radical fue el cambio, a veces llamado progreso, otras veces desarrollo, otras crecimiento. En este proceso secular los hombres aducían haber descubierto "recursos" en la cultura y en la naturaleza —en lo que habían sido sus ámbitos de comunidad— y los convirtieron en valores económicos. El historiador de la escasez relata la historia. Como la crema batida que se convierte bruscamente en mantequilla, el homo miserabilis aparece, casi de la noche a la mañana, como una mutación del homo oeconomicus, el protagonista de la escasez. La generación posterior a la Segunda Guerra Mundial presenció este cambio de estado en la naturaleza humana, del hombre común al hombre necesitado. La mitad de todos los individuos nacidos sobre la Tierra como homo son de esta nueva clase.
Las estimaciones arqueológicas colocan el número total de individuos adultos pertenecientes al homo sapiens que alguna vez vivieron en el planeta en no más de cinco mil millones. Vivieron entre los comienzos de la Edad de Piedra, en que fueron pintadas las escenas de caza de Lascaux, y el día en que Picasso estremeció al mundo con el horror de Guernica. Constituyeron diez mil generaciones y vivieron en miles de estilos de vida diferentes, hablando innumerables lenguas distintas. Fueron esquimales y pastores, romanos y mongoles, marineros y nómades. Cada modo de vida encuadró la condición única de ser humano de modo distinto: en torno de la azada, del huso, de las herramientas de madera, bronce o hierro. Pero en cada caso, ser humano significó el sometimiento comunitario a la regla de la necesidad en este sitio particular, en este momento particular. Cada cultura tradujo esta regla de la necesidad a un estilo diferente. Y cada visión de la necesidad fue expresada de manera diferente —fuera esto para enterrar a los muertos o exorcizar los temores. Esta enorme variedad de culturas da fe de la plasticidad del deseo y el anhelo que es saboreado tan diferentemente en cada individuo y cada sociedad. La fantasía llevó a los polinesios en sus botes a cruzar miles de kilómetros de océano. Llevó a los toltecas de México a construir templos en sus puestos de avanzada en Wisconsin, a los musulmanes de Mongolia Exterior a visitar la Caaba y a los escoceses la Tierra Santa. Pero a pesar de todas las formas de angustia y espanto, terror y éxtasis, lo desconocido tras la muerte, nada indica que la mitad de la humanidad ancestral experimentó algo como lo que damos por descontado bajo el nombre de necesidad.
La segunda —y mayor— parte de la humanidad nació en la época que puedo recordar, después de Guernica, en 1936. La mayoría de las personas que ahora son adultas son adictas a la energía eléctrica, a las ropas de telas sintéticas, a la comida chatarra y a los viajes. Viven más tiempo, pero si debemos creer a los osteopalentólogos que escudriñan los cementerios para estudiar los huesos, la segunda mitad de la humanidad contiene una gran proporción de gente desnutrida y físicamente impedida. Y la mayor parte de estos cinco mil millones actualmente vivos aceptan sin cuestionamiento su condición humana como dependiente de bienes y servicios, dependencia que ellos llaman necesidad. En justamente una generación, el hombre necesitado —homo miserabilis— se ha convertido en la norma.
El movimiento histórico de Occidente bajo la bandera de la evolución / progreso / crecimiento / desarrollo, descubrió y luego prescribió las necesidades. En este proceso podemos observar una transición del hombre chapucero afanoso al hombre adicto a las necesidades. Divido este ensayo en dos partes. En la primera reúno algunas observaciones sobre la fenomenología de las necesidades, y en la segunda trazo la historia del homo miserabilis como es reflejado por el término "necesidades" en el contexto del discurso oficial sobre el desarrollo iniciado por el presidente Harry Truman.
Ni necesidades ni deseos
Es difícil hablar convincentemente sobre la historicidad de las necesidades. La existencia de necesidades humanas especificables y medibles ha devenido tan natural que estamos preparados a atribuir la necesidad de oxígeno a cierta bacteria, mientras al mismo tiempo reservamos una sonrisa condescendiente para Alberto Magno, quien habló sobre el deseo de una piedra pesada de caer hacia abajo hasta alcanzar el centro de la Tierra.
La condición humana ha llegado a ser definida por las necesidades comunes a todos sus miembros. Para la nueva generación, las necesidades que son comunes a hombres y mujeres, amarillos y blancos —más que la dignidad común o la redención común en Cristo o algún otro Dios—, son el distintivo y la manifestación de la comunidad humana. Con benevolencia inescrupulosa, las necesidades son imputadas a otros. La nueva moralidad basada en la imputación de las necesidades básicas ha sido mucho más exitosa en ganar la lealtad universal que su predecesor histórico, la imputación de una necesidad católica de salvación eterna. Como resultado, las necesidades han devenido el fundamento universal de las certezas sociales comunes que relegan los supuestos culturales y religiosos heredados sobre la limitación humana, al dominio de lo que se llama valores personales que, en el mejor de los casos, merece un respeto tolerante. La diseminación de las necesidades que el desarrollo moderno ha forjado no se detendrá con el fin del discurso del desarrollo.
Es más fácil desechar los rascacielos con ineficientes acondicionadores de aire de San Juan de Puerto Rico que extinguir el anhelo por un clima artificial. Y una vez que este anhelo se ha convertido en una necesidad, el descubrimiento del confort en una isla expuesta a los vientos alisios se hará muy difícil. El derecho al pleno empleo habrá sido considerado como un objetivo imposible antes de haber desmontado la necesidad de las mujeres de tener un empleo de tiempo completo. Veinte años después del reconocimiento público de que las prescripciones médicas son marginales a la salud de una nación, el costo de una medicina profesional insalubre continúa sobrepasando el de un estilo de vida saludable. Será más fácil lograr un consenso en las Naciones Unidas en que la época del desarrollo ha llegado a su fin, que en que es tiempo de desligar la paz y la justicia de la satisfacción organizada de las necesidades, que en que se acepte la idea de que las necesidades son un hábito social adquirido en el siglo XX, y un hábito que requiere ser abandonado en el próximo siglo.
Para gente formada en el clima moral de los últimos cincuenta años, los cuestionamientos sobre la condición imaginaria de las necesidades suenan ofensivos al hambriento, destructivos de la base común de moralidad que tenemos, y adicionalmente inútiles. Esta gente necesita que se le recuerde que la reconstrucción social del homo sapiens (el hombre sabio y de buen sentido) en el hombre necesitado ha transformado la situación de la necesidad. De ser parte esencial de la condición humana, la necesidad fue transformada en un enemigo o en un mal.
Las décadas del desarrollo pueden ser entendidas como la época en la cual, a un costo inmenso, se ha celebrado una ceremonia de alcance mundial para ritualizar el fin de la necesidad. Escuelas, hospitales, aeropuertos, instituciones correccionales y mentales, los medios de comunicación, pueden ser entendidos como redes de templos construidos para consagrar la deconstrucción de las carencias y la conversión de los deseos en necesidades. Bien avanzada la era industrial, para la mayor parte de los seres que viven en culturas de subsistencia, la vida estaba aún predicada sobre el reconocimiento de límites que justamente no podían ser transgredidos. La vida estaba limitada dentro del dominio de necesidades inmutables. El suelo producía solamente cosechas conocidas; el viaje al mercado tomaba tres días; el hijo podía inferir del padre lo que sería el futuro. Pues "carencia" significaba necesariamente "cómo las carencias deben ser". Tales carencias, con el significado de necesidades, tenían que ser toleradas.
Cada cultura tiene la gestalt social asumida por la aceptación de carencias en un lugar y en una generación particulares. Cada una era la expresión histórica de una celebración singular de la vida dentro de un arte de sufrir que hacía posible celebrar las necesidades. Lo que mediaba entre el deseo y el sufrimiento difería de cultura a cultura. Podía ser buena o mala estrella —o pura suerte; bendiciones ancestrales y maldiciones— o karma personal; brujería y malos espíritus —o providencia. En una economía moral de subsistencia, la existencia de los deseos se da por descontada tanto como la certeza de que no podrían ser aplacados.
Cuando las necesidades ocurren en el discurso moderno del desarrollo, sin embargo, no son carencias ni deseos. Desarrollo es la palabra para una promesa, para una garantía ofrecida para romper la regla de la necesidad, utilizando los nuevos poderes de la ciencia, la tecnología y la política. Bajo la influencia de esta promesa, también los deseos han cambiado su condición. La esperanza de que se logre lo bueno ha sido reemplazada por la expectativa de que las necesidades serán definidas y satisfechas. Enfáticamente, las expectativas se refieren a un "todavía no" que es diferente a las esperanzas. La esperanza surge de la necesidad que promueve el deseo. La esperanza orienta hacia lo impredecible, lo inesperado, lo sorpresivo. Las expectativas brotan de las necesidades fomentadas por la promesa del desarrollo. Ellas orientan hacia reclamos, derechos y demandas. La esperanza apela a la arbitrariedad de un otro personal, sea éste humano o divino. Las expectativas cuentan con la operación de sistemas impersonales que van a entregar nutrición, cuidado de la salud, educación, seguridad y más. La esperanza enfrenta lo impredecible, la expectativa lo probable.
Las esperanzas se transforman en expectativas. Los deseos se transforman en reclamos cuando las necesidades languidecen a la luz del desarrollo. Cuando esto ocurre, la esperanza y el deseo aparecen como vestigios irracionales de una época oscura. El fenómeno humano ha dejado de ser definido como el arte de sufrir de necesidad; ahora se entiende como la medida de las carencias imputadas que se traducen en necesidades.
Esta traducción, para la mayor parte del planeta, ha ocurrido en los últimos treinta años. Las necesidades se han convertido sólo muy recientemente en una experiencia universal, y sólo justo ahora ha comenzado la gente a hablar de sus necesidades de abrigo, educación, amor e intimidad personal. Hoy se ha hecho casi imposible negar la existencia de las necesidades. Bajo la hipótesis tácita del desarrollo, un bypass cardiaco ya no se ve como un desenfrenado deseo o un capricho de los ricos. En el contexto de una obstinada rebelión contra la necesidad, el extraño se ha convertido en el catalizador que amalgama deseo y transgresión en la realidad sentida de una necesidad. Paradójicamente, esta realidad adquiere su legitimidad absoluta solamente cuando las necesidades que experimento son atribuidas a extraños, aun si es obvio que para la mayoría de ellos no pueden ser satisfechas. Las necesidades, entonces, aparecen como la condición normal del homo miserabilis. Representan algo que está definitivamente fuera del alcance de la mayoría. Para ver cómo se llegó a este atolladero es instructivo trazar las etapas mediante las cuales la noción de necesidades fue relacionada al desarrollo económico y social durante las décadas recientes.
Las "necesidades" en el discurso del desarrollo
La búsqueda política del desarrollo introdujo las necesidades en el discurso político occidental. El discurso de investidura de 1949 del presidente norteamericano Harry Truman sonaba enteramente creíble cuando invocaba la necesidad de la intervención de los Estados Unidos de América en naciones extranjeras para realizar el "progreso industrial" del mundo. Él no mencionó la palabra revolución. Su propósito era "aliviar la carga de los pobres" y esto podía lograrse produciendo "más alimentos, más vestidos, más materiales de construcción y más potencia mecánica". Él y sus consejeros consideraban "la mayor producción como la clave de la prosperidad y de la paz".1 Habló de aspiraciones legítimas, no de necesidades. En realidad Truman estaba muy lejos de imputar al pueblo por doquier un conjunto católico de necesidades definidas que demandan la satisfacción que el desarrollo debe traer.
Cuando habló Truman, la pobreza —en los términos de una economía de mercado— era aún el destino común de la abrumadora mayoría en el mundo. Sorpresivamente, unas pocas naciones aparecían como habiendo superado esta fatalidad y, en consecuencia, estimulando el deseo de los otros de hacer lo mismo. El sentido común de Truman lo llevó a creer que era aplicable una ley universal del progreso, no solamente para individuos o grupos aislados, sino para toda la humanidad en su conjunto, a través de las economías nacionales. De esta manera, utilizó el término "subdesarrollado" para entidades sociales colectivas, y habló de la necesidad de crear "una base económica" capaz de satisfacer "las expectativas que el mundo moderno ha despertado" en los pueblos de todo el planeta.2
Doce años después, los norteamericanos escucharon que: "gentes en chozas y aldeas en la mitad del mundo luchan por romper las cadenas de la miseria masiva... Prometemos ayudarlos a ayudarse a sí mismos... Lo prometemos, no porque busquemos sus votos, sino porque es lo correcto".3 Así hablaba John F. Kennedy en su discurso de investidura de 1961. Donde Truman había notado el despertar de las expectativas, Kennedy percibió la lucha secular de los pueblos contra una realidad nefasta. Además de satisfacer nuevas expectativas, el desarrollo, por tanto, tenía que destruir vínculos heredados. Su declaración simbolizaba un consenso emergente en Estados Unidos de que la mayor parte de la gente es necesitada, que estas necesidades les otorgaban derechos y que estos derechos se convertían en títulos para ser cuidados y que, por lo tanto, imponían deberes a los ricos y los poderosos.
De acuerdo con Kennedy, estas necesidades no eran sólo de naturaleza económica. Las naciones "pobres" "han reconocido la necesidad de un programa intensivo de autoayuda", una necesidad de "progreso social que es condición indispensable para el crecimiento, no un sustituto para el desarrollo económico... Sin desarrollo social, la gran mayoría de los pueblos permanecen en la pobreza, mientras que los pocos privilegiados cosechan los beneficios de la creciente abundancia".4
Un año después de la llegada de Fidel Castro al poder, Kennedy prometió más que una simple ayuda económica o técnica: se comprometió solemnemente a la intervención política —"ayuda en una revolución pacífica de la esperanza". Además, él continuó hasta adoptar completamente la retórica convencional prevaleciente en la economía política. Tuvo que concordar con Jruschov, quien le dijo en Viena: "el continuo proceso revolucionario en varios países es el statu quo, y quienquiera que trate de detener ese proceso no solamente está alterando el statu quo, sino que es un agresor".5 Entonces Kennedy subrayó "las condiciones chocantes y urgentes" y la necesidad de una "alianza para el progreso social". Para Truman era el mundo moderno el "que despertaba nuevas aspiraciones", y enfocaba la atención en "aligerar la carga de su pobreza". Kennedy creía que la mitad del mundo "vive encadenado por la miseria" con un sentido de injusticia "que alimenta la inquietud política y social". En la perspectiva de la Casa Blanca de 1960, la pobreza dejaba de ser un destino; se había convertido en un concepto operacional: el resultado de condiciones social y económicamente injustas, la falta de educación moderna, la persistencia de tecnología inadecuada y atrasada. La pobreza se veía ahora como una plaga, como algo que ameritaba terapia, un problema por resolver.
En 1962, las Naciones Unidas empezaron a operacionalizar la pobreza. El secretario general se refería a "aquellos pueblos que viven debajo de un nivel mínimo aceptable". Daba crédito a dos nociones: la humanidad podía ahora ser dividida entre aquellos por encima y aquellos por debajo de un nivel medible; y se convocó entonces a una nueva clase de burocracia para establecer los criterios de lo que es aceptable y de lo que no lo es. El primer instrumento que se creó para establecer estos patrones fue llamado el producto nacional bruto (PNB). Este dispositivo, que fue usado por primera vez públicamente a fines de los años 40, es una sorprendente batidora de huevos mental que agrega todos los bienes y todos los servicios producidos por toda la gente y define la tortilla resultante como el valor bruto de una nación. Esta mescolanza nacional bruta extrae de la realidad aquellas características, y sólo aquellas, que los economistas pueden digerir. A fines de los 70 era obvio que, bajo la égida del desarrollo, la mayoría de la gente se empobrecía a medida que el PNB crecía.
En 1973 el presidente del Banco Mundial declaraba que "el progreso medido con una única vara, el PNB, ha contribuido significativamente a exacerbar las desigualdades en la distribución del ingreso". Por esta razón, McNamara declaró que el objetivo central de las políticas de desarrollo debía ser el "ataque a la pobreza absoluta" que resultaba del crecimiento económico y que afectaba a "40% de los aproximadamente 2,000 millones de individuos que viven en las naciones en desarrollo". Según él, este efecto colateral del desarrollo es "tan extremo que degrada las vidas de los individuos por debajo de las normas mínimas de la decencia humana".6 Él estableció un grupo de asesores dentro del Banco Mundial que comenzó a traducir esas "normas de decencia humana" en medidas técnicas de necesidades específicas, descorporizadas, que podían expresarse en términos monetarios. La referencia a las "necesidades" se convirtió en el método por el cual, de allí en adelante, los científicos sociales y los burócratas podían distinguir entre el mero crecimiento y el verdadero desarrollo.
En la medida que la pobreza había sido un sinónimo de la condición humana, se la entendió como un hecho omnipresente en el panorama social de toda cultura. En primer lugar y sobre todo, se refiere a las condiciones precarias en las que la mayoría de la población debe sobrevivir la mayor parte del tiempo. La pobreza era un concepto general para una interpretación cultural específica de la necesidad de vivir dentro de muy estrechos límites, definidos diferentemente para cada lugar y tiempo. Era el nombre para un estilo singular y ecológicamente sustentable de hacer frente a una necesidad históricamente dada, más que técnicamente construida: la "necesidad" de enfrentar lo inevitable, no una carencia. La pobreza, en la Europa cristiana por lo menos, era reconocida como el destino inevitable de quienes no tenían poder. Denota la situación ontológica de todos aquellos que "necesitan morir... pero no ahora". Ciertamente ni el poder, ni la riqueza, ni la pobreza estaban relacionadas con la productividad de los grupos o de la gente.
Esta necesidad de aceptar la fatalidad, el destino, la providencia, la voluntad de Dios, había sido erosionada con la difusión de la Ilustración. En los comienzos del siglo XX, perdió mucho de su legitimidad a medida que el progreso vino a ser el nombre de la revuelta tecnológica y política contra todas las ideologías que reconocen el imperio de la necesidad. Ya en la época del vapor, el ingeniero había devenido el símbolo de la liberación, un Mesías que conduciría a la humanidad a conquistar la naturaleza. A comienzos del siglo XX, la sociedad misma había devenido el sujeto de la ingeniería manipuladora. Pero ésta era solamente la traducción social del progreso en el desarrollo profesionalmente guiado, que hizo de la rebelión contra la necesidad una infección programada. Nada muestra esto más claramente que la identificación de la caridad con el patrocinio técnico del progreso, como se refleja en las encíclicas sociales del papa Paulo VI. Este Papa era profundamente devoto de San Francisco de Asís, el esposo de la Virgen de la Pobreza. Y a pesar de ello, instruyó a sus fieles sobre el deber de incrementar la productividad y de asistir a otros en su desarrollo.
Las naciones individuales deben levantar el nivel de la cantidad y la calidad de la producción para dar a la vida de todos sus ciudadanos una verdadera dignidad humana y dar asistencia al desarrollo común de la raza humana.7
El desarrollo completo del individuo debe unirse al de la raza humana y debe ser logrado por esfuerzo mutuo.8
En frases de esta clase los conductores religiosos de todas las denominaciones, matices y creencias políticas han dado su bendición a la revuelta contra la condición humana. Paulo VI es notable porque, en cierta manera, se adelantó a la izquierda. En esta encíclica el Papa, sin embargo, aún habla en el lenguaje de los años 50. Como para Truman, la pobreza para él representaba una clase de terreno común: una condición de la cual parte el progreso.
