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20 de septiembre de 2010

Permacultura. Un fenómeno contracultural


07/04/10 | por Redacción | Sección: Cultura y Ocio

por Jorge E. Padula Perkins

Si bien la permacultura nace como una experiencia eminentemente agrícola (permanent agriculture – agricultura permanente), no tarda en expandirse conceptualmente en tanto que torna en modo de vida, con todo lo que ello involucra.

Sus orígenes se remontan a mediados de los años setenta, cuando los australianos Bill Mollison y David Holmgren, desarrollaron una serie de ideas para la creación de sistemas agrícolas sustentables.

Es en realidad un concepto en construcción, vinculado a éticas y principios de diseño en planeamiento, desarrollo, mantenimiento, organización y preservación del hábitat, cuyos ejes son el “cuidado de la tierra” (componente ecológico, orientado al uso cuidadoso de los recursos naturales), el “cuidado de la gente” (componente social, que promueve el derecho individual y colectivo al diseño del uso de los recursos desde lo particular hacia lo general, comenzando por la familia o grupo primario) y “compartir de una forma justa los excedentes y capacidades” (componente económico, que propone destinar productos y excedentes al seguimiento de los objetivos precedentes para constituir un circuito virtuoso de retroalimentación).

Sostiene David Holmgren (2002), uno de los padres de la permacultura, que esta se ha enfocado históricamente en “el manejo de la tierra y la naturaleza como fuente y aplicación de los principios éticos y de diseño”, pero que luego tales principios evolucionaron y “se aplican en otros ámbitos concernientes a los recursos físicos y energéticos así como a la organización humana”.

La permacultura es una faceta transversal del multiculturalismo, con principios éticos y de diseño que abarcan distintos aspectos tales como:

a)      Manejo de la tierra y de la naturaleza (Bosque-huertos, agroforestería, acuacultura, bancos de semillas, manejo integrado de plagas, conservación y manejo sostenible de espacios silvestres, agricultura orgánica o biodinámica).

b)      Ambientes construidos (utilización de materiales naturales y locales, autoconstrucción, eco-construcción, climatización natural)

c)      Herramientas y tecnología (sanitarios secos, composteros, energías renovables, tecnologías apropiadas, reutilización y reciclado, diseño para el ahorro)

d)      Educación y cultura (huertas escolares, espíritu de arraigo, investigación activa, artes participativas, educación para la paz)

e)      Bienestar físico y espiritual (parto en casa, muerte digna, yoga y otras disciplinas, medicinas alternativas y complementarias)

f)        Economía y finanzas (sistemas locales de ahorro y préstamo, inversiones éticas, relocalización de comercio e intercambio, mercados de trueque, voluntariado)

g)      Tenencia de la tierra y gobierno comunitario (cooperativas de producción y consumo, ecoaldeas  comunidades sustentables, procesos participativos en la toma de decisiones, resolución de conflictos)

Se trata de una manifestación cultural vivencial y teórica, que no está arraigada en lo geográfico, ni en lo étnico, histórico, mítico, religioso o ritual, sino fluyente en la transversalidad de todo orden. Es un emergente moderno producto de la búsqueda de alternativas a la sobreexplotación de los recursos naturales.

Es una cosmovisión que engloba una forma de ser y de hacer diferente a la hegemónica, tanto en materia de explotación y producción como en las formas de vida consecuentes con esa ética.

El concepto de permacultura deviene de la agricultura pero no puede limitarse a ella debido a su carácter holístico y sistémico que no le permite aislar una actividad humana del resto del quehacer y obrar de los individuos y los grupos.

La propuesta permacultural se apropia, total o parcialmente y de manera creativa, de saberes ancestrales, muchas veces olvidados o dejados de lado ante la sensación de unicidad ideológica predominante. En tal sentido, reivindica y promueve el desarrollo humano en armónica concordancia con la naturaleza y no mediante el control y la dominación de ella.

Es por eso que no se trata de una variante simple dentro del sistema imperante, sino de una cosmovisión totalmente diferente y antihegemónica que, como se dijo, no se agota en una huerta orgánica, ni en un baño seco, ni en una economía de trueque, sino se expande a una totalidad ética y filosófica existencial que comprende también formas de arquitectura, alimentación, concepción de la vida y del lugar individual y colectivo del ser humano en el contexto universal, que lo involucra empírica y teóricamente, desde los actos personales hasta las actividades comunitarias y sociales.

Ecoaldeas. Un escenario para la permacultura.

Las comunidades denominadas ecoaldeas son por lo general ejemplos de la motivación permacultural puesta en práctica, desarrollo y evolución colectiva.

Alejandro Alvarez (sin fecha) ofrece una generosa caracterización de ellas, asegurando que asumen la compleja tarea de “crear un sistema armónico que supere la dualidad ‘cultura-naturaleza’ y que neutralice cualquier impacto ambiental negativo derivado de la actividad humana”, haciendo de la sustentabilidad una vivencia cotidiana, para lo cual deben hallar las formas de “preservar los hábitats naturales del lugar, producir alimentos, madera y otros bio-recursos, procesar los residuos orgánicos y líquidos generados en la Ecoaldea y verter el menor residuo tóxico posible, reduciendo al máximo toda generación de basura”.

Es tema crucial para este tipo de organizaciones “el desarrollo de un sistema económico capaz de sostener el desenvolvimiento humano, partiendo del principio de equidad, de no explotación de personas ni lugares, ni del futuro en beneficio del presente”, como así también “cómo se tomarán las decisiones, con qué método y para qué tipo de decisiones; cómo se solucionarán los conflictos y cómo se harán cumplir las resoluciones comunitarias” (ibídem).

Para Jackson (sin fecha), “una ecoaldea es un asentamiento sostenible en un medio urbano o rural, que respeta y restaura el sistema circulatorio de los cuatro elementos, tierra, agua, fuego y aire, en la naturaleza y en las gentes. Estos cuatro elementos abarcan todos los aspectos de la vida humana: estructuras físicas (tierra), infraestructura (agua), estructuras sociales (fuego) y cultura (aire)”.

El espíritu de la contracultura.

Por su parte, la contracultura se alinea históricamente en la huella de movimientos políticos, sociales y culturales de oposición a la cultural oficial y los valores dominantes. En tal sentido se señalan como hitos contraculturales el romanticismo del siglo XIX, la generación beat, el movimiento hippie y el punk.

Se trata entonces de conjuntos de valores, tendencias y formas sociales, con una amplia base vivencial y fáctica, que chocan con lo establecido, afectan a muchas personas y tienen continuidad en el tiempo, mientras se constituyen en alternativas al paradigma hegemónico.

Aunque con características propias de transversalidad, que no la radican en un tiempo y un espacio sino la diversifican a través de los años y los lugares en donde se arraiga, la permacultura es pasible de ser considerada un movimiento contracultural contemporáneo de fuerte raigambre y proyección, que lucha por expandirse en medio del predominio absoluto de las formas ortodoxas de organización social, económica y cultural.

Fuentes:

Alejandro Alvarez (sin fecha): Ecoaldeas: futuro que ya comenzó. En línea: www.caminosalser.com/321-ecologia/ecoaldeas-futuro-que-ya-comenzo [Consulta: 23-MAR-2010]

Holmgren, David (2002): Principles & Pathways beyond Sustanability. Holmgren Desing Services. Citado en: www.tierramor.org/permacultura/queespermacultura.htm [Consulta: 22-MAR-2010]

Jackson, Hildur (sin fecha): El movimiento de las ecoaldeas. En línea: www.revistanamaste.com/el-movimiento-de-las-ecoaldeas [Consulta: 23-MAR-2010]







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