Hacia 1970 la pobreza en el lenguaje público había adquirido una nueva connotación: la de un umbral económico. Y esto cambió su naturaleza para los humanos modernos. La pobreza empezó a representar una medida de la carencia personal en términos de artículos "necesitados" y aún más en "servicios necesitados". Definiendo como pobres aquellos a quienes les falta lo que el dinero puede comprar para ellos, para hacerlos "completamente humanos", la pobreza, en la ciudad de Nueva York como en Etiopía, devino una medida abstracta universal de subconsumo.9 Aquellos que sobreviven a pesar del subconsumo indexado fueron de esta manera ubicados en una nueva categoría infrahumana, y percibidos como víctimas de una doble atadura. Su subsistencia de facto resultó casi inexplicable en la terminología económica, mientras que sus actividades de subsistencia reales llegaron a ser rotuladas como infrahumanas si no eran francamente vistas como inhumanas e indecentes.
Los políticos incorporaron la línea de pobreza en sus plataformas y los economistas comenzaron a explorar el significado teórico de este umbral inelástico. En la teoría económica es impropio hablar de necesidades (económicas) debajo de un nivel de ingresos en que las demandas han llegado a ser sustancialmente inconmensurables. Gente que ha perdido su subsistencia fuera de la economía monetaria, y que bajo estas condiciones tiene sólo acceso ocasional y mínimo al dinero, carece de la capacidad de comportarse según la racionalidad económica; por ejemplo, no pueden permitirse intercambiar alimentos por abrigo, o por vestido o herramientas. No son miembros de la economía, ni son capaces de vivir, sentir y actuar como lo hacían antes de perder el apoyo de una economía moral de subsistencia. La nueva categoría de inválidos económicos así definida puede de hecho sobrevivir, pero no comparte plenamente las características del homo oeconomicus. Ellos existen —en todo el mundo— pero son marginales, no solamente con respecto a la economía nacional, sino en relación con la misma humanidad moderna, pues ésta, desde los tiempos de Mandeville, ha sido definida en términos de la capacidad de elegir bajo el supuesto de la escasez. A diferencia de sus antepasados, ellos tienen necesidades económicas urgentes, y, a diferencia de los legítimos participantes en la economía moderna —independientemente de cuán pobres sean—, se les niega cualquier elección entre satisfacciones alternativas, según se implica en el concepto de necesidad económica.
No sorprende que las "características poblacionales" comenzaran a figurar en el cálculo del desarrollo. Las poblaciones cesaron de ser el objeto exógeno para el cual se podía planear el desarrollo. En vez de ello se convierten en cifras como las variables endógenas, al lado del capital y de los recursos naturales. Mientras, a comienzos de los años 50, el problema de los países en desarrollo era visto esencialmente como un problema de riqueza productiva, hacia el final de esa década se reconoció ampliamente que el factor crucial no era la producción, sino más bien la capacidad de producir que es inherente a la gente.10 La gente se convirtió así en ingrediente legítimo del crecimiento económico. Ya no era necesario distinguir desarrollo económico y social, puesto que el desarrollo —como distinto de un crecimiento del PNB— tenía que incluir automáticamente a ambos. Las personas insuficientemente calificadas o capitalizadas eran objeto de mención, cada vez más frecuente, como una carga o freno para el desarrollo. Este tercer paso evolutivo, que integra el factor humano en el cálculo del crecimiento económico, tiene una historia que arroja luz sobre la semántica de la palabra necesidades.
A mediados de los años 50, los economistas, bajo la influencia de W. Arthur Lewis, habían comenzado a argumentar que ciertos componentes de los servicios médicos y educacionales no debían ser entendidos como consumo personal, porque eran requisitos necesarios del desarrollo económico.11 Las grandes diferencias en los resultados de políticas de desarrollo similares, en países con el mismo nivel de ingreso monetario, no podían explicarse sin prestar atención a las inversiones hechas en los seres humanos. La calidad y distribución del adiestramiento, bienestar físico, disciplina social y participación llegaron a ser llamados "el factor residual". Independientemente de las cantidades de capital y trabajo disponibles, el desarrollo económico pareció pender de estas calificaciones sociales de los pueblos en términos de su importancia para la economía. El progreso económico a mediados de los años 60 estaba condicionado por la capacidad de instilar, en grandes grupos profesionales, la necesidad de "calificaciones laborales". La educación, la salud pública, la información pública y la administración de personal fueron discutidos prominentemente como otros tantos sectores de la "planeación de la fuerza laboral". Líderes de los movimientos populares que promovían la "concientización", desde Trivandrum hasta Brasil, en efecto, sostenían la misma idea: hasta que la gente reconociera sus necesidades, no podía contribuir al crecimiento de las fuerzas productivas.
La euforia no duró. Durante los años 70, dos observaciones empíricas cualificaban el concepto de capital humano12 que se había desarrollado en los años 60. De un lado, la hipótesis de que el valor de los servicios educacionales o médicos se refleja directamente en calificaciones laborales perdió mucho de su credibilidad. No se pudo encontrar ninguna prueba de que la inversión en escuelas o clínicas estaba conectada causalmente con la aparición de gente más productiva. Por otro lado, la teoría del valor trabajo perdió su significado aun en el sentido débil con que había entrado en la economía dominante. Se hizo obvio que, independientemente de las calificaciones laborales disponibles, el sector moderno no podría ser suficientemente intensivo en trabajo para proveer suficientes puestos que justificaran la redistribución del ingreso económicamente necesaria, implicada por el gasto del servicio social. Y ninguna estrategia de desarrollo orientada al empleo concebible pudo crear el trabajo pagado que emplearía el tercio menos beneficiado de la población en todas salvo las más excepcionales naciones en desarrollo. Como resultado, los planificadores, durante los años 80, transpusieron la melodía del desarrollo a una cuarta clave. Bajo diversas designaciones, emprendieron la colonización económica del sector informal. Que la gente que haya llegado a ser consciente de sus necesidades se valga por sí misma para satisfacerlas.
Se puso un nuevo énfasis en los incentivos para actividades que mantendrían a la gente atareada en el mercado negro, en la economía de trueque o su automantenimiento en el "sector tradicional". Sobre todo, el trabajo oscuro llegó a ser cuantitativamente más importante, no sólo en la práctica sino también en la política. Por trabajo oscuro me refiero a la realización de actividades no pagadas, que en las sociedades de mercado intensivo son necesarias para transformar mercancías compradas en bienes consumibles. Finalmente, las actividades de autoayuda, que en 1960 pasaban como de segunda clase, pasaron a integrar un sector de crecimiento favorito de los planificadores y organizadores durante los años 80. Este es el contexto dentro del cual debe interpretarse la resurrección del discurso sobre las necesidades.
Bajo la máscara de la compasión
El desarrollo se puede visualizar como un proceso por el cual la gente es sacada de sus ámbitos de comunidad culturales tradicionales. En esta transición, los vínculos culturales son disueltos, aunque la cultura pueda continuar matizando el desarrollo de manera superficial —basta observar solamente las poblaciones rurales trasplantadas recientemente a las megaciudades del Tercer Mundo. El desarrollo puede ser imaginado como un golpe de viento que empuja a la gente fuera de su sitio, fuera de su espacio familiar y la ubica en una plataforma artificial, en una nueva estructura de vida. A fin de sobrevivir en esta base expuesta y elevada, la gente es compelida a alcanzar nuevos niveles mínimos de consumo, por ejemplo, en educación formal, en medidas de salud pública, en frecuencia en el uso del transporte y en alquiler de casa. El proceso global usualmente queda expresado en el lenguaje de la ingeniería: la creación de infraestructura, la construcción y coordinación de sistemas, diversas etapas del crecimiento, escaleras sociales. Aun el desarrollo rural es discutido en este lenguaje urbano.
Bajo el gran peso de las nuevas estructuras, el cimiento cultural de la pobreza no puede permanecer intacto: se quiebra. La gente es forzada a vivir en una costra frágil, debajo de la cual acecha algo enteramente nuevo e inhumano. En la pobreza tradicional, la gente podía confiar en encontrar un colchón cultural. Y había siempre el nivel del suelo del cual depender, como ocupante ilegal o mendigo. De este lado de la sepultura nadie puede caer más abajo que el piso. El infierno era un verdadero pozo, pero era para aquellos que no habían compartido con el pobre en esta vida y deberían sufrirlo después de la muerte. Esto ya no vale. Los marginales modernizados no son mendigos ni holgazanes. Ellos han sido embaucados por las necesidades que les atribuye algún "alcahuete de la pobreza".13 Han caído por debajo de la línea de pobreza y cada año que pasa disminuyen sus probabilidades de volver a levantarse por encima de la línea para satisfacer las necesidades que ahora se atribuyen a sí mismos.
El bienestar no es un colchón cultural. Es una mediación sin precedentes de recursos escasos mediante agentes que no solamente definen lo que es necesidad, y certifican dónde existe, sino que además supervisan de cerca su remedio —con la aprobación de los necesitados o sin ella. El seguro social no es la confianza en el soporte comunitario en caso de desastre. Más bien es una de las formas últimas de control político en una sociedad en que la protección contra riesgos futuros es valorada como mayor que la presente satisfacción o alegría. Las necesidades, discutidas como criterios para las estrategias de desarrollo, claramente no tienen nada que ver ni con las necesidades tradicionales ni con los deseos, como he sugerido anteriormente. Y, sin embargo, durante la segunda y la tercera "décadas del desarrollo", millones de personas han aprendido a experimentar su pobreza en términos de las necesidades operacionalizadas no satisfechas.
Paradójicamente, "las necesidades" llegaron a ser el distintivo más potente a pesar del hecho de que, para el economista oficial, "la necesidad" es una palabra inexistente. La teoría económica no reconoce que existan cosas tales como las necesidades. Además, la economía puede insistir en que es útil sobre los deseos, preferencias y demandas. Pero "necesidad" es un imperativo moral, psicológico o físico que no tolera ninguna concesión ni ajuste —ni análisis (económico).
La mayoría de los economistas hasta el día de hoy, se declaran incompetentes para incluir las necesidades en sus análisis y prefieren dejar su discusión a filósofos o políticos. Por otra parte, un número creciente de economistas, críticos de la teoría y la práctica del desarrollo convencionales, ponen en las "necesidades básicas" el fundamento de lo que llegó a ser "el nuevo orden económico".14 Ellos encuentran en las necesidades el término para los requerimientos no negociables, mutuamente inconmensurables, de la naturaleza humana. Basan fuertemente la teoría económica en la condición ontológica del ser humano. Alegan que, a menos que las necesidades básicas sean provistas por la economía, las preferencias económicas, las elecciones y los deseos simplemente no pueden ser efectivamente formulados. Su nuevo orden mundial se construye sobre las bases de una humanidad cuyas necesidades básicas han sido satisfechas gracias a una nueva clase de economía que reconoce su existencia.
Pero antes de que el concepto de necesidades pueda ser incorporado en un argumento económico, debe ser definido y clasificado. Para esta empresa, la teoría de Abraham Maslow de una jerarquía de necesidades, en forma algo retrasada, llegó a ser muy influyente. En verdad, las necesidades de la seguridad física, el afecto, la estima y, últimamente, la autorrealización subyacen en la discusión más reciente como las categorías clave. A diferencia de los deseos que, desde Hobbes, son considerados como iguales entre sí —"desde que son simplemente lo que la gente desea"—, las necesidades son consistentemente discutidas como constituyendo una jerarquía que tiene una condición objetiva y normativa. Generalmente son mencionadas como realidades que esperan ser estudiadas desinteresadamente por los expertos en necesidades. Algunos de los nuevos economistas van tan lejos como para hacer de esta jerarquía de necesidades la piedra angular de una nueva ética. Por ejemplo, Erich Fromm creía que la "sociedad sana" es un arreglo que corresponde a las necesidades del hombre, no necesariamente a lo que él siente como sus necesidades (porque aun los propósitos más patológicos se pueden sentir subjetivamente como lo que una persona quiere más) sino a lo que sus necesidades son objetivamente, como puede comprobarse por el estudio del hombre.15
Hasta ahora, el estudio crítico más completo del discurso de las necesidades y de sus implicaciones ha sido hecho por Marianne Gronemeyer.16 Ella arguye que las necesidades, en su sentido corriente, son una nueva manera de formular la hipótesis de la escasez universal. Siguiendo su argumento, resulta probable que la credibilidad pública de los supuestos económicos, que ya es vacilante, pueda sobrevivir solamente si una nueva economía se reconstruye sobre el supuesto de "necesidades básicas" definibles. Además, Gronemeyer muestra que las necesidades, definidas en términos de criterios ostensiblemente científicos, permiten una redefinición de la naturaleza humana de acuerdo con la conveniencia e intereses de los profesionales que administran y sirven esas necesidades. Una economía basada en carencias —sean de terapia, educación o transporte— lleva ahora, inevitablemente, a niveles intolerables de polarización. Por contraste, una economía basada en necesidades —incluyendo su identificación por expertos y su satisfacción bien administrada— puede proporcionar una legitimidad sin precedentes al uso de esta ciencia en el servicio del control social del hombre "necesitado".
Las necesidades, como término y como idea, ocupan un lugar dentro de la topología mental contemporánea que no existía en la constelación de significados de épocas anteriores. Durante la Segunda Década del Desarrollo, la noción de necesidades comenzó a brillar como una supernova en el firmamento semántico. Como Gronemeyer ha argumentado, la insistencia sobre necesidades básicas ha definido ahora el fenómeno humano mismo como divisible —el discurso de las necesidades implica que uno puede devenir más o menos humano. Es una herramienta tan normativa y de doble filo como una droga poderosa. Al definir nuestra humanidad común por necesidades comunes, reducimos al individuo a un mero perfil de sus necesidades.
De necesidades a requerimientos
Así como la idea de progreso de la Ilustración preparó el terreno para lo que ciertamente ocurriría casi inevitablemente, la gestión del cambio social en nombre del desarrollo ha preparado el ambiente político para la redefinición de la condición humana en los términos de la cibernética —como un sistema abierto que optimiza el mantenimiento de la inmunidad provisional de los individuos reducidos a subsistemas. Y justamente como las necesidades devinieron un símbolo importante que permitió a los administradores proporcionar una fundamentación filantrópica a la destrucción de las culturas, en la misma forma ahora las necesidades están siendo reemplazadas por el nuevo emblema de los "requerimientos básicos" bajo el cual el nuevo objetivo de "supervivencia de la Tierra" puede justificarse.
En los años 70, los expertos se presentaban a sí mismos como servidores que ayudaban a los pobres a tomar conciencia de sus verdaderas necesidades, como un Hermano Mayor que los ayudaba en la formulación de sus reclamos. Este sueño de corazones sangrantes y bienhechores de ojos azules puede ser hoy fácilmente descartado como el sinsentido de una época ya pasada. Las "necesidades", en un mundo mucho más interdependiente, complejo, contaminado y congestionado, no pueden ya ser identificadas y calificadas salvo mediante un intenso trabajo de equipo e investigación por especialistas en sistemas. Y en este nuevo mundo, el discurso de las necesidades llega a ser el dispositivo superior para reducir a la gente a unidades individuales con requerimientos de entrada.
Cuando esto ocurre, el homo oeconomicus es rápidamente reconocido como un mito obsoleto —el planeta no puede darse el lujo de este desperdicio— y reemplazado por el homo systematicus. Las necesidades de esta última invención se transforman de carencias económicas en requerimientos sistémicos, siendo éstos determinados por una hegemonía profesional exclusivista que no tolera ninguna desviación. El hecho de que mucha gente hoy ya reconozca sus requerimientos sistémicos es evidencia principalmente del poder del prestigio profesional y de la pedagogía, y de la pérdida final de la autonomía personal. El proceso comenzó originalmente con la pérdida de los ámbitos de comunidad, que aparece ahora completa a medida que la gente es transformada en elementos abstractos de una estasis matemática. La última conceptualización de estos elementos abstractos ha sido alcanzada recientemente mediante la reinterpretación del hombre común, que es visto ahora como un sistema inmune frágil y que sólo funciona provisionalmente, siempre al borde de la catástrofe. La literatura de este desarrollo refleja con fidelidad el carácter esotérico de esta conceptualización. La condición del hombre postmoderno y su universo ha devenido, según este punto de vista, tan compleja que solamente los expertos más altamente especializados pueden oficiar como el sacerdocio capaz de comprender y definir las "necesidades" hoy.
Así, el fenómeno humano no se define ya por lo que somos, lo que enfrentamos, lo que podemos tomar, lo que soñamos, ni siquiera por el mito moderno de que podemos producirnos a nosotros mismos a partir de la escasez, sino por la medida de lo que nos falta y, en consecuencia, necesitamos. Y esta medida, determinada por el enfoque de la teoría de sistemas, implica una concepción radicalmente nueva de la naturaleza y del derecho, y prescribe una política más preocupada por la provisión de requerimientos (necesidades) profesionalmente definidas para la supervivencia, que por los reclamos personales de libertad que fomentarían nuestra competencia autónoma.
Estamos en el umbral de una aún inadvertida transición de una conciencia política basada en el progreso, el crecimiento y el desarrollo —enraizada en los sueños de la Ilustración— a otra conciencia todavía sin nombre, definida por controles que aseguran un "sistema sostenible" de satisfacción de necesidades. El desarrollo ha muerto, sí. Pero los expertos bien intencionados que propagan las necesidades están ahora muy ocupados reconceptualizando su descubrimiento y, en el proceso, redefiniendo nuevamente a la humanidad. El ciudadano está siendo definido como un cyborg. El antiguo individuo, quien como miembro de una "población" ha devenido "un caso", está siendo ahora modelado mediante la imagen de un sistema inmune, que se puede mantener funcionando provisionalmente si se le tiene en equilibrio mediante una administración adecuada.
Hace 30 años, "las necesidades" eran uno entre una docena de conceptos, a partir de los cuales se moldeaba una visión global del mundo. El término, como "población", "desarrollo", "pobreza", o "planeación", pertenece a una categoría de palabras que considero son neologismos subrepticios —viejas palabras cuyo significado actual predominante es nuevo, mientras aquellos que las usan tienen la impresión de decir lo que siempre se ha dicho. Dentro del discurso del desarrollo, la palabra y el concepto de "necesidad" llegaron a ser crecientemente atractivos. Devino el término más apropiado para designar las relaciones morales entre extraños en un mundo soñado, construido de estados de bienestar. Tal mundo ha perdido credibilidad en la matriz de un nuevo mundo, ahora concebido como sistema. Cuando el término "necesidades" es utilizado ahora en este nuevo contexto, funciona como un eufemismo para la administración de ciudadanos que han sido reconceptualizados como subsistemas dentro de una población.
LETRAS LIBRES
NECESIDADES
POR IVAN ILLICH
Un mundo adicto al progreso es un mundo esencialmente insatisfecho al que definen sus carencias, sus necesidades, afirma Iván Illich en este ensayo. Su obra, que incluye libros como el Diccionario del desarrollo (Wolfgang Sachs, 1992), será próximamente publicada por el F.C.E.
Independientemente del lugar por donde Ud. viaje, el paisaje es reconocible. Todos los lugares del mundo están abarrotados de torres de enfriamiento y parques de estacionamiento, agronegocios y megaciudades. Pero ahora que el desarrollo está terminando —la Tierra era el planeta equivocado para esta clase de construcción— los proyectos de crecimiento se están transformando rápidamente en ruinas, en basura, entre las cuales tenemos que aprender a vivir. Hace veinte años las consecuencias del culto al crecimiento parecían ya "contrarias a la intuición". Hoy la revista Time las publicita en sus artículos centrales con historias apocalípticas. Pero nadie sabe cómo vivir con estos espantosos nuevos jinetes del Apocalipsis, muchos más de cuatro —clima cambiante, agotamiento genético, contaminación, ruptura de varias inmunidades, niveles crecientes del mar y millones de desplazados. Aun para tratar estos asuntos queda uno atrapado entre el dilema imposible de fomentar el pánico o el cinismo. Pero aún más difícil que sobrevivir con estos cambios en el ambiente es el horror de vivir con los hábitos de necesitar que, por décadas, ha establecido el desarrollo. Las necesidades que la danza de la lluvia del desarrollo provocó no sólo justificaron la expoliación y el envenenamiento de la Tierra: también actuaron en un nivel más profundo. Transformaron la naturaleza humana. Convirtieron la mente y los sentidos del homo sapiens en los del homo miserabilis. Las "necesidades básicas" pueden ser el legado más insidioso que deja el desarrollo.
La transformación ocurrió en un par de centurias. Durante este tiempo la certidumbre radical fue el cambio, a veces llamado progreso, otras veces desarrollo, otras crecimiento. En este proceso secular los hombres aducían haber descubierto "recursos" en la cultura y en la naturaleza —en lo que habían sido sus ámbitos de comunidad— y los convirtieron en valores económicos. El historiador de la escasez relata la historia. Como la crema batida que se convierte bruscamente en mantequilla, el homo miserabilis aparece, casi de la noche a la mañana, como una mutación del homo oeconomicus, el protagonista de la escasez. La generación posterior a la Segunda Guerra Mundial presenció este cambio de estado en la naturaleza humana, del hombre común al hombre necesitado. La mitad de todos los individuos nacidos sobre la Tierra como homo son de esta nueva clase.
Las estimaciones arqueológicas colocan el número total de individuos adultos pertenecientes al homo sapiens que alguna vez vivieron en el planeta en no más de cinco mil millones. Vivieron entre los comienzos de la Edad de Piedra, en que fueron pintadas las escenas de caza de Lascaux, y el día en que Picasso estremeció al mundo con el horror de Guernica. Constituyeron diez mil generaciones y vivieron en miles de estilos de vida diferentes, hablando innumerables lenguas distintas. Fueron esquimales y pastores, romanos y mongoles, marineros y nómades. Cada modo de vida encuadró la condición única de ser humano de modo distinto: en torno de la azada, del huso, de las herramientas de madera, bronce o hierro. Pero en cada caso, ser humano significó el sometimiento comunitario a la regla de la necesidad en este sitio particular, en este momento particular. Cada cultura tradujo esta regla de la necesidad a un estilo diferente. Y cada visión de la necesidad fue expresada de manera diferente —fuera esto para enterrar a los muertos o exorcizar los temores. Esta enorme variedad de culturas da fe de la plasticidad del deseo y el anhelo que es saboreado tan diferentemente en cada individuo y cada sociedad. La fantasía llevó a los polinesios en sus botes a cruzar miles de kilómetros de océano. Llevó a los toltecas de México a construir templos en sus puestos de avanzada en Wisconsin, a los musulmanes de Mongolia Exterior a visitar la Caaba y a los escoceses la Tierra Santa. Pero a pesar de todas las formas de angustia y espanto, terror y éxtasis, lo desconocido tras la muerte, nada indica que la mitad de la humanidad ancestral experimentó algo como lo que damos por descontado bajo el nombre de necesidad.
La segunda —y mayor— parte de la humanidad nació en la época que puedo recordar, después de Guernica, en 1936. La mayoría de las personas que ahora son adultas son adictas a la energía eléctrica, a las ropas de telas sintéticas, a la comida chatarra y a los viajes. Viven más tiempo, pero si debemos creer a los osteopalentólogos que escudriñan los cementerios para estudiar los huesos, la segunda mitad de la humanidad contiene una gran proporción de gente desnutrida y físicamente impedida. Y la mayor parte de estos cinco mil millones actualmente vivos aceptan sin cuestionamiento su condición humana como dependiente de bienes y servicios, dependencia que ellos llaman necesidad. En justamente una generación, el hombre necesitado —homo miserabilis— se ha convertido en la norma.
El movimiento histórico de Occidente bajo la bandera de la evolución / progreso / crecimiento / desarrollo, descubrió y luego prescribió las necesidades. En este proceso podemos observar una transición del hombre chapucero afanoso al hombre adicto a las necesidades. Divido este ensayo en dos partes. En la primera reúno algunas observaciones sobre la fenomenología de las necesidades, y en la segunda trazo la historia del homo miserabilis como es reflejado por el término "necesidades" en el contexto del discurso oficial sobre el desarrollo iniciado por el presidente Harry Truman.
Ni necesidades ni deseos
Es difícil hablar convincentemente sobre la historicidad de las necesidades. La existencia de necesidades humanas especificables y medibles ha devenido tan natural que estamos preparados a atribuir la necesidad de oxígeno a cierta bacteria, mientras al mismo tiempo reservamos una sonrisa condescendiente para Alberto Magno, quien habló sobre el deseo de una piedra pesada de caer hacia abajo hasta alcanzar el centro de la Tierra.
La condición humana ha llegado a ser definida por las necesidades comunes a todos sus miembros. Para la nueva generación, las necesidades que son comunes a hombres y mujeres, amarillos y blancos —más que la dignidad común o la redención común en Cristo o algún otro Dios—, son el distintivo y la manifestación de la comunidad humana. Con benevolencia inescrupulosa, las necesidades son imputadas a otros. La nueva moralidad basada en la imputación de las necesidades básicas ha sido mucho más exitosa en ganar la lealtad universal que su predecesor histórico, la imputación de una necesidad católica de salvación eterna. Como resultado, las necesidades han devenido el fundamento universal de las certezas sociales comunes que relegan los supuestos culturales y religiosos heredados sobre la limitación humana, al dominio de lo que se llama valores personales que, en el mejor de los casos, merece un respeto tolerante. La diseminación de las necesidades que el desarrollo moderno ha forjado no se detendrá con el fin del discurso del desarrollo.
Es más fácil desechar los rascacielos con ineficientes acondicionadores de aire de San Juan de Puerto Rico que extinguir el anhelo por un clima artificial. Y una vez que este anhelo se ha convertido en una necesidad, el descubrimiento del confort en una isla expuesta a los vientos alisios se hará muy difícil. El derecho al pleno empleo habrá sido considerado como un objetivo imposible antes de haber desmontado la necesidad de las mujeres de tener un empleo de tiempo completo. Veinte años después del reconocimiento público de que las prescripciones médicas son marginales a la salud de una nación, el costo de una medicina profesional insalubre continúa sobrepasando el de un estilo de vida saludable. Será más fácil lograr un consenso en las Naciones Unidas en que la época del desarrollo ha llegado a su fin, que en que es tiempo de desligar la paz y la justicia de la satisfacción organizada de las necesidades, que en que se acepte la idea de que las necesidades son un hábito social adquirido en el siglo XX, y un hábito que requiere ser abandonado en el próximo siglo.
Para gente formada en el clima moral de los últimos cincuenta años, los cuestionamientos sobre la condición imaginaria de las necesidades suenan ofensivos al hambriento, destructivos de la base común de moralidad que tenemos, y adicionalmente inútiles. Esta gente necesita que se le recuerde que la reconstrucción social del homo sapiens (el hombre sabio y de buen sentido) en el hombre necesitado ha transformado la situación de la necesidad. De ser parte esencial de la condición humana, la necesidad fue transformada en un enemigo o en un mal.
Las décadas del desarrollo pueden ser entendidas como la época en la cual, a un costo inmenso, se ha celebrado una ceremonia de alcance mundial para ritualizar el fin de la necesidad. Escuelas, hospitales, aeropuertos, instituciones correccionales y mentales, los medios de comunicación, pueden ser entendidos como redes de templos construidos para consagrar la deconstrucción de las carencias y la conversión de los deseos en necesidades. Bien avanzada la era industrial, para la mayor parte de los seres que viven en culturas de subsistencia, la vida estaba aún predicada sobre el reconocimiento de límites que justamente no podían ser transgredidos. La vida estaba limitada dentro del dominio de necesidades inmutables. El suelo producía solamente cosechas conocidas; el viaje al mercado tomaba tres días; el hijo podía inferir del padre lo que sería el futuro. Pues "carencia" significaba necesariamente "cómo las carencias deben ser". Tales carencias, con el significado de necesidades, tenían que ser toleradas.
Cada cultura tiene la gestalt social asumida por la aceptación de carencias en un lugar y en una generación particulares. Cada una era la expresión histórica de una celebración singular de la vida dentro de un arte de sufrir que hacía posible celebrar las necesidades. Lo que mediaba entre el deseo y el sufrimiento difería de cultura a cultura. Podía ser buena o mala estrella —o pura suerte; bendiciones ancestrales y maldiciones— o karma personal; brujería y malos espíritus —o providencia. En una economía moral de subsistencia, la existencia de los deseos se da por descontada tanto como la certeza de que no podrían ser aplacados.
Cuando las necesidades ocurren en el discurso moderno del desarrollo, sin embargo, no son carencias ni deseos. Desarrollo es la palabra para una promesa, para una garantía ofrecida para romper la regla de la necesidad, utilizando los nuevos poderes de la ciencia, la tecnología y la política. Bajo la influencia de esta promesa, también los deseos han cambiado su condición. La esperanza de que se logre lo bueno ha sido reemplazada por la expectativa de que las necesidades serán definidas y satisfechas. Enfáticamente, las expectativas se refieren a un "todavía no" que es diferente a las esperanzas. La esperanza surge de la necesidad que promueve el deseo. La esperanza orienta hacia lo impredecible, lo inesperado, lo sorpresivo. Las expectativas brotan de las necesidades fomentadas por la promesa del desarrollo. Ellas orientan hacia reclamos, derechos y demandas. La esperanza apela a la arbitrariedad de un otro personal, sea éste humano o divino. Las expectativas cuentan con la operación de sistemas impersonales que van a entregar nutrición, cuidado de la salud, educación, seguridad y más. La esperanza enfrenta lo impredecible, la expectativa lo probable.
Las esperanzas se transforman en expectativas. Los deseos se transforman en reclamos cuando las necesidades languidecen a la luz del desarrollo. Cuando esto ocurre, la esperanza y el deseo aparecen como vestigios irracionales de una época oscura. El fenómeno humano ha dejado de ser definido como el arte de sufrir de necesidad; ahora se entiende como la medida de las carencias imputadas que se traducen en necesidades.
Esta traducción, para la mayor parte del planeta, ha ocurrido en los últimos treinta años. Las necesidades se han convertido sólo muy recientemente en una experiencia universal, y sólo justo ahora ha comenzado la gente a hablar de sus necesidades de abrigo, educación, amor e intimidad personal. Hoy se ha hecho casi imposible negar la existencia de las necesidades. Bajo la hipótesis tácita del desarrollo, un bypass cardiaco ya no se ve como un desenfrenado deseo o un capricho de los ricos. En el contexto de una obstinada rebelión contra la necesidad, el extraño se ha convertido en el catalizador que amalgama deseo y transgresión en la realidad sentida de una necesidad. Paradójicamente, esta realidad adquiere su legitimidad absoluta solamente cuando las necesidades que experimento son atribuidas a extraños, aun si es obvio que para la mayoría de ellos no pueden ser satisfechas. Las necesidades, entonces, aparecen como la condición normal del homo miserabilis. Representan algo que está definitivamente fuera del alcance de la mayoría. Para ver cómo se llegó a este atolladero es instructivo trazar las etapas mediante las cuales la noción de necesidades fue relacionada al desarrollo económico y social durante las décadas recientes.
Las "necesidades" en el discurso del desarrollo
La búsqueda política del desarrollo introdujo las necesidades en el discurso político occidental. El discurso de investidura de 1949 del presidente norteamericano Harry Truman sonaba enteramente creíble cuando invocaba la necesidad de la intervención de los Estados Unidos de América en naciones extranjeras para realizar el "progreso industrial" del mundo. Él no mencionó la palabra revolución. Su propósito era "aliviar la carga de los pobres" y esto podía lograrse produciendo "más alimentos, más vestidos, más materiales de construcción y más potencia mecánica". Él y sus consejeros consideraban "la mayor producción como la clave de la prosperidad y de la paz".1 Habló de aspiraciones legítimas, no de necesidades. En realidad Truman estaba muy lejos de imputar al pueblo por doquier un conjunto católico de necesidades definidas que demandan la satisfacción que el desarrollo debe traer.
Cuando habló Truman, la pobreza —en los términos de una economía de mercado— era aún el destino común de la abrumadora mayoría en el mundo. Sorpresivamente, unas pocas naciones aparecían como habiendo superado esta fatalidad y, en consecuencia, estimulando el deseo de los otros de hacer lo mismo. El sentido común de Truman lo llevó a creer que era aplicable una ley universal del progreso, no solamente para individuos o grupos aislados, sino para toda la humanidad en su conjunto, a través de las economías nacionales. De esta manera, utilizó el término "subdesarrollado" para entidades sociales colectivas, y habló de la necesidad de crear "una base económica" capaz de satisfacer "las expectativas que el mundo moderno ha despertado" en los pueblos de todo el planeta.2
Doce años después, los norteamericanos escucharon que: "gentes en chozas y aldeas en la mitad del mundo luchan por romper las cadenas de la miseria masiva... Prometemos ayudarlos a ayudarse a sí mismos... Lo prometemos, no porque busquemos sus votos, sino porque es lo correcto".3 Así hablaba John F. Kennedy en su discurso de investidura de 1961. Donde Truman había notado el despertar de las expectativas, Kennedy percibió la lucha secular de los pueblos contra una realidad nefasta. Además de satisfacer nuevas expectativas, el desarrollo, por tanto, tenía que destruir vínculos heredados. Su declaración simbolizaba un consenso emergente en Estados Unidos de que la mayor parte de la gente es necesitada, que estas necesidades les otorgaban derechos y que estos derechos se convertían en títulos para ser cuidados y que, por lo tanto, imponían deberes a los ricos y los poderosos.
De acuerdo con Kennedy, estas necesidades no eran sólo de naturaleza económica. Las naciones "pobres" "han reconocido la necesidad de un programa intensivo de autoayuda", una necesidad de "progreso social que es condición indispensable para el crecimiento, no un sustituto para el desarrollo económico... Sin desarrollo social, la gran mayoría de los pueblos permanecen en la pobreza, mientras que los pocos privilegiados cosechan los beneficios de la creciente abundancia".4
Un año después de la llegada de Fidel Castro al poder, Kennedy prometió más que una simple ayuda económica o técnica: se comprometió solemnemente a la intervención política —"ayuda en una revolución pacífica de la esperanza". Además, él continuó hasta adoptar completamente la retórica convencional prevaleciente en la economía política. Tuvo que concordar con Jruschov, quien le dijo en Viena: "el continuo proceso revolucionario en varios países es el statu quo, y quienquiera que trate de detener ese proceso no solamente está alterando el statu quo, sino que es un agresor".5 Entonces Kennedy subrayó "las condiciones chocantes y urgentes" y la necesidad de una "alianza para el progreso social". Para Truman era el mundo moderno el "que despertaba nuevas aspiraciones", y enfocaba la atención en "aligerar la carga de su pobreza". Kennedy creía que la mitad del mundo "vive encadenado por la miseria" con un sentido de injusticia "que alimenta la inquietud política y social". En la perspectiva de la Casa Blanca de 1960, la pobreza dejaba de ser un destino; se había convertido en un concepto operacional: el resultado de condiciones social y económicamente injustas, la falta de educación moderna, la persistencia de tecnología inadecuada y atrasada. La pobreza se veía ahora como una plaga, como algo que ameritaba terapia, un problema por resolver.
En 1962, las Naciones Unidas empezaron a operacionalizar la pobreza. El secretario general se refería a "aquellos pueblos que viven debajo de un nivel mínimo aceptable". Daba crédito a dos nociones: la humanidad podía ahora ser dividida entre aquellos por encima y aquellos por debajo de un nivel medible; y se convocó entonces a una nueva clase de burocracia para establecer los criterios de lo que es aceptable y de lo que no lo es. El primer instrumento que se creó para establecer estos patrones fue llamado el producto nacional bruto (PNB). Este dispositivo, que fue usado por primera vez públicamente a fines de los años 40, es una sorprendente batidora de huevos mental que agrega todos los bienes y todos los servicios producidos por toda la gente y define la tortilla resultante como el valor bruto de una nación. Esta mescolanza nacional bruta extrae de la realidad aquellas características, y sólo aquellas, que los economistas pueden digerir. A fines de los 70 era obvio que, bajo la égida del desarrollo, la mayoría de la gente se empobrecía a medida que el PNB crecía.
En 1973 el presidente del Banco Mundial declaraba que "el progreso medido con una única vara, el PNB, ha contribuido significativamente a exacerbar las desigualdades en la distribución del ingreso". Por esta razón, McNamara declaró que el objetivo central de las políticas de desarrollo debía ser el "ataque a la pobreza absoluta" que resultaba del crecimiento económico y que afectaba a "40% de los aproximadamente 2,000 millones de individuos que viven en las naciones en desarrollo". Según él, este efecto colateral del desarrollo es "tan extremo que degrada las vidas de los individuos por debajo de las normas mínimas de la decencia humana".6 Él estableció un grupo de asesores dentro del Banco Mundial que comenzó a traducir esas "normas de decencia humana" en medidas técnicas de necesidades específicas, descorporizadas, que podían expresarse en términos monetarios. La referencia a las "necesidades" se convirtió en el método por el cual, de allí en adelante, los científicos sociales y los burócratas podían distinguir entre el mero crecimiento y el verdadero desarrollo.
En la medida que la pobreza había sido un sinónimo de la condición humana, se la entendió como un hecho omnipresente en el panorama social de toda cultura. En primer lugar y sobre todo, se refiere a las condiciones precarias en las que la mayoría de la población debe sobrevivir la mayor parte del tiempo. La pobreza era un concepto general para una interpretación cultural específica de la necesidad de vivir dentro de muy estrechos límites, definidos diferentemente para cada lugar y tiempo. Era el nombre para un estilo singular y ecológicamente sustentable de hacer frente a una necesidad históricamente dada, más que técnicamente construida: la "necesidad" de enfrentar lo inevitable, no una carencia. La pobreza, en la Europa cristiana por lo menos, era reconocida como el destino inevitable de quienes no tenían poder. Denota la situación ontológica de todos aquellos que "necesitan morir... pero no ahora". Ciertamente ni el poder, ni la riqueza, ni la pobreza estaban relacionadas con la productividad de los grupos o de la gente.
Esta necesidad de aceptar la fatalidad, el destino, la providencia, la voluntad de Dios, había sido erosionada con la difusión de la Ilustración. En los comienzos del siglo XX, perdió mucho de su legitimidad a medida que el progreso vino a ser el nombre de la revuelta tecnológica y política contra todas las ideologías que reconocen el imperio de la necesidad. Ya en la época del vapor, el ingeniero había devenido el símbolo de la liberación, un Mesías que conduciría a la humanidad a conquistar la naturaleza. A comienzos del siglo XX, la sociedad misma había devenido el sujeto de la ingeniería manipuladora. Pero ésta era solamente la traducción social del progreso en el desarrollo profesionalmente guiado, que hizo de la rebelión contra la necesidad una infección programada. Nada muestra esto más claramente que la identificación de la caridad con el patrocinio técnico del progreso, como se refleja en las encíclicas sociales del papa Paulo VI. Este Papa era profundamente devoto de San Francisco de Asís, el esposo de la Virgen de la Pobreza. Y a pesar de ello, instruyó a sus fieles sobre el deber de incrementar la productividad y de asistir a otros en su desarrollo.
Las naciones individuales deben levantar el nivel de la cantidad y la calidad de la producción para dar a la vida de todos sus ciudadanos una verdadera dignidad humana y dar asistencia al desarrollo común de la raza humana.7
El desarrollo completo del individuo debe unirse al de la raza humana y debe ser logrado por esfuerzo mutuo.8
En frases de esta clase los conductores religiosos de todas las denominaciones, matices y creencias políticas han dado su bendición a la revuelta contra la condición humana. Paulo VI es notable porque, en cierta manera, se adelantó a la izquierda. En esta encíclica el Papa, sin embargo, aún habla en el lenguaje de los años 50. Como para Truman, la pobreza para él representaba una clase de terreno común: una condición de la cual parte el progreso.
Hacia 1970 la pobreza en el lenguaje público había adquirido una nueva connotación: la de un umbral económico. Y esto cambió su naturaleza para los humanos modernos. La pobreza empezó a representar una medida de la carencia personal en términos de artículos "necesitados" y aún más en "servicios necesitados". Definiendo como pobres aquellos a quienes les falta lo que el dinero puede comprar para ellos, para hacerlos "completamente humanos", la pobreza, en la ciudad de Nueva York como en Etiopía, devino una medida abstracta universal de subconsumo.9 Aquellos que sobreviven a pesar del subconsumo indexado fueron de esta manera ubicados en una nueva categoría infrahumana, y percibidos como víctimas de una doble atadura. Su subsistencia de facto resultó casi inexplicable en la terminología económica, mientras que sus actividades de subsistencia reales llegaron a ser rotuladas como infrahumanas si no eran francamente vistas como inhumanas e indecentes.
Los políticos incorporaron la línea de pobreza en sus plataformas y los economistas comenzaron a explorar el significado teórico de este umbral inelástico. En la teoría económica es impropio hablar de necesidades (económicas) debajo de un nivel de ingresos en que las demandas han llegado a ser sustancialmente inconmensurables. Gente que ha perdido su subsistencia fuera de la economía monetaria, y que bajo estas condiciones tiene sólo acceso ocasional y mínimo al dinero, carece de la capacidad de comportarse según la racionalidad económica; por ejemplo, no pueden permitirse intercambiar alimentos por abrigo, o por vestido o herramientas. No son miembros de la economía, ni son capaces de vivir, sentir y actuar como lo hacían antes de perder el apoyo de una economía moral de subsistencia. La nueva categoría de inválidos económicos así definida puede de hecho sobrevivir, pero no comparte plenamente las características del homo oeconomicus. Ellos existen —en todo el mundo— pero son marginales, no solamente con respecto a la economía nacional, sino en relación con la misma humanidad moderna, pues ésta, desde los tiempos de Mandeville, ha sido definida en términos de la capacidad de elegir bajo el supuesto de la escasez. A diferencia de sus antepasados, ellos tienen necesidades económicas urgentes, y, a diferencia de los legítimos participantes en la economía moderna —independientemente de cuán pobres sean—, se les niega cualquier elección entre satisfacciones alternativas, según se implica en el concepto de necesidad económica.
No sorprende que las "características poblacionales" comenzaran a figurar en el cálculo del desarrollo. Las poblaciones cesaron de ser el objeto exógeno para el cual se podía planear el desarrollo. En vez de ello se convierten en cifras como las variables endógenas, al lado del capital y de los recursos naturales. Mientras, a comienzos de los años 50, el problema de los países en desarrollo era visto esencialmente como un problema de riqueza productiva, hacia el final de esa década se reconoció ampliamente que el factor crucial no era la producción, sino más bien la capacidad de producir que es inherente a la gente.10 La gente se convirtió así en ingrediente legítimo del crecimiento económico. Ya no era necesario distinguir desarrollo económico y social, puesto que el desarrollo —como distinto de un crecimiento del PNB— tenía que incluir automáticamente a ambos. Las personas insuficientemente calificadas o capitalizadas eran objeto de mención, cada vez más frecuente, como una carga o freno para el desarrollo. Este tercer paso evolutivo, que integra el factor humano en el cálculo del crecimiento económico, tiene una historia que arroja luz sobre la semántica de la palabra necesidades.
A mediados de los años 50, los economistas, bajo la influencia de W. Arthur Lewis, habían comenzado a argumentar que ciertos componentes de los servicios médicos y educacionales no debían ser entendidos como consumo personal, porque eran requisitos necesarios del desarrollo económico.11 Las grandes diferencias en los resultados de políticas de desarrollo similares, en países con el mismo nivel de ingreso monetario, no podían explicarse sin prestar atención a las inversiones hechas en los seres humanos. La calidad y distribución del adiestramiento, bienestar físico, disciplina social y participación llegaron a ser llamados "el factor residual". Independientemente de las cantidades de capital y trabajo disponibles, el desarrollo económico pareció pender de estas calificaciones sociales de los pueblos en términos de su importancia para la economía. El progreso económico a mediados de los años 60 estaba condicionado por la capacidad de instilar, en grandes grupos profesionales, la necesidad de "calificaciones laborales". La educación, la salud pública, la información pública y la administración de personal fueron discutidos prominentemente como otros tantos sectores de la "planeación de la fuerza laboral". Líderes de los movimientos populares que promovían la "concientización", desde Trivandrum hasta Brasil, en efecto, sostenían la misma idea: hasta que la gente reconociera sus necesidades, no podía contribuir al crecimiento de las fuerzas productivas.
La euforia no duró. Durante los años 70, dos observaciones empíricas cualificaban el concepto de capital humano12 que se había desarrollado en los años 60. De un lado, la hipótesis de que el valor de los servicios educacionales o médicos se refleja directamente en calificaciones laborales perdió mucho de su credibilidad. No se pudo encontrar ninguna prueba de que la inversión en escuelas o clínicas estaba conectada causalmente con la aparición de gente más productiva. Por otro lado, la teoría del valor trabajo perdió su significado aun en el sentido débil con que había entrado en la economía dominante. Se hizo obvio que, independientemente de las calificaciones laborales disponibles, el sector moderno no podría ser suficientemente intensivo en trabajo para proveer suficientes puestos que justificaran la redistribución del ingreso económicamente necesaria, implicada por el gasto del servicio social. Y ninguna estrategia de desarrollo orientada al empleo concebible pudo crear el trabajo pagado que emplearía el tercio menos beneficiado de la población en todas salvo las más excepcionales naciones en desarrollo. Como resultado, los planificadores, durante los años 80, transpusieron la melodía del desarrollo a una cuarta clave. Bajo diversas designaciones, emprendieron la colonización económica del sector informal. Que la gente que haya llegado a ser consciente de sus necesidades se valga por sí misma para satisfacerlas.
Se puso un nuevo énfasis en los incentivos para actividades que mantendrían a la gente atareada en el mercado negro, en la economía de trueque o su automantenimiento en el "sector tradicional". Sobre todo, el trabajo oscuro llegó a ser cuantitativamente más importante, no sólo en la práctica sino también en la política. Por trabajo oscuro me refiero a la realización de actividades no pagadas, que en las sociedades de mercado intensivo son necesarias para transformar mercancías compradas en bienes consumibles. Finalmente, las actividades de autoayuda, que en 1960 pasaban como de segunda clase, pasaron a integrar un sector de crecimiento favorito de los planificadores y organizadores durante los años 80. Este es el contexto dentro del cual debe interpretarse la resurrección del discurso sobre las necesidades.
Bajo la máscara de la compasión
El desarrollo se puede visualizar como un proceso por el cual la gente es sacada de sus ámbitos de comunidad culturales tradicionales. En esta transición, los vínculos culturales son disueltos, aunque la cultura pueda continuar matizando el desarrollo de manera superficial —basta observar solamente las poblaciones rurales trasplantadas recientemente a las megaciudades del Tercer Mundo. El desarrollo puede ser imaginado como un golpe de viento que empuja a la gente fuera de su sitio, fuera de su espacio familiar y la ubica en una plataforma artificial, en una nueva estructura de vida. A fin de sobrevivir en esta base expuesta y elevada, la gente es compelida a alcanzar nuevos niveles mínimos de consumo, por ejemplo, en educación formal, en medidas de salud pública, en frecuencia en el uso del transporte y en alquiler de casa. El proceso global usualmente queda expresado en el lenguaje de la ingeniería: la creación de infraestructura, la construcción y coordinación de sistemas, diversas etapas del crecimiento, escaleras sociales. Aun el desarrollo rural es discutido en este lenguaje urbano.
Bajo el gran peso de las nuevas estructuras, el cimiento cultural de la pobreza no puede permanecer intacto: se quiebra. La gente es forzada a vivir en una costra frágil, debajo de la cual acecha algo enteramente nuevo e inhumano. En la pobreza tradicional, la gente podía confiar en encontrar un colchón cultural. Y había siempre el nivel del suelo del cual depender, como ocupante ilegal o mendigo. De este lado de la sepultura nadie puede caer más abajo que el piso. El infierno era un verdadero pozo, pero era para aquellos que no habían compartido con el pobre en esta vida y deberían sufrirlo después de la muerte. Esto ya no vale. Los marginales modernizados no son mendigos ni holgazanes. Ellos han sido embaucados por las necesidades que les atribuye algún "alcahuete de la pobreza".13 Han caído por debajo de la línea de pobreza y cada año que pasa disminuyen sus probabilidades de volver a levantarse por encima de la línea para satisfacer las necesidades que ahora se atribuyen a sí mismos.
El bienestar no es un colchón cultural. Es una mediación sin precedentes de recursos escasos mediante agentes que no solamente definen lo que es necesidad, y certifican dónde existe, sino que además supervisan de cerca su remedio —con la aprobación de los necesitados o sin ella. El seguro social no es la confianza en el soporte comunitario en caso de desastre. Más bien es una de las formas últimas de control político en una sociedad en que la protección contra riesgos futuros es valorada como mayor que la presente satisfacción o alegría. Las necesidades, discutidas como criterios para las estrategias de desarrollo, claramente no tienen nada que ver ni con las necesidades tradicionales ni con los deseos, como he sugerido anteriormente. Y, sin embargo, durante la segunda y la tercera "décadas del desarrollo", millones de personas han aprendido a experimentar su pobreza en términos de las necesidades operacionalizadas no satisfechas.
Paradójicamente, "las necesidades" llegaron a ser el distintivo más potente a pesar del hecho de que, para el economista oficial, "la necesidad" es una palabra inexistente. La teoría económica no reconoce que existan cosas tales como las necesidades. Además, la economía puede insistir en que es útil sobre los deseos, preferencias y demandas. Pero "necesidad" es un imperativo moral, psicológico o físico que no tolera ninguna concesión ni ajuste —ni análisis (económico).
La mayoría de los economistas hasta el día de hoy, se declaran incompetentes para incluir las necesidades en sus análisis y prefieren dejar su discusión a filósofos o políticos. Por otra parte, un número creciente de economistas, críticos de la teoría y la práctica del desarrollo convencionales, ponen en las "necesidades básicas" el fundamento de lo que llegó a ser "el nuevo orden económico".14 Ellos encuentran en las necesidades el término para los requerimientos no negociables, mutuamente inconmensurables, de la naturaleza humana. Basan fuertemente la teoría económica en la condición ontológica del ser humano. Alegan que, a menos que las necesidades básicas sean provistas por la economía, las preferencias económicas, las elecciones y los deseos simplemente no pueden ser efectivamente formulados. Su nuevo orden mundial se construye sobre las bases de una humanidad cuyas necesidades básicas han sido satisfechas gracias a una nueva clase de economía que reconoce su existencia.
Pero antes de que el concepto de necesidades pueda ser incorporado en un argumento económico, debe ser definido y clasificado. Para esta empresa, la teoría de Abraham Maslow de una jerarquía de necesidades, en forma algo retrasada, llegó a ser muy influyente. En verdad, las necesidades de la seguridad física, el afecto, la estima y, últimamente, la autorrealización subyacen en la discusión más reciente como las categorías clave. A diferencia de los deseos que, desde Hobbes, son considerados como iguales entre sí —"desde que son simplemente lo que la gente desea"—, las necesidades son consistentemente discutidas como constituyendo una jerarquía que tiene una condición objetiva y normativa. Generalmente son mencionadas como realidades que esperan ser estudiadas desinteresadamente por los expertos en necesidades. Algunos de los nuevos economistas van tan lejos como para hacer de esta jerarquía de necesidades la piedra angular de una nueva ética. Por ejemplo, Erich Fromm creía que la "sociedad sana" es un arreglo que corresponde a las necesidades del hombre, no necesariamente a lo que él siente como sus necesidades (porque aun los propósitos más patológicos se pueden sentir subjetivamente como lo que una persona quiere más) sino a lo que sus necesidades son objetivamente, como puede comprobarse por el estudio del hombre.15
Hasta ahora, el estudio crítico más completo del discurso de las necesidades y de sus implicaciones ha sido hecho por Marianne Gronemeyer.16 Ella arguye que las necesidades, en su sentido corriente, son una nueva manera de formular la hipótesis de la escasez universal. Siguiendo su argumento, resulta probable que la credibilidad pública de los supuestos económicos, que ya es vacilante, pueda sobrevivir solamente si una nueva economía se reconstruye sobre el supuesto de "necesidades básicas" definibles. Además, Gronemeyer muestra que las necesidades, definidas en términos de criterios ostensiblemente científicos, permiten una redefinición de la naturaleza humana de acuerdo con la conveniencia e intereses de los profesionales que administran y sirven esas necesidades. Una economía basada en carencias —sean de terapia, educación o transporte— lleva ahora, inevitablemente, a niveles intolerables de polarización. Por contraste, una economía basada en necesidades —incluyendo su identificación por expertos y su satisfacción bien administrada— puede proporcionar una legitimidad sin precedentes al uso de esta ciencia en el servicio del control social del hombre "necesitado".
Las necesidades, como término y como idea, ocupan un lugar dentro de la topología mental contemporánea que no existía en la constelación de significados de épocas anteriores. Durante la Segunda Década del Desarrollo, la noción de necesidades comenzó a brillar como una supernova en el firmamento semántico. Como Gronemeyer ha argumentado, la insistencia sobre necesidades básicas ha definido ahora el fenómeno humano mismo como divisible —el discurso de las necesidades implica que uno puede devenir más o menos humano. Es una herramienta tan normativa y de doble filo como una droga poderosa. Al definir nuestra humanidad común por necesidades comunes, reducimos al individuo a un mero perfil de sus necesidades.
De necesidades a requerimientos
Así como la idea de progreso de la Ilustración preparó el terreno para lo que ciertamente ocurriría casi inevitablemente, la gestión del cambio social en nombre del desarrollo ha preparado el ambiente político para la redefinición de la condición humana en los términos de la cibernética —como un sistema abierto que optimiza el mantenimiento de la inmunidad provisional de los individuos reducidos a subsistemas. Y justamente como las necesidades devinieron un símbolo importante que permitió a los administradores proporcionar una fundamentación filantrópica a la destrucción de las culturas, en la misma forma ahora las necesidades están siendo reemplazadas por el nuevo emblema de los "requerimientos básicos" bajo el cual el nuevo objetivo de "supervivencia de la Tierra" puede justificarse.
En los años 70, los expertos se presentaban a sí mismos como servidores que ayudaban a los pobres a tomar conciencia de sus verdaderas necesidades, como un Hermano Mayor que los ayudaba en la formulación de sus reclamos. Este sueño de corazones sangrantes y bienhechores de ojos azules puede ser hoy fácilmente descartado como el sinsentido de una época ya pasada. Las "necesidades", en un mundo mucho más interdependiente, complejo, contaminado y congestionado, no pueden ya ser identificadas y calificadas salvo mediante un intenso trabajo de equipo e investigación por especialistas en sistemas. Y en este nuevo mundo, el discurso de las necesidades llega a ser el dispositivo superior para reducir a la gente a unidades individuales con requerimientos de entrada.
Cuando esto ocurre, el homo oeconomicus es rápidamente reconocido como un mito obsoleto —el planeta no puede darse el lujo de este desperdicio— y reemplazado por el homo systematicus. Las necesidades de esta última invención se transforman de carencias económicas en requerimientos sistémicos, siendo éstos determinados por una hegemonía profesional exclusivista que no tolera ninguna desviación. El hecho de que mucha gente hoy ya reconozca sus requerimientos sistémicos es evidencia principalmente del poder del prestigio profesional y de la pedagogía, y de la pérdida final de la autonomía personal. El proceso comenzó originalmente con la pérdida de los ámbitos de comunidad, que aparece ahora completa a medida que la gente es transformada en elementos abstractos de una estasis matemática. La última conceptualización de estos elementos abstractos ha sido alcanzada recientemente mediante la reinterpretación del hombre común, que es visto ahora como un sistema inmune frágil y que sólo funciona provisionalmente, siempre al borde de la catástrofe. La literatura de este desarrollo refleja con fidelidad el carácter esotérico de esta conceptualización. La condición del hombre postmoderno y su universo ha devenido, según este punto de vista, tan compleja que solamente los expertos más altamente especializados pueden oficiar como el sacerdocio capaz de comprender y definir las "necesidades" hoy.
Así, el fenómeno humano no se define ya por lo que somos, lo que enfrentamos, lo que podemos tomar, lo que soñamos, ni siquiera por el mito moderno de que podemos producirnos a nosotros mismos a partir de la escasez, sino por la medida de lo que nos falta y, en consecuencia, necesitamos. Y esta medida, determinada por el enfoque de la teoría de sistemas, implica una concepción radicalmente nueva de la naturaleza y del derecho, y prescribe una política más preocupada por la provisión de requerimientos (necesidades) profesionalmente definidas para la supervivencia, que por los reclamos personales de libertad que fomentarían nuestra competencia autónoma.
Estamos en el umbral de una aún inadvertida transición de una conciencia política basada en el progreso, el crecimiento y el desarrollo —enraizada en los sueños de la Ilustración— a otra conciencia todavía sin nombre, definida por controles que aseguran un "sistema sostenible" de satisfacción de necesidades. El desarrollo ha muerto, sí. Pero los expertos bien intencionados que propagan las necesidades están ahora muy ocupados reconceptualizando su descubrimiento y, en el proceso, redefiniendo nuevamente a la humanidad. El ciudadano está siendo definido como un cyborg. El antiguo individuo, quien como miembro de una "población" ha devenido "un caso", está siendo ahora modelado mediante la imagen de un sistema inmune, que se puede mantener funcionando provisionalmente si se le tiene en equilibrio mediante una administración adecuada.
Hace 30 años, "las necesidades" eran uno entre una docena de conceptos, a partir de los cuales se moldeaba una visión global del mundo. El término, como "población", "desarrollo", "pobreza", o "planeación", pertenece a una categoría de palabras que considero son neologismos subrepticios —viejas palabras cuyo significado actual predominante es nuevo, mientras aquellos que las usan tienen la impresión de decir lo que siempre se ha dicho. Dentro del discurso del desarrollo, la palabra y el concepto de "necesidad" llegaron a ser crecientemente atractivos. Devino el término más apropiado para designar las relaciones morales entre extraños en un mundo soñado, construido de estados de bienestar. Tal mundo ha perdido credibilidad en la matriz de un nuevo mundo, ahora concebido como sistema. Cuando el término "necesidades" es utilizado ahora en este nuevo contexto, funciona como un eufemismo para la administración de ciudadanos que han sido reconceptualizados como subsistemas dentro de una población.
9 de diciembre de 2009
Corridas de Toros: La Ciencia de la Muerte convertida en diversión
Corridas de Toros: La Ciencia de la Muerte convertida en diversión
Dulce Karina Fierros Barquera
Movimiento Descrecimiento UNAM
Hoy que es domingo, día de estar en casa, de disfrutar de la convivencia familiar, de ver deportes o hacerlos en los parques y jardines, en fin día de descanso, también es día de venerar la muerte: es DÍA DE CORRIDA DE TOROS, que hasta las figuras más "importantes" del espectáculo y política se dan cita en la Plaza de Toros.
Pero esta extraña, sangrienta y nada cultural práctica tan socorrida vía televisiva o presencial, tiene también muchas personas en contra. Lo lamentable es que a todos aquellos que nos expresamos indignados con esta actividad, nos tachan de ignorantes. Por lo que considere pertinente investigar al respecto, y este correo muestra parte de esta investigación, con el fin, de quienes tengan la misma idea que una servidora, de que esta práctica no es más que el dominio del hombre frente a la bestia, cuando en verdad es la pelea desigual de una bestia pensante vestido de luces con un ser animal indefenso, no nos sigan tachando de ignorantes.
Y si este correo llega a caer en el buzón de aquellos que apoyan esta práctica, solo los invito a reflexionar, así como a pedirles que si ustedes quieren que respeten su vida y la de los suyos, también empiecen por respetar las de los animales, cualquiera que sea el tamaño o condición de éste.
Porque ningún acto donde cualquier ser vivo sea maltratado, humillado y asesinado es cultura o espectáculo.
Esta investigación toma datos de artículos publicados por la GEPDA (Gente por la Defensa Animal, A.C.) y Libros sobre Toros y Toreros.
Iniciaré con dos preguntas: ¿Son un arte las corridas de toros? ¿Están en igualdad de condiciones el toro y el torero cuando se enfrentan en el ruedo? Se pudiera pensar que si, pero la realidad es que son los toros los mas lastimados y humillados en las corridas de toros, pero lo más indignante es que su tortura inicia mucho antes.
La fiesta de Toros es considerada por muchos una fiesta, pero la verdad es que la Ciencia de la Tortura en su máxima expresión, suena drástico, pero recuerdan los aparatos de tortura de la Inquisición, pues por este tenor es el trato a los toros para estas “festividades”.
Nada en la fiesta brava es genuino, solo el dolor.
¿Consideran valiente al torero? No lo es, no tiene carácter fuerte, sino que 24 horas antes de entrar en la arena, le preparan el toro sometiéndolo a un encierro a oscuras para que al soltarlo, la luz y los gritos de los espectadores lo aterren y trate de huir saltando las barreras, lo que produce la imagen en el público de que el toro es feroz, pero la condición natural del toro es huir NO atacar. También se le han recortado los cuernos para proteger al torero. Le colgaron sacos de arena en el cuello durante horas.
Lo golpearon en los testículos y los riñones Le indujeron diarrea al poner sulfatos en el agua que bebió Todo esto es con el fin de que llegue débil al ruedo y en completo desorden. Se le ha untado grasa en los ojos para dificultar su visión y en las patas se le puso una sustancia que le produce ardor y le impide mantenerse quieto, así el torero no desluce su actuación.
Los caballos de los picadores se eligen a caballos que ya no tienen valor comercial, por que el animal muere en 3 ó 4 corridas a lo mucho, es muy habitual que el animal sufra quebraduras múltiples de costillas o destripamientos. Se les coloca un peto simulando que se les protege, pero en realidad se trata de que el público no vea las heridas al caballo que con frecuencia presentan exposición de vísceras.
El trabajo del picador
Si el torero percibe que el toro embiste con mucha energía, ordena al picador hacer su trabajo: consistente en desangrar al toro para debilitarlo, clavándole en el lomo una lanza que destroza músculos (trapecio, romboideo, espinoso y semiespinoso, serratos y transversos de cuello). Lesiona, además, vasos sanguíneos y nervios.
Esto es para que el torero pueda brindar la expresión artística que se supone debe tener este espectáculo. Un solo puyazo podría destrozar al toro, por eso se hace en tres tiempos "para mayor goce de la afición".
Las banderillas
Las banderillas aseguran que la hemorragia siga. Se intenta colocarlas justo en el mismo sitio ya dañado con los ganchos de metal. El gancho se mueve dentro de la herida con cada movimiento del toro y con el roce de la muleta, el peso de las banderillas tiene precisamente esa función.
Algunas banderillas tienen un arpón de 8 cm, y se les llama "de castigo", a las cuales es sometido el toro cuando ha logrado evadir la lanza del picador. Las banderillas prolongan el desgarre y ahondamiento de las heridas internas. No hay límite al número de banderillazos: tantos como sean necesarios para desgarrar los tejidos y piel del toro.
Demostrando Valor
La pérdida de sangre y las heridas en la espina dorsal impiden que el toro levante la cabeza de manera normal, y es cuando el torero puede acercarse. Con el toro ya cerca del agotamiento, el torero no se preocupa ya del peligro y se puede dar el lujo de retirarse del toro después de un pase especialmente artístico, echando fuera el pecho y pavoneándose al recibir los aplausos del público Cuando el toro alcanza este estado lastimero, el matador entra en el ruedo en una celebración de bravura y machismo, a enfrentarse a un toro exhausto, moribundo y confundido.
La Espada
El toro es atravesado con una Espada de 80 cm de longitud, que puede destrozarle el hígado, los pulmones, la pleura, etc., según el lugar por donde penetre en el cuerpo del animal de hecho, cuando destroza la gran arteria, el toro agoniza con enormes vómitos de sangre. A la hora de matar, si el toro corre con un poco de suerte muere de una estocada, pero no como se piensa de una estocada al corazón si no que la espada penetra pulmones y diafragma, a veces una arteria mayor, y de ahí la hemorragia que se aprecia del hocico y de la boca. A veces mueren ahogados en su propia sangre.
La tortura sigue: el toro, en un intento desesperado por sobrevivir, se resiste a caer, y suele encaminarse penosamente hacia la puerta por la que lo hicieron entrar, buscando una salida a tanto maltrato y dolor. Pero entonces lo apuñalan en la nuca con el DESCABELLO, otra larga espada que termina en una cuchilla de 10 cm. A pesar de estos terribles tormentos, el animal no suele morir de inmediato por su gran fuerza, pero finalmente cae al suelo, porque la espada ha ido destrozando sus órganos internos.
Asesinos cobardes: la tortura sigue, lo rematan con la PUNTILLA de 10 cm. con lo que intentan seccionarle la médula espinal, a la altura de las vértebras atlas y axis. El toro queda así paralizado, sin poder siquiera realizar movimientos con los músculos respiratorios, por lo que muere por asfixia, muchas veces ahogado en su propia sangre, que le sale a borbotones por el hocico y la nariz.
El arrastre: después que le destrozan las vértebras, el toro pierde control sobre su cuerpo desde el cuello hacia abajo, sin embargo hacia arriba se mantiene intacto, por lo que esta consciente de todo el horror y de cómo es arrastrado fuera del ruedo. No seas indiferente a su dolor ¿Alcanzas a ver la lágrima escurriendo? No seas participante de estos eventos, no es humano presenciar, esas tradiciones no van con el siglo XXI.
Reflexiona; "la conmiseración con los animales está íntimamente unida con la bondad de carácter, de tal manera que se puede afirmar de seguro, que quien es cruel con los animales no puede ser buena persona". Schopenhauer.
Solo los psicópatas gozan, tú no eres uno de ellos reflexiona renuncia, esta es una tradición que NO debe continuar.
¿Cómo puedes Ayudar?
No asistas a corridas de toros.
No apoyes a políticos, artistas y comunicadores asociados a esta barbarie.
No consumas productos de empresas que los patrocinen.
Pero lo más importante... Enseña a tus hijos el respeto por los seres vivientes.
Pero sobre todo ayuda siendo consciente de que el dolor de un animal no tiene valor ni debe ser regocijo de nadie, porque nadie le ha dado a ningún hombre el poder de hacerlo. Imagina que a tu hijo, hermano o padres los lastimen y todos gocen con ello. Los animales son nuestra familia al lastimarlos, nos lastimamos a nosotros mismos.
Dulce Karina Fierros Barquera
Movimiento Descrecimiento UNAM
Hoy que es domingo, día de estar en casa, de disfrutar de la convivencia familiar, de ver deportes o hacerlos en los parques y jardines, en fin día de descanso, también es día de venerar la muerte: es DÍA DE CORRIDA DE TOROS, que hasta las figuras más "importantes" del espectáculo y política se dan cita en la Plaza de Toros.
Pero esta extraña, sangrienta y nada cultural práctica tan socorrida vía televisiva o presencial, tiene también muchas personas en contra. Lo lamentable es que a todos aquellos que nos expresamos indignados con esta actividad, nos tachan de ignorantes. Por lo que considere pertinente investigar al respecto, y este correo muestra parte de esta investigación, con el fin, de quienes tengan la misma idea que una servidora, de que esta práctica no es más que el dominio del hombre frente a la bestia, cuando en verdad es la pelea desigual de una bestia pensante vestido de luces con un ser animal indefenso, no nos sigan tachando de ignorantes.
Y si este correo llega a caer en el buzón de aquellos que apoyan esta práctica, solo los invito a reflexionar, así como a pedirles que si ustedes quieren que respeten su vida y la de los suyos, también empiecen por respetar las de los animales, cualquiera que sea el tamaño o condición de éste.
Porque ningún acto donde cualquier ser vivo sea maltratado, humillado y asesinado es cultura o espectáculo.
Esta investigación toma datos de artículos publicados por la GEPDA (Gente por la Defensa Animal, A.C.) y Libros sobre Toros y Toreros.
Iniciaré con dos preguntas: ¿Son un arte las corridas de toros? ¿Están en igualdad de condiciones el toro y el torero cuando se enfrentan en el ruedo? Se pudiera pensar que si, pero la realidad es que son los toros los mas lastimados y humillados en las corridas de toros, pero lo más indignante es que su tortura inicia mucho antes.
La fiesta de Toros es considerada por muchos una fiesta, pero la verdad es que la Ciencia de la Tortura en su máxima expresión, suena drástico, pero recuerdan los aparatos de tortura de la Inquisición, pues por este tenor es el trato a los toros para estas “festividades”.
Nada en la fiesta brava es genuino, solo el dolor.
¿Consideran valiente al torero? No lo es, no tiene carácter fuerte, sino que 24 horas antes de entrar en la arena, le preparan el toro sometiéndolo a un encierro a oscuras para que al soltarlo, la luz y los gritos de los espectadores lo aterren y trate de huir saltando las barreras, lo que produce la imagen en el público de que el toro es feroz, pero la condición natural del toro es huir NO atacar. También se le han recortado los cuernos para proteger al torero. Le colgaron sacos de arena en el cuello durante horas.
Lo golpearon en los testículos y los riñones Le indujeron diarrea al poner sulfatos en el agua que bebió Todo esto es con el fin de que llegue débil al ruedo y en completo desorden. Se le ha untado grasa en los ojos para dificultar su visión y en las patas se le puso una sustancia que le produce ardor y le impide mantenerse quieto, así el torero no desluce su actuación.
Los caballos de los picadores se eligen a caballos que ya no tienen valor comercial, por que el animal muere en 3 ó 4 corridas a lo mucho, es muy habitual que el animal sufra quebraduras múltiples de costillas o destripamientos. Se les coloca un peto simulando que se les protege, pero en realidad se trata de que el público no vea las heridas al caballo que con frecuencia presentan exposición de vísceras.
El trabajo del picador
Si el torero percibe que el toro embiste con mucha energía, ordena al picador hacer su trabajo: consistente en desangrar al toro para debilitarlo, clavándole en el lomo una lanza que destroza músculos (trapecio, romboideo, espinoso y semiespinoso, serratos y transversos de cuello). Lesiona, además, vasos sanguíneos y nervios.
Esto es para que el torero pueda brindar la expresión artística que se supone debe tener este espectáculo. Un solo puyazo podría destrozar al toro, por eso se hace en tres tiempos "para mayor goce de la afición".
Las banderillas
Las banderillas aseguran que la hemorragia siga. Se intenta colocarlas justo en el mismo sitio ya dañado con los ganchos de metal. El gancho se mueve dentro de la herida con cada movimiento del toro y con el roce de la muleta, el peso de las banderillas tiene precisamente esa función.
Algunas banderillas tienen un arpón de 8 cm, y se les llama "de castigo", a las cuales es sometido el toro cuando ha logrado evadir la lanza del picador. Las banderillas prolongan el desgarre y ahondamiento de las heridas internas. No hay límite al número de banderillazos: tantos como sean necesarios para desgarrar los tejidos y piel del toro.
Demostrando Valor
La pérdida de sangre y las heridas en la espina dorsal impiden que el toro levante la cabeza de manera normal, y es cuando el torero puede acercarse. Con el toro ya cerca del agotamiento, el torero no se preocupa ya del peligro y se puede dar el lujo de retirarse del toro después de un pase especialmente artístico, echando fuera el pecho y pavoneándose al recibir los aplausos del público Cuando el toro alcanza este estado lastimero, el matador entra en el ruedo en una celebración de bravura y machismo, a enfrentarse a un toro exhausto, moribundo y confundido.
La Espada
El toro es atravesado con una Espada de 80 cm de longitud, que puede destrozarle el hígado, los pulmones, la pleura, etc., según el lugar por donde penetre en el cuerpo del animal de hecho, cuando destroza la gran arteria, el toro agoniza con enormes vómitos de sangre. A la hora de matar, si el toro corre con un poco de suerte muere de una estocada, pero no como se piensa de una estocada al corazón si no que la espada penetra pulmones y diafragma, a veces una arteria mayor, y de ahí la hemorragia que se aprecia del hocico y de la boca. A veces mueren ahogados en su propia sangre.
La tortura sigue: el toro, en un intento desesperado por sobrevivir, se resiste a caer, y suele encaminarse penosamente hacia la puerta por la que lo hicieron entrar, buscando una salida a tanto maltrato y dolor. Pero entonces lo apuñalan en la nuca con el DESCABELLO, otra larga espada que termina en una cuchilla de 10 cm. A pesar de estos terribles tormentos, el animal no suele morir de inmediato por su gran fuerza, pero finalmente cae al suelo, porque la espada ha ido destrozando sus órganos internos.
Asesinos cobardes: la tortura sigue, lo rematan con la PUNTILLA de 10 cm. con lo que intentan seccionarle la médula espinal, a la altura de las vértebras atlas y axis. El toro queda así paralizado, sin poder siquiera realizar movimientos con los músculos respiratorios, por lo que muere por asfixia, muchas veces ahogado en su propia sangre, que le sale a borbotones por el hocico y la nariz.
El arrastre: después que le destrozan las vértebras, el toro pierde control sobre su cuerpo desde el cuello hacia abajo, sin embargo hacia arriba se mantiene intacto, por lo que esta consciente de todo el horror y de cómo es arrastrado fuera del ruedo. No seas indiferente a su dolor ¿Alcanzas a ver la lágrima escurriendo? No seas participante de estos eventos, no es humano presenciar, esas tradiciones no van con el siglo XXI.
Reflexiona; "la conmiseración con los animales está íntimamente unida con la bondad de carácter, de tal manera que se puede afirmar de seguro, que quien es cruel con los animales no puede ser buena persona". Schopenhauer.
Solo los psicópatas gozan, tú no eres uno de ellos reflexiona renuncia, esta es una tradición que NO debe continuar.
¿Cómo puedes Ayudar?
No asistas a corridas de toros.
No apoyes a políticos, artistas y comunicadores asociados a esta barbarie.
No consumas productos de empresas que los patrocinen.
Pero lo más importante... Enseña a tus hijos el respeto por los seres vivientes.
Pero sobre todo ayuda siendo consciente de que el dolor de un animal no tiene valor ni debe ser regocijo de nadie, porque nadie le ha dado a ningún hombre el poder de hacerlo. Imagina que a tu hijo, hermano o padres los lastimen y todos gocen con ello. Los animales son nuestra familia al lastimarlos, nos lastimamos a nosotros mismos.
Tomar el poder político y construir el poder social
Tomar el poder político y construir el poder social
VÍCTOR M. TOLEDO
Conforme nos acercamos al fatídico 2010, aumentan las elucubraciones y el imaginario colectivo se llena de supuestos signos que presagian el inicio de una transformación radical del país. Esta creencia, tan individual como colectiva, se ve favorecida por una sucesión de eventos (la agudización de la crisis) que parecen confirmar el carácter mágico de la historia de México.
Siempre atento a los acontecimientos nacionales, Arnaldo Córdova dedicó su reciente entrega (La Jornada, 29/11/09) al esclarecimiento y definición de lo que se avecina, intentando desterrar “los fantasmas y dogmas que pueblan el imaginario de izquierda”, ilustrando de paso lo que nítidamente se ve desde la politología convencional. Córdova se pregunta: ¿cómo se puede luchar por el poder?, y tajante responde que solamente existen dos vías: la lucha armada o la vía electoral. Este dilema, proveniente de una perspectiva ortodoxa, resulta demasiado estrecho. Resistencias, batallas y proyectos derivados de la ecología política nos ensanchan la mirada e introducen nuevos elementos de enorme valor político en un escenario de crisis.
La ecología política parte de que el capital (la causa última de todas las desgracias del mundo contemporáneo) no sólo destruye y explota el trabajo humano, sino el de la naturaleza. Esta premisa ha sido resultado de por lo menos cinco décadas de enfrentamientos con esta doble irracionalidad: desde las resistencias de los “verdes” alemanes, estadunidenses y franceses hasta el “ambientalismo de los pobres” en India, Brasil o México. La premisa nos lleva de la mano a otro principio: no se puede remontar la explotación social sin abolir la explotación de la naturaleza y viceversa. Por ello en las principales resistencias y batallas por un mundo diferente, cada vez se hacen más indistinguibles las demandas sociales de las ecológicas.
La ventana se abre, y se expande la esperanza, en función de las siguientes “innovaciones”. La primera es que hoy día resulta improcedente hablar de las crisis nacionales por fuera de la crisis global, es decir, de la crisis de la civilización industrial. Los tres siglos de industrialización capitalista, fincada en el mercado y en la innovación científico-tecnológica, que crearon el “mundo moderno”, lograron avances espectaculares y llevaron alivio, progreso y seguridad a una parte de la especie, pero no han podido integrar a la mayor parte de la humanidad, y sus efectos sobre el balance ecológico del planeta han alcanzado un nivel de riesgo global sin precedente.
La segunda es que el mundo social se entiende mejor cuando lo vemos como una batalla permanente entre tres poderes: el político (partidos y estados), el económico (empresas, corporaciones y mercados) y el social (comunidades, cooperativas, sindicatos, gremios).
Ya desde hace más de cuatro décadas la crítica eco-política se orientó a develar el carácter perverso tanto del “comunismo” (la predominancia del poder político) como del “capitalismo” (la del poder económico) en detrimento del poder civil o ciudadano, y a mostrarlos como dos simples variantes de la civilización industrial.
Hoy hablamos de construir una sociedad sustentable, no socialista, por muy verde o ecológica que se conciba. La ecología política se sitúa muy por delante de todo el pensamiento de izquierda, en tanto éste ignora o soslaya la tercera fuente de poder (lo civil o ciudadano) y es ciego a la llamada por O’Connor “segunda contradicción del capitalismo”: la destrucción de la naturaleza, fuente primera y primaria de todo metabolismo social.
Dar lugar a una sociedad sustentable es construir el poder social, que ha sido devastado tanto por el poder económico como por el político, cada vez más subordinado al primero (sólo hay que pensar en Berlusconi, Bush o Fox, empresarios convertidos en presidentes) en la era neoliberal.
La construcción del poder social comienza en la familia, en la edificación de un hogar autosuficiente, seguro y sano, que comparte con muchos otros una misma “micropolítica doméstica”. Ello se logra implementando acciones en alimentación, salud, vivienda, agua, energía, ahorro y crédito, todo lo cual surge de la toma de conciencia, ecológica y social, de los miembros de la familia. Implica un cambio de actitudes y la adopción de una nueva filosofía política que busca al unísono la transformación del individuo y la metamorfosis de la sociedad. En el caso de la alimentación se trata de alcanzar el autoabasto de alimentos sanos, nutritivos y producidos bajo esquemas ecológicamente adecuados (agricultura orgánica), o su obtención de redes y mercados solidarios, justos y orgánicos. El hogar debe buscar también la autosuficiencia en agua y energía, mediante tecnologías adecuadas, limpias, baratas y seguras, que harán obsoletas las compañías, públicas o privadas, de electricidad y de agua.
Hoy millones de ciudadanos en el mundo se dedican a construir su poder doméstico, que es la forma más obvia y directa de construir el poder social, y la más efectiva de enfrentar las amenazas a la supervivencia provocadas por el monstruo industrial (contaminación de alimentos, agua y aire, fin del petróleo, cambio climático). Este nuevo panorama, revelado por la ecología política, introduce un nuevo elemento al dilema de Córdova y da nuevo aliento a la resistencia: ya no se trata de buscar solamente la toma del poder político sino, al mismo tiempo, de construir el poder social. Y este “juego de dos pistas” que se complementan eleva la potencia política en varios órdenes, y hace de los tiempos “no electorales” tiempos vivos y llenos de creación.
¿Podemos imaginarnos a los 2.4 millones de afiliados al movimiento de López Obrador organizando el poder ciudadano desde sus hogares, con sus vecinos y/o sus comunidades, con la ayuda técnica de universidades y tecnológicos, y en permanente sintonía con las luchas sindicales, las redes civiles de abasto y crédito, los proyectos de sustentabilidad comunitaria rural, y las resistencias ambientales urbanas de todo el país? Construir el poder ciudadano mientras se aspira a tomar el poder político parece ser una fórmula prometedora porque erosiona los poderes fácticos de manera doble. Nace así una fuerza que resiste y que arriesga, que se contrae y que se expande. Una fuerza que, bien comprendida y ejecutada, está llamada a remontar la doble crisis a la que nos enfrentamos todos los habitantes del mundo del siglo XXI.
Para Arnaldo Córdova
vtoledo@oikos.unam.mx
PUBLICADO EN EL PERIÓDICO LA JORNADA EL 5 DE DICIEMBRE
VÍCTOR M. TOLEDO
Conforme nos acercamos al fatídico 2010, aumentan las elucubraciones y el imaginario colectivo se llena de supuestos signos que presagian el inicio de una transformación radical del país. Esta creencia, tan individual como colectiva, se ve favorecida por una sucesión de eventos (la agudización de la crisis) que parecen confirmar el carácter mágico de la historia de México.
Siempre atento a los acontecimientos nacionales, Arnaldo Córdova dedicó su reciente entrega (La Jornada, 29/11/09) al esclarecimiento y definición de lo que se avecina, intentando desterrar “los fantasmas y dogmas que pueblan el imaginario de izquierda”, ilustrando de paso lo que nítidamente se ve desde la politología convencional. Córdova se pregunta: ¿cómo se puede luchar por el poder?, y tajante responde que solamente existen dos vías: la lucha armada o la vía electoral. Este dilema, proveniente de una perspectiva ortodoxa, resulta demasiado estrecho. Resistencias, batallas y proyectos derivados de la ecología política nos ensanchan la mirada e introducen nuevos elementos de enorme valor político en un escenario de crisis.
La ecología política parte de que el capital (la causa última de todas las desgracias del mundo contemporáneo) no sólo destruye y explota el trabajo humano, sino el de la naturaleza. Esta premisa ha sido resultado de por lo menos cinco décadas de enfrentamientos con esta doble irracionalidad: desde las resistencias de los “verdes” alemanes, estadunidenses y franceses hasta el “ambientalismo de los pobres” en India, Brasil o México. La premisa nos lleva de la mano a otro principio: no se puede remontar la explotación social sin abolir la explotación de la naturaleza y viceversa. Por ello en las principales resistencias y batallas por un mundo diferente, cada vez se hacen más indistinguibles las demandas sociales de las ecológicas.
La ventana se abre, y se expande la esperanza, en función de las siguientes “innovaciones”. La primera es que hoy día resulta improcedente hablar de las crisis nacionales por fuera de la crisis global, es decir, de la crisis de la civilización industrial. Los tres siglos de industrialización capitalista, fincada en el mercado y en la innovación científico-tecnológica, que crearon el “mundo moderno”, lograron avances espectaculares y llevaron alivio, progreso y seguridad a una parte de la especie, pero no han podido integrar a la mayor parte de la humanidad, y sus efectos sobre el balance ecológico del planeta han alcanzado un nivel de riesgo global sin precedente.
La segunda es que el mundo social se entiende mejor cuando lo vemos como una batalla permanente entre tres poderes: el político (partidos y estados), el económico (empresas, corporaciones y mercados) y el social (comunidades, cooperativas, sindicatos, gremios).
Ya desde hace más de cuatro décadas la crítica eco-política se orientó a develar el carácter perverso tanto del “comunismo” (la predominancia del poder político) como del “capitalismo” (la del poder económico) en detrimento del poder civil o ciudadano, y a mostrarlos como dos simples variantes de la civilización industrial.
Hoy hablamos de construir una sociedad sustentable, no socialista, por muy verde o ecológica que se conciba. La ecología política se sitúa muy por delante de todo el pensamiento de izquierda, en tanto éste ignora o soslaya la tercera fuente de poder (lo civil o ciudadano) y es ciego a la llamada por O’Connor “segunda contradicción del capitalismo”: la destrucción de la naturaleza, fuente primera y primaria de todo metabolismo social.
Dar lugar a una sociedad sustentable es construir el poder social, que ha sido devastado tanto por el poder económico como por el político, cada vez más subordinado al primero (sólo hay que pensar en Berlusconi, Bush o Fox, empresarios convertidos en presidentes) en la era neoliberal.
La construcción del poder social comienza en la familia, en la edificación de un hogar autosuficiente, seguro y sano, que comparte con muchos otros una misma “micropolítica doméstica”. Ello se logra implementando acciones en alimentación, salud, vivienda, agua, energía, ahorro y crédito, todo lo cual surge de la toma de conciencia, ecológica y social, de los miembros de la familia. Implica un cambio de actitudes y la adopción de una nueva filosofía política que busca al unísono la transformación del individuo y la metamorfosis de la sociedad. En el caso de la alimentación se trata de alcanzar el autoabasto de alimentos sanos, nutritivos y producidos bajo esquemas ecológicamente adecuados (agricultura orgánica), o su obtención de redes y mercados solidarios, justos y orgánicos. El hogar debe buscar también la autosuficiencia en agua y energía, mediante tecnologías adecuadas, limpias, baratas y seguras, que harán obsoletas las compañías, públicas o privadas, de electricidad y de agua.
Hoy millones de ciudadanos en el mundo se dedican a construir su poder doméstico, que es la forma más obvia y directa de construir el poder social, y la más efectiva de enfrentar las amenazas a la supervivencia provocadas por el monstruo industrial (contaminación de alimentos, agua y aire, fin del petróleo, cambio climático). Este nuevo panorama, revelado por la ecología política, introduce un nuevo elemento al dilema de Córdova y da nuevo aliento a la resistencia: ya no se trata de buscar solamente la toma del poder político sino, al mismo tiempo, de construir el poder social. Y este “juego de dos pistas” que se complementan eleva la potencia política en varios órdenes, y hace de los tiempos “no electorales” tiempos vivos y llenos de creación.
¿Podemos imaginarnos a los 2.4 millones de afiliados al movimiento de López Obrador organizando el poder ciudadano desde sus hogares, con sus vecinos y/o sus comunidades, con la ayuda técnica de universidades y tecnológicos, y en permanente sintonía con las luchas sindicales, las redes civiles de abasto y crédito, los proyectos de sustentabilidad comunitaria rural, y las resistencias ambientales urbanas de todo el país? Construir el poder ciudadano mientras se aspira a tomar el poder político parece ser una fórmula prometedora porque erosiona los poderes fácticos de manera doble. Nace así una fuerza que resiste y que arriesga, que se contrae y que se expande. Una fuerza que, bien comprendida y ejecutada, está llamada a remontar la doble crisis a la que nos enfrentamos todos los habitantes del mundo del siglo XXI.
Para Arnaldo Córdova
vtoledo@oikos.unam.mx
PUBLICADO EN EL PERIÓDICO LA JORNADA EL 5 DE DICIEMBRE
6 de diciembre de 2009
2 de diciembre de 2009
Guerrilla, entre los objetivos militares de Calderón
Revista Contralinea
29 Noviembre 2009
Guerrilla, entre los objetivos militares de Calderón
Autor: Nancy Flores
Entre 2010 y 2012, el gobierno de Felipe Calderón intensificará su proyecto castrense de “recuperación” de territorios controlados por el narcotráfico y por la guerrilla, revela el Programa para la seguridad nacional (2009-2012). A pesar de que México carece de una política de defensa, el plan tiene como prioridad el uso de la fuerza contra la delincuencia organizada y los grupos rebeldes. Expertos consultados prevén más controles sociales derivados del “espionaje” gubernamental
En los tres años que le restan, la administració n de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa se propone “anular” cinco amenazas a la seguridad nacional: la delincuencia organizada, el narcotráfico, la guerrilla, el terrorismo y la vulnerabilidad de las fronteras. Para ello, sus herramientas principales serán el “espionaje” y el uso de la fuerza castrense, se desprende del Programa para la seguridad nacional (2009-2012).
De acuerdo con el documento, del cual Contralínea posee copia, en México tanto los narcotraficantes como los guerrilleros controlan espacios territoriales. Por ello, las prioridades del gobierno son “recuperar el control pleno en territorios endémicamente afectados por las actividades delictivas” y “recuperar aquellos espacios que han sido cooptados de manera ilegítima por terceros subvirtiendo el orden constitucional” .
Jorge Luis Sierra, especialista en fuerzas armadas y seguridad nacional, explica que “a pesar de que los poderes de fuerza que tiene el Estado le permitirían controlar todo el territorio nacional, no es así, el documento lo está admitiendo. Está planteando como objetivo la recuperación de espacios perdidos a manos de la delincuencia organizada”.
La “recuperación” tendría distintas etapas e involucraría “el gran activo del país” en materia de seguridad nacional: los funcionarios y las instituciones que tienen a su cargo su preservación, indica el programa. Es decir, la Presidencia de la República y las secretarías de la Defensa Nacional, Marina Armada de México y Gobernación.
El documento, de 60 páginas, indica que las líneas estratégicas comienzan con un trabajo coordinado de inteligencia y contrainteligencia, “activa y pasiva”. En el primer caso, para “profundizar el conocimiento en torno a amenazas y riesgos específicos”; en el segundo, para “anticiparlos” y “limitarlos”.
El programa que entró en vigor el 20 de agosto de 2009, cuando fue parcialmente publicado en el Diario Oficial de la Federación, advierte que “a la generación y provisión de inteligencia (…) le debe seguir la oportuna toma de decisiones estratégicas que detonen, con la debida congruencia y contundencia, aquellas acciones gubernamentales necesarias para enfrentar el peligro detectado”.
Es entonces, en esa segunda etapa, cuando vendría el uso de la violencia institucional para “anular” las amenazas a la seguridad nacional, pues, a decir del gobierno federal en su propio documento, éstas “obligan” a “emplear recursos extraordinarios de la fuerza del Estado para su atención”.
Territorios controlados
El Programa para la seguridad nacional (2009-2012) “será recordado por enfatizar el tema de la recuperación de los espacios que está controlando la delincuencia organizada, particularmente el narcotráfico”, dice Jorge Luis Sierra.
Al respecto, el documento detalla: “En la vertiente de seguridad nacional, el factor esencial de todas las expresiones de la delincuencia organizada es su alta capacidad económica, que le permite penetrar las instituciones públicas y la estructura social. De este modo, la amenaza concreta consiste en el debilitamiento de la economía, la sociedad y las instituciones de gobierno, factores cuya combinación y persistencia menguan el control territorial del Estado”.
Información de la Procuraduría General de la República indica que al menos siete grandes organizaciones que trafican drogas se mantienen vigentes en México (Arellano Félix, Carrillo Fuentes, Guzmán Loera-Palma Salazar, Osiel Cárdenas Guillén, Díaz Parada, Valencia Valencia, Amezcua Contreras). A éstas, la administració n federal les atribuye la violencia que padece el país, y que ha cobrado la vida de más de 16 mil 500 personas en lo que va del sexenio calderonista.
Según el programa, “las acciones emprendidas por este gobierno para combatir al narcotráfico marcan un punto de inflexión en la presión del Estado sobre las organizaciones criminales, que han reaccionado escalando la violencia ejercida entre ellos, contra la población civil y contra la autoridad como una forma de desafiar al Estado”.
El mismo documento revela que el gobierno no sólo tendría por objeto la “anulación” de los narcotraficantes, sino también de los guerrilleros, a quienes considera como la tercera amenaza a la seguridad nacional. Además, plantearía la “recuperación” de los territorios controlados por los rebeldes.
Las labores contrainsurgentes han sido confirmadas ya por el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI) en dos entrevistas con Contralínea (publicadas el 20 de septiembre y el 4 de octubre de 2009). El grupo armado reconoció haberse enfrentado con el Ejército Mexicano en una zona cercana a la comunidad Puerto Las Ollas, Coyuca de Catalán, Guerrero.
“La defensa de las ideas por la vía de las armas es una acción que quebranta el orden constitucional. La amenaza a la seguridad nacional implica actos violentos que ejercen dichos grupos, y que causan severos daños al desarrollo del país, especialmente por lo que se refiere a los ataques en instalaciones estratégicas de las que depende la planta productiva”, expresa el programa gubernamental.
En la actualidad, en el país podrían existir más de 40 grupos rebeldes, refieren datos publicados por el Centro de Documentación de los Movimientos Armados. Entre ellos, el Ejército Popular Revolucionario que en julio y septiembre de 2007 hizo explotar “los ductos de gas (…) mejor controlados y los que tenían mejor mantenimiento en todo el sistema” de Pemex Refinación, ubicados en Guanajuato, Querétaro y Veracruz (Contralínea 120).
Los actos de sabotaje, que afectaron a más de 2 mil 500 empresas, fueron parte de una “campaña nacional de hostigamiento contra el gobierno ilegítimo de Felipe Calderón” para exigir la presentación con vida de los militantes Edmundo Reyes Amaya y Alberto Cruz Sánchez, desaparecidos el 25 de mayo de ese año “por el Estado mexicano”, señaló el grupo guerrillero en un comunicado.
Para la Secretaría Técnica del Gabinete de Seguridad Nacional, esos actos tuvieron el carácter de “atentados” e implicaron “la comisión de delitos” que, “dada su naturaleza”, pusieron en “peligro la seguridad del Estado”, dice la respuesta a la solicitud de información ciudadana 0210000152207.
Contrainsurgencia militar
En sus líneas de acción, el programa indica que para “acotar la actuación de grupos armados” se tomarán como medidas, “entre otras”: “Mantener abiertas las vías del diálogo entre los grupos armados y el gobierno federal de cara a la sociedad civil, con la única limitación de hacer valer el estado de derecho en la totalidad del territorio nacional; (y) mantener una presencia disuasiva apoyada por el intercambio de información e inteligencia entre las instituciones nacionales”.
Advierte que el gobierno “efectuará las gestiones para que tenga lugar el fincamiento de las responsabilidades penales que en cada caso correspondan, conforme a derecho”, contra los mexicanos que se mantienen en rebelión.
La estrategia gubernamental privilegiará, sobre todo, el uso de la fuerza. Jorge Luis Sierra indica que, al igual que el narcotráfico, la guerrilla será combatida por la vía de las armas: “Lo único que veo que no sea el uso de la fuerza es el desarrollo de los programas de inversión en las comunidades donde hay movimientos armados. Pero nada más. Eso es lo único que dice el documento de cómo afrontar a los movimientos armados que no sea el uso de la inteligencia y la fuerza: hay un consenso clásico que está pensado más en términos de fuerza y no de desarrollo integral de las zonas, con el fin de evitar que la población simpatice con grupos insurgentes y pase a apoyarlos. No hay esa perspectiva de manera clara. En el documento está de manera tangencial”.
En su página 49, el programa hace la única y magra referencia: “Invertir en infraestructura para dotar de servicios básicos y promover actividades productivas en comunidades ubicadas en el área de influencia de grupos armados”.
Para Sierra, a pesar de que la guerrilla es la tercera amenaza en importancia de la agenda nacional de riesgos, “no hay un desarrollo integral de cómo afrontar el problema con otras vías que no sean la contrainsurgencia clásica”.
Lo que sí hay, en la práctica, son las acciones contrainsurgentes. Tan sólo la Secretaría de Marina cuenta con “fuerzas elites de infantería de marina orientadas a realizar operaciones de contraguerrilla” , reconoce la institución encabezada por el almirante Francisco Saynez Mendoza.
Datos publicados por la dependencia federal indican que dichas fuerzas son capaces de “incursionar y efectuar reconocimientos en áreas bajo control del enemigo (sic), desorientar sus actividades mediante operaciones de combate y sicológicas, estableciendo un perímetro de seguridad del área objetivo, negando la entrada y salida de los transgresores de la ley, así como dar cobertura y seguridad al ingreso del equipo de intervención”. Esas capacidades son desarrolladas en el Curso de Contraguerrilla, que imparte la propia institución.
Sierra indica que al apostar a la fuerza, las autoridades federales “estarán fallando, como fallaron hace 30 años y también hace 80 años. El país no ha logrado desarrollar el sur, que sigue estancado en la miseria, en la violencia de los caciques, en la injusticia, en el asesinato de los líderes y ahora con la presencia de la delincuencia organizada. Eso trae nuevos periodos: pasan 10 o 20 años y la violencia vuelve a surgir. Nuevas células, nuevos movimientos armados, nuevos enfrentamientos, en una espiral que se va desarrollando. La violencia no va retrocediendo: las zonas afectadas son cada vez mayores, los sabotajes que se hacen son cada vez más dañinos, más extensos, afectan más a la economía, y todo eso no ha terminado de resolverse”.
Agrega que “se ha pensado que por la vía de la fuerza, con la desaparición de los militantes de los movimientos armados de las décadas de 1960, 1970 y principios de 1980 se había eliminado el problema, pero no fue así. Las condiciones para el desarrollo de grupos armados ahí están todavía, el potencial ahí está. El hecho de que el Ejército y el gobierno estén tratando de combatir al ERPI en Guerrero demuestra que ahí sigue habiendo movimientos armados”.
Sin política de defensa
La destacada participación del sector castrense en la preservación de la seguridad nacional y sobre todo en la seguridad pública, se da a pesar de que México carece de una política de defensa que regule la actuación del Ejército y la Marina en labores concretas, como por ejemplo los operativos y los retenes.
Jorge Luis Sierra explica que “esto nos deja a los mexicanos en una debilidad de grandes dimensiones. Si México no tiene una política de defensa, ¿cómo va a ser pensada la actividad y la estrategia de las fuerzas armadas? y ¿cómo va a encajar la estrategia de las fuerzas armadas en el resto de las necesidades nacionales?”
Carecer de esa política significa, “simplemente, (que) no hay una guía para las fuerzas armadas y no hay una guía para el Estado mexicano para saber adecuar el trabajo de las fuerzas armadas en las necesidades del desarrollo político, económico y social. Esta parte es completamente deficiente”.
Sierra puntualiza que no puede haber un programa de seguridad nacional que no esté acompañado por uno de defensa; este último, dice, depende de la política de defensa nacional. De esos programas complementarios se debería derivar el presupuesto para la defensa nacional, “pero acorde con una visión más global, mucho más nacional de la seguridad y la defensa”.
En su página 48, el programa introduce la siguiente frase: “Establecer los postulados generales de una política de defensa nacional”. Identificada como la “línea estratégica 2.2.8”, ésta se desprende de la “línea de acción 2.2 Incidir, a través de políticas públicas sobre factores que desempeñan un papel crítico en la génesis de amenazas y de riesgos”, perteneciente al “objetivo específico 2 Atender integralmente las amenazas que ponen en peligro a la seguridad nacional, así como aquellos riesgos definidos como prioritarios que pudieran llegar a vulnerarla”.
El doctor Javier Oliva, experto en seguridad nacional, explica que, a juzgar por las decisiones que ha tomado, el equipo del presidente Felipe Calderón “ha confundido notable, estructural y conceptualmente” la seguridad nacional con la seguridad pública.
El académico juzga que “hay una impericia y un desconocimiento de la materia. Mi hipótesis central es que el gobierno anterior y éste han dado respuestas de manera táctica pero no estratégica. Es decir, hay respuestas a modo pero no hay una línea a largo plazo: nombran y quitan funcionarios, mandan la iniciativa, firman decretos, le cambian de nombre a la PFP (Policía Federal Preventiva, ahora Policía Federal). Eso demuestra una imprecisión en el objetivo”.
Oliva explica que la función, la misión y el instrumento de un soldado es la violencia. “Y la violencia fundamentalmente para aniquilar al enemigo, y aniquilar significa matarlo. No es que sean buenos o malos, sino que ésa es la filosofía de la guerra”.
Indica que “el tomador de decisiones está confundido, porque no sabe, no le han explicado, cuáles son las funciones de un soldado sea mexicano, colombiano, o el que sea”.
El académico de la Universidad Nacional Autónoma de México añade: “Cuando se echa mano de las fuerzas armadas debe ser de manera provisional, porque ésta no es su función y no debe ser permanente. Si el tema de la seguridad pública se convierte en un tema estructural, quiere decir que el Estado, no el gobierno en turno, está fallando. Ningún país puede decir, sin que esté en guerra o en un conflicto intenso como Colombia, que el tema de la seguridad pública es de seguridad nacional, porque entonces denota que está quebrada la impartición de justicia. En México, pareciera que el tomador de decisiones, al suponer que esto va a ser permanente, está aceptando el fracaso rotundo en la impartición de justicia y en la certeza jurídica. Entonces, ¿de qué sirve tener elecciones?”
Más “espionaje” y control social
Para Javier Oliva, “la seguridad nacional empieza por las carreteras, por el buen empleo, la certeza de un sistema educativo; no por políticas correctivas como las que hacen (Álvaro) Uribe, (Silvio) Berlusconi, gobiernos de derecha como el de Calderón en México. Si leemos la agenda de riesgos, la pobreza y la marginación aparecen en los últimos lugares, y deberían estar en los primeros”.
Además de las cinco amenazas, el programa apunta seis riesgos a la seguridad nacional. El último, o sexto riesgo, se conforma por los “desequilibrios en el desarrollo nacional” y abarca indistintamente los ámbitos de los “desarrollos social, económico y político”.
El académico señala que la agenda nacional de riesgos “indudablemente” se debe replantear. “Con qué criterios está hecha, ¿con criterios de control o de promoción de la justicia social?”
—De no atenderse la pobreza, la marginación, la impunidad, ¿qué le espera a los mexicanos?
—Intentos de control sobre el ciudadano. Toda esta idea de poner cámaras.
—¿La nueva cédula de identidad?
—Todos son controles. Es el miedo al ciudadano por parte de la autoridad. Una autoridad que carece de legitimidad, y no me refiero sólo al proceso electoral, sino que carece de legitimidad en el ejercicio de gobierno: una autoridad se legitima también gobernando. Cómo se legitiman los gobiernos en México, a través de programas como Oportunidades, de crear condiciones para la movilidad social. Pero qué pasa cuando el número de pobres va aumentando, pues es un gobierno que se está deslegitimando. Sí veo que éste puede ser un problema en el corto plazo. Apenas estamos a la mitad de la administració n y ahí están los datos, los resultados de los programas sociales.
Al finalizar 2009, los mexicanos en extrema pobreza alcanzarán los 37 millones y los indigentes, los 12 millones, estima la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. Al presentar el documento Panorama social de la pobreza 2009, el pasado 19 de noviembre, la comisión resaltó que México presentará la mayor caída del Producto Interno Bruto en toda la región, calculado en aproximadamente 7 por ciento.
“No hay segundas oportunidades”
La desatención a las problemáticas sociales conlleva la pérdida de espacios. Jorge Luis Sierra reflexiona que los territorios que ahora busca “recuperar” el gobierno se perdieron incluso desde antes de que llegara la delincuencia organizada.
“No había inversión estatal, construcción de hospitales, de carreteras, inyección para el fortalecimiento de los municipios, un reforzamiento para el sistema educativo, dinero para el pago de maestros, construcción de escuelas, etcétera. Ese territorio estaba abandonado por el Estado, estaba perdido. La suerte de esos mexicanos estaba prácticamente a la deriva. En esas condiciones, donde no hay políticas de Estado, donde el Estado prácticamente ha abandonado ese territorio, llega el narcotráfico y lo aprovecha para sus actividades.”
El experto en seguridad nacional indica que el problema viene de muchas décadas atrás e implica negligencia histórica respecto de esas regiones. “Para recuperar los espacios que ha perdido el Estado mexicano se necesita algo más que el uso de la fuerza, se necesita de todos los elementos del poder nacional. Todos los mexicanos estaríamos en la necesidad de contribuir con algo; pero si el gobierno está confiando solamente en las fuerzas armadas y en las fuerzas de la Policía Federal y no está contando realmente con el apoyo de los ciudadanos, entonces es una política que difícilmente puede tener éxito”.
—Sería éste el momento de hacer algo más y no sólo dejarlo en manos de los militares y en el elemento de represión. ¿O podrá postergarse dos o tres años?
—No hay segundas oportunidades, lamentablemente. Hemos estado, como país, desperdiciando muchas oportunidades y estamos dando pasos hacia atrás. En Honduras hubo realmente una posición muy crítica con el golpe militar porque ahí había problemas desde muchos años atrás.
Ése es el riesgo para el país, observa Sierra. “A eso es a lo que se refiere Estados Unidos cuando dice que hay un Estado fallido: a que haya una alianza en México de narcotraficantes con funcionarios y una parte de las fuerzas armadas, una parte de los partidos políticos que intenten dar un golpe de Estado. Ése sería el escenario más grave del país, ahí es donde estaríamos alcanzando un estado de ingobernabilidad y ahí desgraciadamente no tendríamos tiempo para poder resolverlo con herramientas teóricas”.
Respecto del Programa para la seguridad nacional (2009-2012), opina que, “desde un punto de vista objetivo, fue un trabajo enorme de la comunidad de seguridad nacional. Muchos de los conceptos que están ahí vertidos son resultado de reflexiones y del trabajo intenso. Pero en la realidad, el país no tiene las herramientas indispensables como para poder traducir el plan a resultados concretos”.
Seguridad nacional. Acciones destinadas de manera inmediata y directa a mantener la integridad, estabilidad y permanencia del Estado mexicano, que conlleven a:
I. La protección de la nación mexicana frente a las amenazas y riesgos que enfrente nuestro país;
II. La preservación de la soberanía e independencia nacionales y la defensa del territorio;
III. El mantenimiento del orden constitucional y el fortalecimiento de las instituciones democráticas de gobierno;
IV. El mantenimiento de la unidad de las partes integrantes de la federación (…);
V. La defensa legítima del Estado mexicano respecto de otros Estados o sujetos de derecho internacional, y
VI. La preservación de la democracia, fundada en el desarrollo económico, social y político del país y sus habitantes
Fuente: Programa para la seguridad nacional (2009-2012)
Amenazas a la seguridad nacional
El Programa para la seguridad nacional (2009-2012) define la amenaza como “fenómeno intencional generado por el poder de otro Estado, o por agentes no estatales (…), cuya característica es una voluntad hostil y deliberada que pone en peligro de vulneración particularmente grave a los intereses permanentes tutelados por la seguridad nacional, en parte o en todo el país, y cuestionan la existencia del mismo Estado”.
Amenaza
Definición
Delincuencia organizada
“Plantea desafíos que actualmente no se restringen sólo al ámbito de la seguridad pública, dado que algunos de ellos tienen implicaciones para la seguridad nacional en tanto pueden vulnerar la soberanía y el orden constitucional. En este sentido, resultan relevantes diversas dinámicas derivadas de la actuación del crimen organizado, caracterizadas por la coerción que grupos delictivos pretenden ejercer sobre autoridades –electas y designadas– en los tres órdenes de gobierno; la cooptación de miembros de las instituciones de seguridad pública y procuración y administració n de justicia, con el propósito de obtener impunidad y dificultar la acción persecutoria del Estado, y la transgresión sistemática, por parte de grupos criminales, del monopolio estatal sobre la aplicación coactiva de la fuerza”
Narcotráfico
“Es la manifestación más significativa de la delincuencia organizada y, por tanto, fenómeno de atención prioritaria. El crecimiento del tráfico ilícito de estupefacientes se asocia a las transformaciones del mercado internacional de la droga, los cambios en los patrones de consumo nacional y extranjero, la proliferación del narcomenudeo y un mayor protagonismo de las organizaciones delictivas mexicanas que utilizan tecnologías de comunicación y armamento de uso exclusivo de las fuerzas armadas”
Grupos armados
“La composición del sistema político mexicano se caracteriza por la pluralidad de expresiones e ideologías en el marco de la legalidad y las instituciones. Sin embargo, la defensa de las ideas por la vía de las armas es una acción que quebranta el orden constitucional. La amenaza a la seguridad nacional implica actos violentos que ejercen dichos grupos, y que causan severos daños al desarrollo del país, especialmente por lo que se refiere a los ataques en instalaciones estratégicas de las que depende la planta productiva”
Terrorismo
“En un entorno cada vez más impredecible, debe reconocerse la existencia y capacidad de grupos ilegales que utilizan el terror en contra de la población civil como instrumento para alcanzar sus objetivos. En el caso mexicano, esta amenaza se potencia por factores geopolíticos, como la vecindad con Estados Unidos de América y Canadá, el grado de integración de la economía de Norteamérica, el fácil acceso a tecnologías de información y comunicación, más y mejores medios de transporte; así como la presencia de nacionales, oficinas diplomáticas e intereses comerciales de otros países en territorio nacional. La amenaza para la seguridad nacional se refiere a que nuestro país sea víctima de un acto terrorista, y además sea utilizado como una plataforma de tránsito, preparación o refugio de grupos terroristas. En este contexto, el tráfico de armas de destrucción masiva o sus precursores, es una hipótesis plausible”
Vulnerabilidades en fronteras
“Las fronteras continúan siendo origen de vulnerabilidades, que se ven potenciadas por la deficiente vigilancia de algunos tramos de las fronteras terrestres, los flujos migratorios indocumentados; el tráfico ilícito de armas, drogas y personas; la violencia asociada al narcotráfico y la impunidad con que se desarrollan las actividades ilícitas. La amenaza consiste en el debilitamiento de los controles institucionales, a través de los cuales el Estado mexicano ejerce su soberanía en las fronteras, por la creciente interrelación del tráfico de drogas, la trata de personas y otras formas de comercio internacional ilícito. La asimetría existente entre los países que colindan con el Estado mexicano al norte y al sur de sus fronteras exacerba la posibilidad de enfrentar amenazas a la seguridad nacional. El tráfico ilícito hacia México de armas, lanzamisiles, armas automáticas, granadas y municiones, y la sofisticación con las que el narcotráfico y la delincuencia organizada desafían a las autoridades y ponen en riesgo la integridad de la población civil, son problemas que requieren especial atención y corresponsabilidad de los países involucrados, ya que la mayor parte de las armas de alto poder se trafican a través de nuestras fronteras”
Fuente: Programa para la seguridad nacional (2009-2012)
Riesgos a la seguridad nacional
Riesgos. Antagonismo a la seguridad nacional, que no teniendo el carácter de amenaza, implica una condición interna o externa generada por situaciones políticas, económicas, sociales o agentes no estatales, así como por desastres naturales, de origen humano o epidemias, cuya presencia pudiera poner en entredicho el desarrollo nacional.
Riesgo
Definición
Conflictos políticos y sociales
“Existen riesgos asociados a la preservación de la gobernabilidad sustentada en la fortaleza del régimen democrático. Si los conflictos políticos y sociales desbordan los cauces de las instituciones democráticas hacia expresiones violentas, el Estado cuenta con un marco legal para atender estas situaciones extremas”
Pérdida de cohesión social
“Entre las dinámicas que plantean desafíos a la seguridad nacional cabe destacar la pérdida de cohesión social, característica de la sociedad contemporánea. Es una condición que mina la vitalidad del régimen democrático y limita el potencial de desarrollo social. El Estado, para evitar dicho fenómeno, debe impulsar redes sociales múltiples y fuertes que produzcan sinergias para revertir esta tendencia”
Dinámicas migratorias
“Las actividades de la delincuencia organizada trasnacional asociadas al tráfico ilícito de personas generan una presión multidimensional al país y a las fronteras nacionales (norte, sur y tercera frontera). Estas circunstancias representan una ventana de vulnerabilidad para la seguridad nacional”
Pandemias y epidemias
“Existen riesgos al desarrollo integral de los mexicanos que exigen creciente atención por parte del Estado mexicano y la sociedad, como es el caso de pandemias o epidemias que pueden poner en riesgo a amplios sectores de la población. Frente a estos riesgos existe la necesidad de impulsar acciones de prevención y protección”
Medio ambiente y calentamiento global
“En el mediano y largo plazos, la preservación de los recursos naturales y del medio ambiente son temas que requieren mayor actividad institucional en el contexto nacional e internacional. El cuidado del patrimonio ecológico, especialmente el agua, constituye un legado esencial para las generaciones futuras, en un entorno global en el que las riquezas naturales deben mantenerse e incrementarse para fortalecer el desarrollo nacional. En este contexto existen otros escenarios derivados de la evolución del cambio climático como inundaciones y sequías”
Desequilibrios en el desarrollo nacional
La dinámica de desarrollo social, económico y político de México exige nuevos enfoques que hagan frente oportunamente a aquellas situaciones que, de seguir su curso inercial, pueden poner en entredicho la viabilidad del desarrollo del país en el mediano y largo plazos. Por este motivo es necesario identificar los desequilibrios críticos para el desarrollo interno, cuyo origen es multifactorial, como es el caso de la brecha digital en la sociedad del conocimiento, la pérdida de competitividad internacional, y los escasos márgenes de crecimiento económico”
Fuente: Programa para la seguridad nacional (2009-2012)
C E N C O A L T
Centro de Comunicacion Alternativa
29 Noviembre 2009
Guerrilla, entre los objetivos militares de Calderón
Autor: Nancy Flores
Entre 2010 y 2012, el gobierno de Felipe Calderón intensificará su proyecto castrense de “recuperación” de territorios controlados por el narcotráfico y por la guerrilla, revela el Programa para la seguridad nacional (2009-2012). A pesar de que México carece de una política de defensa, el plan tiene como prioridad el uso de la fuerza contra la delincuencia organizada y los grupos rebeldes. Expertos consultados prevén más controles sociales derivados del “espionaje” gubernamental
En los tres años que le restan, la administració n de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa se propone “anular” cinco amenazas a la seguridad nacional: la delincuencia organizada, el narcotráfico, la guerrilla, el terrorismo y la vulnerabilidad de las fronteras. Para ello, sus herramientas principales serán el “espionaje” y el uso de la fuerza castrense, se desprende del Programa para la seguridad nacional (2009-2012).
De acuerdo con el documento, del cual Contralínea posee copia, en México tanto los narcotraficantes como los guerrilleros controlan espacios territoriales. Por ello, las prioridades del gobierno son “recuperar el control pleno en territorios endémicamente afectados por las actividades delictivas” y “recuperar aquellos espacios que han sido cooptados de manera ilegítima por terceros subvirtiendo el orden constitucional” .
Jorge Luis Sierra, especialista en fuerzas armadas y seguridad nacional, explica que “a pesar de que los poderes de fuerza que tiene el Estado le permitirían controlar todo el territorio nacional, no es así, el documento lo está admitiendo. Está planteando como objetivo la recuperación de espacios perdidos a manos de la delincuencia organizada”.
La “recuperación” tendría distintas etapas e involucraría “el gran activo del país” en materia de seguridad nacional: los funcionarios y las instituciones que tienen a su cargo su preservación, indica el programa. Es decir, la Presidencia de la República y las secretarías de la Defensa Nacional, Marina Armada de México y Gobernación.
El documento, de 60 páginas, indica que las líneas estratégicas comienzan con un trabajo coordinado de inteligencia y contrainteligencia, “activa y pasiva”. En el primer caso, para “profundizar el conocimiento en torno a amenazas y riesgos específicos”; en el segundo, para “anticiparlos” y “limitarlos”.
El programa que entró en vigor el 20 de agosto de 2009, cuando fue parcialmente publicado en el Diario Oficial de la Federación, advierte que “a la generación y provisión de inteligencia (…) le debe seguir la oportuna toma de decisiones estratégicas que detonen, con la debida congruencia y contundencia, aquellas acciones gubernamentales necesarias para enfrentar el peligro detectado”.
Es entonces, en esa segunda etapa, cuando vendría el uso de la violencia institucional para “anular” las amenazas a la seguridad nacional, pues, a decir del gobierno federal en su propio documento, éstas “obligan” a “emplear recursos extraordinarios de la fuerza del Estado para su atención”.
Territorios controlados
El Programa para la seguridad nacional (2009-2012) “será recordado por enfatizar el tema de la recuperación de los espacios que está controlando la delincuencia organizada, particularmente el narcotráfico”, dice Jorge Luis Sierra.
Al respecto, el documento detalla: “En la vertiente de seguridad nacional, el factor esencial de todas las expresiones de la delincuencia organizada es su alta capacidad económica, que le permite penetrar las instituciones públicas y la estructura social. De este modo, la amenaza concreta consiste en el debilitamiento de la economía, la sociedad y las instituciones de gobierno, factores cuya combinación y persistencia menguan el control territorial del Estado”.
Información de la Procuraduría General de la República indica que al menos siete grandes organizaciones que trafican drogas se mantienen vigentes en México (Arellano Félix, Carrillo Fuentes, Guzmán Loera-Palma Salazar, Osiel Cárdenas Guillén, Díaz Parada, Valencia Valencia, Amezcua Contreras). A éstas, la administració n federal les atribuye la violencia que padece el país, y que ha cobrado la vida de más de 16 mil 500 personas en lo que va del sexenio calderonista.
Según el programa, “las acciones emprendidas por este gobierno para combatir al narcotráfico marcan un punto de inflexión en la presión del Estado sobre las organizaciones criminales, que han reaccionado escalando la violencia ejercida entre ellos, contra la población civil y contra la autoridad como una forma de desafiar al Estado”.
El mismo documento revela que el gobierno no sólo tendría por objeto la “anulación” de los narcotraficantes, sino también de los guerrilleros, a quienes considera como la tercera amenaza a la seguridad nacional. Además, plantearía la “recuperación” de los territorios controlados por los rebeldes.
Las labores contrainsurgentes han sido confirmadas ya por el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI) en dos entrevistas con Contralínea (publicadas el 20 de septiembre y el 4 de octubre de 2009). El grupo armado reconoció haberse enfrentado con el Ejército Mexicano en una zona cercana a la comunidad Puerto Las Ollas, Coyuca de Catalán, Guerrero.
“La defensa de las ideas por la vía de las armas es una acción que quebranta el orden constitucional. La amenaza a la seguridad nacional implica actos violentos que ejercen dichos grupos, y que causan severos daños al desarrollo del país, especialmente por lo que se refiere a los ataques en instalaciones estratégicas de las que depende la planta productiva”, expresa el programa gubernamental.
En la actualidad, en el país podrían existir más de 40 grupos rebeldes, refieren datos publicados por el Centro de Documentación de los Movimientos Armados. Entre ellos, el Ejército Popular Revolucionario que en julio y septiembre de 2007 hizo explotar “los ductos de gas (…) mejor controlados y los que tenían mejor mantenimiento en todo el sistema” de Pemex Refinación, ubicados en Guanajuato, Querétaro y Veracruz (Contralínea 120).
Los actos de sabotaje, que afectaron a más de 2 mil 500 empresas, fueron parte de una “campaña nacional de hostigamiento contra el gobierno ilegítimo de Felipe Calderón” para exigir la presentación con vida de los militantes Edmundo Reyes Amaya y Alberto Cruz Sánchez, desaparecidos el 25 de mayo de ese año “por el Estado mexicano”, señaló el grupo guerrillero en un comunicado.
Para la Secretaría Técnica del Gabinete de Seguridad Nacional, esos actos tuvieron el carácter de “atentados” e implicaron “la comisión de delitos” que, “dada su naturaleza”, pusieron en “peligro la seguridad del Estado”, dice la respuesta a la solicitud de información ciudadana 0210000152207.
Contrainsurgencia militar
En sus líneas de acción, el programa indica que para “acotar la actuación de grupos armados” se tomarán como medidas, “entre otras”: “Mantener abiertas las vías del diálogo entre los grupos armados y el gobierno federal de cara a la sociedad civil, con la única limitación de hacer valer el estado de derecho en la totalidad del territorio nacional; (y) mantener una presencia disuasiva apoyada por el intercambio de información e inteligencia entre las instituciones nacionales”.
Advierte que el gobierno “efectuará las gestiones para que tenga lugar el fincamiento de las responsabilidades penales que en cada caso correspondan, conforme a derecho”, contra los mexicanos que se mantienen en rebelión.
La estrategia gubernamental privilegiará, sobre todo, el uso de la fuerza. Jorge Luis Sierra indica que, al igual que el narcotráfico, la guerrilla será combatida por la vía de las armas: “Lo único que veo que no sea el uso de la fuerza es el desarrollo de los programas de inversión en las comunidades donde hay movimientos armados. Pero nada más. Eso es lo único que dice el documento de cómo afrontar a los movimientos armados que no sea el uso de la inteligencia y la fuerza: hay un consenso clásico que está pensado más en términos de fuerza y no de desarrollo integral de las zonas, con el fin de evitar que la población simpatice con grupos insurgentes y pase a apoyarlos. No hay esa perspectiva de manera clara. En el documento está de manera tangencial”.
En su página 49, el programa hace la única y magra referencia: “Invertir en infraestructura para dotar de servicios básicos y promover actividades productivas en comunidades ubicadas en el área de influencia de grupos armados”.
Para Sierra, a pesar de que la guerrilla es la tercera amenaza en importancia de la agenda nacional de riesgos, “no hay un desarrollo integral de cómo afrontar el problema con otras vías que no sean la contrainsurgencia clásica”.
Lo que sí hay, en la práctica, son las acciones contrainsurgentes. Tan sólo la Secretaría de Marina cuenta con “fuerzas elites de infantería de marina orientadas a realizar operaciones de contraguerrilla” , reconoce la institución encabezada por el almirante Francisco Saynez Mendoza.
Datos publicados por la dependencia federal indican que dichas fuerzas son capaces de “incursionar y efectuar reconocimientos en áreas bajo control del enemigo (sic), desorientar sus actividades mediante operaciones de combate y sicológicas, estableciendo un perímetro de seguridad del área objetivo, negando la entrada y salida de los transgresores de la ley, así como dar cobertura y seguridad al ingreso del equipo de intervención”. Esas capacidades son desarrolladas en el Curso de Contraguerrilla, que imparte la propia institución.
Sierra indica que al apostar a la fuerza, las autoridades federales “estarán fallando, como fallaron hace 30 años y también hace 80 años. El país no ha logrado desarrollar el sur, que sigue estancado en la miseria, en la violencia de los caciques, en la injusticia, en el asesinato de los líderes y ahora con la presencia de la delincuencia organizada. Eso trae nuevos periodos: pasan 10 o 20 años y la violencia vuelve a surgir. Nuevas células, nuevos movimientos armados, nuevos enfrentamientos, en una espiral que se va desarrollando. La violencia no va retrocediendo: las zonas afectadas son cada vez mayores, los sabotajes que se hacen son cada vez más dañinos, más extensos, afectan más a la economía, y todo eso no ha terminado de resolverse”.
Agrega que “se ha pensado que por la vía de la fuerza, con la desaparición de los militantes de los movimientos armados de las décadas de 1960, 1970 y principios de 1980 se había eliminado el problema, pero no fue así. Las condiciones para el desarrollo de grupos armados ahí están todavía, el potencial ahí está. El hecho de que el Ejército y el gobierno estén tratando de combatir al ERPI en Guerrero demuestra que ahí sigue habiendo movimientos armados”.
Sin política de defensa
La destacada participación del sector castrense en la preservación de la seguridad nacional y sobre todo en la seguridad pública, se da a pesar de que México carece de una política de defensa que regule la actuación del Ejército y la Marina en labores concretas, como por ejemplo los operativos y los retenes.
Jorge Luis Sierra explica que “esto nos deja a los mexicanos en una debilidad de grandes dimensiones. Si México no tiene una política de defensa, ¿cómo va a ser pensada la actividad y la estrategia de las fuerzas armadas? y ¿cómo va a encajar la estrategia de las fuerzas armadas en el resto de las necesidades nacionales?”
Carecer de esa política significa, “simplemente, (que) no hay una guía para las fuerzas armadas y no hay una guía para el Estado mexicano para saber adecuar el trabajo de las fuerzas armadas en las necesidades del desarrollo político, económico y social. Esta parte es completamente deficiente”.
Sierra puntualiza que no puede haber un programa de seguridad nacional que no esté acompañado por uno de defensa; este último, dice, depende de la política de defensa nacional. De esos programas complementarios se debería derivar el presupuesto para la defensa nacional, “pero acorde con una visión más global, mucho más nacional de la seguridad y la defensa”.
En su página 48, el programa introduce la siguiente frase: “Establecer los postulados generales de una política de defensa nacional”. Identificada como la “línea estratégica 2.2.8”, ésta se desprende de la “línea de acción 2.2 Incidir, a través de políticas públicas sobre factores que desempeñan un papel crítico en la génesis de amenazas y de riesgos”, perteneciente al “objetivo específico 2 Atender integralmente las amenazas que ponen en peligro a la seguridad nacional, así como aquellos riesgos definidos como prioritarios que pudieran llegar a vulnerarla”.
El doctor Javier Oliva, experto en seguridad nacional, explica que, a juzgar por las decisiones que ha tomado, el equipo del presidente Felipe Calderón “ha confundido notable, estructural y conceptualmente” la seguridad nacional con la seguridad pública.
El académico juzga que “hay una impericia y un desconocimiento de la materia. Mi hipótesis central es que el gobierno anterior y éste han dado respuestas de manera táctica pero no estratégica. Es decir, hay respuestas a modo pero no hay una línea a largo plazo: nombran y quitan funcionarios, mandan la iniciativa, firman decretos, le cambian de nombre a la PFP (Policía Federal Preventiva, ahora Policía Federal). Eso demuestra una imprecisión en el objetivo”.
Oliva explica que la función, la misión y el instrumento de un soldado es la violencia. “Y la violencia fundamentalmente para aniquilar al enemigo, y aniquilar significa matarlo. No es que sean buenos o malos, sino que ésa es la filosofía de la guerra”.
Indica que “el tomador de decisiones está confundido, porque no sabe, no le han explicado, cuáles son las funciones de un soldado sea mexicano, colombiano, o el que sea”.
El académico de la Universidad Nacional Autónoma de México añade: “Cuando se echa mano de las fuerzas armadas debe ser de manera provisional, porque ésta no es su función y no debe ser permanente. Si el tema de la seguridad pública se convierte en un tema estructural, quiere decir que el Estado, no el gobierno en turno, está fallando. Ningún país puede decir, sin que esté en guerra o en un conflicto intenso como Colombia, que el tema de la seguridad pública es de seguridad nacional, porque entonces denota que está quebrada la impartición de justicia. En México, pareciera que el tomador de decisiones, al suponer que esto va a ser permanente, está aceptando el fracaso rotundo en la impartición de justicia y en la certeza jurídica. Entonces, ¿de qué sirve tener elecciones?”
Más “espionaje” y control social
Para Javier Oliva, “la seguridad nacional empieza por las carreteras, por el buen empleo, la certeza de un sistema educativo; no por políticas correctivas como las que hacen (Álvaro) Uribe, (Silvio) Berlusconi, gobiernos de derecha como el de Calderón en México. Si leemos la agenda de riesgos, la pobreza y la marginación aparecen en los últimos lugares, y deberían estar en los primeros”.
Además de las cinco amenazas, el programa apunta seis riesgos a la seguridad nacional. El último, o sexto riesgo, se conforma por los “desequilibrios en el desarrollo nacional” y abarca indistintamente los ámbitos de los “desarrollos social, económico y político”.
El académico señala que la agenda nacional de riesgos “indudablemente” se debe replantear. “Con qué criterios está hecha, ¿con criterios de control o de promoción de la justicia social?”
—De no atenderse la pobreza, la marginación, la impunidad, ¿qué le espera a los mexicanos?
—Intentos de control sobre el ciudadano. Toda esta idea de poner cámaras.
—¿La nueva cédula de identidad?
—Todos son controles. Es el miedo al ciudadano por parte de la autoridad. Una autoridad que carece de legitimidad, y no me refiero sólo al proceso electoral, sino que carece de legitimidad en el ejercicio de gobierno: una autoridad se legitima también gobernando. Cómo se legitiman los gobiernos en México, a través de programas como Oportunidades, de crear condiciones para la movilidad social. Pero qué pasa cuando el número de pobres va aumentando, pues es un gobierno que se está deslegitimando. Sí veo que éste puede ser un problema en el corto plazo. Apenas estamos a la mitad de la administració n y ahí están los datos, los resultados de los programas sociales.
Al finalizar 2009, los mexicanos en extrema pobreza alcanzarán los 37 millones y los indigentes, los 12 millones, estima la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. Al presentar el documento Panorama social de la pobreza 2009, el pasado 19 de noviembre, la comisión resaltó que México presentará la mayor caída del Producto Interno Bruto en toda la región, calculado en aproximadamente 7 por ciento.
“No hay segundas oportunidades”
La desatención a las problemáticas sociales conlleva la pérdida de espacios. Jorge Luis Sierra reflexiona que los territorios que ahora busca “recuperar” el gobierno se perdieron incluso desde antes de que llegara la delincuencia organizada.
“No había inversión estatal, construcción de hospitales, de carreteras, inyección para el fortalecimiento de los municipios, un reforzamiento para el sistema educativo, dinero para el pago de maestros, construcción de escuelas, etcétera. Ese territorio estaba abandonado por el Estado, estaba perdido. La suerte de esos mexicanos estaba prácticamente a la deriva. En esas condiciones, donde no hay políticas de Estado, donde el Estado prácticamente ha abandonado ese territorio, llega el narcotráfico y lo aprovecha para sus actividades.”
El experto en seguridad nacional indica que el problema viene de muchas décadas atrás e implica negligencia histórica respecto de esas regiones. “Para recuperar los espacios que ha perdido el Estado mexicano se necesita algo más que el uso de la fuerza, se necesita de todos los elementos del poder nacional. Todos los mexicanos estaríamos en la necesidad de contribuir con algo; pero si el gobierno está confiando solamente en las fuerzas armadas y en las fuerzas de la Policía Federal y no está contando realmente con el apoyo de los ciudadanos, entonces es una política que difícilmente puede tener éxito”.
—Sería éste el momento de hacer algo más y no sólo dejarlo en manos de los militares y en el elemento de represión. ¿O podrá postergarse dos o tres años?
—No hay segundas oportunidades, lamentablemente. Hemos estado, como país, desperdiciando muchas oportunidades y estamos dando pasos hacia atrás. En Honduras hubo realmente una posición muy crítica con el golpe militar porque ahí había problemas desde muchos años atrás.
Ése es el riesgo para el país, observa Sierra. “A eso es a lo que se refiere Estados Unidos cuando dice que hay un Estado fallido: a que haya una alianza en México de narcotraficantes con funcionarios y una parte de las fuerzas armadas, una parte de los partidos políticos que intenten dar un golpe de Estado. Ése sería el escenario más grave del país, ahí es donde estaríamos alcanzando un estado de ingobernabilidad y ahí desgraciadamente no tendríamos tiempo para poder resolverlo con herramientas teóricas”.
Respecto del Programa para la seguridad nacional (2009-2012), opina que, “desde un punto de vista objetivo, fue un trabajo enorme de la comunidad de seguridad nacional. Muchos de los conceptos que están ahí vertidos son resultado de reflexiones y del trabajo intenso. Pero en la realidad, el país no tiene las herramientas indispensables como para poder traducir el plan a resultados concretos”.
Seguridad nacional. Acciones destinadas de manera inmediata y directa a mantener la integridad, estabilidad y permanencia del Estado mexicano, que conlleven a:
I. La protección de la nación mexicana frente a las amenazas y riesgos que enfrente nuestro país;
II. La preservación de la soberanía e independencia nacionales y la defensa del territorio;
III. El mantenimiento del orden constitucional y el fortalecimiento de las instituciones democráticas de gobierno;
IV. El mantenimiento de la unidad de las partes integrantes de la federación (…);
V. La defensa legítima del Estado mexicano respecto de otros Estados o sujetos de derecho internacional, y
VI. La preservación de la democracia, fundada en el desarrollo económico, social y político del país y sus habitantes
Fuente: Programa para la seguridad nacional (2009-2012)
Amenazas a la seguridad nacional
El Programa para la seguridad nacional (2009-2012) define la amenaza como “fenómeno intencional generado por el poder de otro Estado, o por agentes no estatales (…), cuya característica es una voluntad hostil y deliberada que pone en peligro de vulneración particularmente grave a los intereses permanentes tutelados por la seguridad nacional, en parte o en todo el país, y cuestionan la existencia del mismo Estado”.
Amenaza
Definición
Delincuencia organizada
“Plantea desafíos que actualmente no se restringen sólo al ámbito de la seguridad pública, dado que algunos de ellos tienen implicaciones para la seguridad nacional en tanto pueden vulnerar la soberanía y el orden constitucional. En este sentido, resultan relevantes diversas dinámicas derivadas de la actuación del crimen organizado, caracterizadas por la coerción que grupos delictivos pretenden ejercer sobre autoridades –electas y designadas– en los tres órdenes de gobierno; la cooptación de miembros de las instituciones de seguridad pública y procuración y administració n de justicia, con el propósito de obtener impunidad y dificultar la acción persecutoria del Estado, y la transgresión sistemática, por parte de grupos criminales, del monopolio estatal sobre la aplicación coactiva de la fuerza”
Narcotráfico
“Es la manifestación más significativa de la delincuencia organizada y, por tanto, fenómeno de atención prioritaria. El crecimiento del tráfico ilícito de estupefacientes se asocia a las transformaciones del mercado internacional de la droga, los cambios en los patrones de consumo nacional y extranjero, la proliferación del narcomenudeo y un mayor protagonismo de las organizaciones delictivas mexicanas que utilizan tecnologías de comunicación y armamento de uso exclusivo de las fuerzas armadas”
Grupos armados
“La composición del sistema político mexicano se caracteriza por la pluralidad de expresiones e ideologías en el marco de la legalidad y las instituciones. Sin embargo, la defensa de las ideas por la vía de las armas es una acción que quebranta el orden constitucional. La amenaza a la seguridad nacional implica actos violentos que ejercen dichos grupos, y que causan severos daños al desarrollo del país, especialmente por lo que se refiere a los ataques en instalaciones estratégicas de las que depende la planta productiva”
Terrorismo
“En un entorno cada vez más impredecible, debe reconocerse la existencia y capacidad de grupos ilegales que utilizan el terror en contra de la población civil como instrumento para alcanzar sus objetivos. En el caso mexicano, esta amenaza se potencia por factores geopolíticos, como la vecindad con Estados Unidos de América y Canadá, el grado de integración de la economía de Norteamérica, el fácil acceso a tecnologías de información y comunicación, más y mejores medios de transporte; así como la presencia de nacionales, oficinas diplomáticas e intereses comerciales de otros países en territorio nacional. La amenaza para la seguridad nacional se refiere a que nuestro país sea víctima de un acto terrorista, y además sea utilizado como una plataforma de tránsito, preparación o refugio de grupos terroristas. En este contexto, el tráfico de armas de destrucción masiva o sus precursores, es una hipótesis plausible”
Vulnerabilidades en fronteras
“Las fronteras continúan siendo origen de vulnerabilidades, que se ven potenciadas por la deficiente vigilancia de algunos tramos de las fronteras terrestres, los flujos migratorios indocumentados; el tráfico ilícito de armas, drogas y personas; la violencia asociada al narcotráfico y la impunidad con que se desarrollan las actividades ilícitas. La amenaza consiste en el debilitamiento de los controles institucionales, a través de los cuales el Estado mexicano ejerce su soberanía en las fronteras, por la creciente interrelación del tráfico de drogas, la trata de personas y otras formas de comercio internacional ilícito. La asimetría existente entre los países que colindan con el Estado mexicano al norte y al sur de sus fronteras exacerba la posibilidad de enfrentar amenazas a la seguridad nacional. El tráfico ilícito hacia México de armas, lanzamisiles, armas automáticas, granadas y municiones, y la sofisticación con las que el narcotráfico y la delincuencia organizada desafían a las autoridades y ponen en riesgo la integridad de la población civil, son problemas que requieren especial atención y corresponsabilidad de los países involucrados, ya que la mayor parte de las armas de alto poder se trafican a través de nuestras fronteras”
Fuente: Programa para la seguridad nacional (2009-2012)
Riesgos a la seguridad nacional
Riesgos. Antagonismo a la seguridad nacional, que no teniendo el carácter de amenaza, implica una condición interna o externa generada por situaciones políticas, económicas, sociales o agentes no estatales, así como por desastres naturales, de origen humano o epidemias, cuya presencia pudiera poner en entredicho el desarrollo nacional.
Riesgo
Definición
Conflictos políticos y sociales
“Existen riesgos asociados a la preservación de la gobernabilidad sustentada en la fortaleza del régimen democrático. Si los conflictos políticos y sociales desbordan los cauces de las instituciones democráticas hacia expresiones violentas, el Estado cuenta con un marco legal para atender estas situaciones extremas”
Pérdida de cohesión social
“Entre las dinámicas que plantean desafíos a la seguridad nacional cabe destacar la pérdida de cohesión social, característica de la sociedad contemporánea. Es una condición que mina la vitalidad del régimen democrático y limita el potencial de desarrollo social. El Estado, para evitar dicho fenómeno, debe impulsar redes sociales múltiples y fuertes que produzcan sinergias para revertir esta tendencia”
Dinámicas migratorias
“Las actividades de la delincuencia organizada trasnacional asociadas al tráfico ilícito de personas generan una presión multidimensional al país y a las fronteras nacionales (norte, sur y tercera frontera). Estas circunstancias representan una ventana de vulnerabilidad para la seguridad nacional”
Pandemias y epidemias
“Existen riesgos al desarrollo integral de los mexicanos que exigen creciente atención por parte del Estado mexicano y la sociedad, como es el caso de pandemias o epidemias que pueden poner en riesgo a amplios sectores de la población. Frente a estos riesgos existe la necesidad de impulsar acciones de prevención y protección”
Medio ambiente y calentamiento global
“En el mediano y largo plazos, la preservación de los recursos naturales y del medio ambiente son temas que requieren mayor actividad institucional en el contexto nacional e internacional. El cuidado del patrimonio ecológico, especialmente el agua, constituye un legado esencial para las generaciones futuras, en un entorno global en el que las riquezas naturales deben mantenerse e incrementarse para fortalecer el desarrollo nacional. En este contexto existen otros escenarios derivados de la evolución del cambio climático como inundaciones y sequías”
Desequilibrios en el desarrollo nacional
La dinámica de desarrollo social, económico y político de México exige nuevos enfoques que hagan frente oportunamente a aquellas situaciones que, de seguir su curso inercial, pueden poner en entredicho la viabilidad del desarrollo del país en el mediano y largo plazos. Por este motivo es necesario identificar los desequilibrios críticos para el desarrollo interno, cuyo origen es multifactorial, como es el caso de la brecha digital en la sociedad del conocimiento, la pérdida de competitividad internacional, y los escasos márgenes de crecimiento económico”
Fuente: Programa para la seguridad nacional (2009-2012)
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